Rumanía, la maldición de la geografía

El futuro de Europa

El prorruso Georgescu podría volver a ganar las elecciones presidenciales e interrumpir la reintegración occidental del país

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Manifestación ayer en Bucarest en apoyo a Calin Georgescu

AFP / DANIEL MIHAILESCU

En la calle de la Victoria, en conmemoración de la independencia de Rumanía del imperio otomano en el XX, se erige una pequeña iglesia un tanto peculiar. Es la iglesia Zlatari, uno de los monumentos más antiguos del centro de Bucarest.

El templo custodia un secreto: un pequeño bloc de notas con algunos bolígrafos, que no son para plegarias corrientes. “Aquí debes escribir el nombre de la persona a quien quieres maldecir. Por ejemplo, la gente pide que fulanito pierda un ojo. Luego entregan el papel al sacerdote, él lo lee en voz alta y, según dicen, se cumple”, cuenta la escritora Donia Rusti.

Rusti no es creyente. Profesora universitaria jubilada, es una de las voces más reconocidas del actual panorama literario rumano. Una de sus novelas, una parábola sobre las penurias de la etapa comunista, tuvo éxito internacional. El día de nuestra cita, no muy lejos de la iglesia Zlatari, presentaba su último libro, una autobiografía.

Preguntada por si en esta iglesia habrá más de uno que le habrá echado un mal de ojo a Calin Georgescu, el candidato presidencial prorruso, se parte de risa. “En realidad, deberían echárselo a internet”, responde.

“Si Trump da un paso atrás y retira las tropas, nos quedaremos en manos de Rusia”, advierte una escritora

El periodista estadounidense Robert D. Kaplan, en su libro A la sombra de Europa , recuerda la maldición de la geografía que ha perseguido a Rumanía. Su posición en el mundo la ha dotado de elementos turcos, eslavos, griegos y romanos. Desde la antigüedad tardía, escribe Kaplan, hasta comienzos de la edad moderna, la planicie de Valaquia –donde se sitúa Bucarest– fue tierra de paso de las caballerías de los ejércitos otomano y bizantino. Durante la guerra fría albergó uno de los regímenes comunistas más despiadados.

Ahora Rumanía, país miembro de la Unión Europea y de la OTAN, se encuentra en un momento muy delicado y vuelve a mirar con miedo a Moscú. Mientras Donald Trump y Vladímir Putin están decididos a echar a Volodímir Zelenski del poder en Ucrania y terminar la guerra a su manera, Rumanía lo siente cerca.

En noviembre, Georgescu, un personaje que critica a la Alianza Atlántica y que ve con gran simpatía a Putin, investigado por la justicia, ganó por sorpresa la primera vuelta de las elecciones presidenciales. El proceso de reintegración en el bloque occidental podría verse interrumpido.

Las encuestas fallaron y no pronosticaron la victoria de un outsider apoyado por las formaciones de extrema derecha que clama contra la casta y la corrupción de la mano de miles de bots en las redes sociales de origen extranjero. En TikTok, sus etiquetas estaban entre las primeras a escala mundial. Rumanía tiene 19 millones de habitantes y 5,7 millones que han emigrado al extranjero para escapar de la penuria tras la caída del dictador comunista Ceausescu, que estuvo casi un cuarto de siglo en el poder. En la radio, entre los partes médicos del papa Francisco, informan de los arrestos de seis personas sospechosas de planear cambiar el orden constitucional y sacar al país de la OTAN en colaboración con Rusia.

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El político rumano Calin Georgescu, el viernes en Bucarest

ROBERT GHEMENT / EFE

“Georgescu es una respuesta a 35 años de mal gobierno”, explica Cristian Seidler, jefe de campaña de Elena Lasconi, la liberal que quedó segunda en las elecciones y dejó fuera de juego al primer ministro Marcel Ciolacu. “Estamos en la UE desde hace más de 15 años, y siempre estamos batallando con Bulgaria por el último lugar en las clasificaciones. Ningún euro del plan de recuperación entró en Rumanía el año pasado porque no se hicieron reformas”, lamenta.

Pero aunque ganó en las urnas, Rumanía no tiene ahora un ultraderechista prorruso como presidente, al menos de momento. El Tribunal Constitucional anuló los comicios antes de que se celebrara la segunda vuelta porque un informe desclasificado de los servicios secretos hablaba de serias evidencias de injerencia extranjera durante el voto, señalando a actores rusos tras el éxito descomunal en las redes sociales de Georgescu.

Las elecciones se repetirán en mayo, pero todavía no está claro que Georgescu se vaya a poder presentar

Las elecciones se repetirán en mayo, pero todavía no está claro que él se vaya a poder presentar: el Constitucional debe antes validar las 200.000 firmas que debe presentar para ser candidato. “No seamos ingenuos, los rusos lo volverán a hacer; si logran hacerlo en Rumanía, ¿cómo pensáis que no van a intentarlo en Europa Occidental?”, lanza Seidler.

“No le van a dejar presentarse porque es demasiado fuerte y le tienen miedo”, opina Alin, un hombre de mediana edad que votó al ultranacionalista. “Es muy inteligente y habla muy bien, y tiene razón en que la guerra de Ucrania tiene que terminar ya. También me gusta mucho Trump por eso”, razona. Después, cambia de tema y pregunta por cómo va el Barça en la Liga. Su hermano vive en Alcalá de Henares y sigue de cerca el fútbol español.

Entre las calles nevadas del centro de Bucarest, la escritora Doina Rusti es pesimista. Ella, que tanto vitoreó la caída del régimen de Ceausescu que mató a su padre, cree que su país, en el flanco este de Europa, está acabado si Trump y Putin cierran un pacto sin la UE. “Los rumanos y los europeos, todos; nos convertiremos en Ucrania, aun sin Georgescu”, advierte. “Si Trump da un paso atrás y retira las tropas de la frontera, nos quedaremos en manos de Rusia. No tendremos nada que hacer”.

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