Negociar con el mediador antes de negociar con el enemigo. Y pagar por ello. Esta es la situación en la que sigue encontrándose Ucrania, que hoy hará un nuevo intento de diálogo con Estados Unidos en la ciudad de Yida (Arabia Saudí). El presidente Volodímir Zelenski visitó ayer al anfitrión del encuentro, el príncipe Mohamed bin Salman, y hoy se reunirán los equipos.
El ucraniano lo encabeza el poderoso asesor presidencial Andryi Yermak, con el ministro de Defensa, Rustem Umérov; el de Exteriores, Andryi Sibiha, y su segundo, Pavló Palisa. Por el estadounidense, el secretario de Estado, Marco Rubio; el asesor de Seguridad Nacional, Mike Waltz, y el millonario Steve Witkoff, hombre de confianza de Donald Trump. Destaca la ausencia del homólogo de Umérov, el jefe del Pentágono, Pete Hegseth, que hasta hace poco era un comentarista de televisión.
Marco Rubio: “La suspensión de la ayuda de manera general es una cuestión que esperamos poder resolver”
Los ucranianos parten con la reciente propuesta de Zelenski de empezar ofreciendo pactar con Rusia un alto el fuego parcial que afecte a las operaciones aéreas –misiles, drones, bombarderos...– y navales en el mar Negro. El giro en su posición es notorio, ya que implica dejar en segundo plano la demanda inicial de garantías generales de seguridad a Estados Unidos para negociar, lo que significa para sus intereses poner el carro delante de los caballos. Los hombres de Zelenski, sin embargo, seguirán pidiendo que la ayuda militar estadounidense continúe, y este será el punto esencial de sus demandas.
El último acto de presión por parte de Trump fue congelar, el pasado jueves, el suministro de información de inteligencia, cuyas consecuencias se hicieron notar en Ucrania ya al día siguiente, y ello a pesar de que Steve Witkoff afirmó el domingo que no se había cerrado el grifo en lo que respecta a acciones defensivas de los ucranianos. El propio Trump dijo –crípticamente– que ya “casi” había finalizado la suspensión del apoyo en inteligencia.
Otros aspectos de la posición ucraniana son aprovechar el citado alto el fuego para intercambiar prisioneros y para la entrega por parte de Rusia de niños ucranianos secuestrados y llevados a su territorio, una práctica execrable que ya ejercieron la Unión Soviética, Alemania o Francia en la Segunda Guerra Mundial. Lo primero no debería hallar obstáculos, ya que ha habido canjes durante toda la guerra, pero lo segundo es más complicado. Según datos publicados en junio del 2024 por la inteligencia militar ucraniana, se trata de “al menos 20.000” niños desde el inicio de la invasión a gran escala los que estarían siendo “rusificados”, lo que los ucranianos califican de “genocidio cultural”.
Marco Rubio dijo ayer que “la suspensión de la ayuda –a Ucrania– de manera general es una cuestión que esperamos poder resolver” y lo que ocurra hoy en Yida “será determinante”. Según la cadena NBC, que citaba a funcionarios de Washington que se hacían eco de comentarios de Trump, el hasta ahora aparcado acuerdo sobre las riquezas minerales de Ucrania no sería suficiente para restablecer la ayuda militar de EE.UU. Trump quiere que Zelenski ceda territorio a Rusia y que celebre elecciones... O que dimita.

