Pakistán liquida a los 33 terroristas beluchis que habían secuestrado un tren con 400 pasajeros

Matanza a pie de túnel

El ejército atribuye a los militantes la muerte de 21 rehenes y solo reconoce cuatro muertos en sus filas

Pakistán liquida a los 33 terroristas beluchis que habían secuestrado un tren con 400 pasajeros
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Decenas de muertos en la liberación del tren de Beluchistán secuestrado por un grupo armado 

Las fuerzas de seguridad pakistaníes han concluido a última hora del miércoles la operación contra el grupo armado beluchi que ayer martes secuestró a un tren a su paso por una zona desierta de Belochistán. Según el ejército, todos los pasajeros han sido liberados, sin que haya que lamentar ninguna víctima durante el rescate. Sin embargo, 21 habrían sido sacrificados por sus captores del Ejército de Liberación de Belochistán (BLA). Cifra esta muy parecida a la facilitada previamente por los insurgentes, que aseguraban haber sacrificado a “veinte soldados ” entre el pasaje. 

Por otro lado, todos los terroristas -nada menos que treinta y tres- habrían sido eliminados, en muchos casos por  francotiradores desplazados especialmente. La fuerzas armadas reconocen solo cuatro víctimas mortales en sus filas, a lo largo de un tiroteo que duró muchas horas, con los militantes divididos en grupos reducidos. Estos se habrían embutido “un chaleco con explosivos“ y utilizaban a los rehenes ”como escudos humanos", en asientos contiguos, según fuentes de seguridad.

Asimismo, al menos diecisiete pasajeros heridos del Jaffer Express habrían tenido que ser evacuados y hospitalizados. 

Uno de los 17 heridos rescatados del Jaffer Express es atendido en la estación de Mach, en la misma línea atacada en Beluchistán, este miércoles

Uno de los 17 heridos rescatados del Jaffer Express es atendido en la estación de Mach, en la misma línea atacada en Beluchistán, este miércoles

El BLA había asegurado veinticuatro horas antes que ejecutaría  a los pasajeros en su poder si no se dejaba en libertad a varios “presos políticos”. Para el cuartel general pakistaní en Rawalpindi, lo que se decidía era un pulso “con un país extranjero”, de ahí el esfuerzo por aparentar una victoria sin paliativos y sin ninguna concesión. 

El Jaffar Express -con origen en Quetta y destino en Peshawar- fue inmovilizado ayer martes con una detonación en la vía y disparos al maquinista, que resultó herido. El asalto se produjo justo antes de la embocadura de un túnel, en la sierra de Bolan, todavía en la provincia de Beluchistán. Concretamente en el paisaje lunar de Sibi -a 160 kilómetros de la estación de origen- donde en el pasado se han registrado descarrilamientos con víctimas, provocados o fortuitos. 

Un lugar deliberadamente remoto, apartado de la carretera que generalmente discurre en paralelo a la vía y sin cobertura de móvil. Los terroristas, según Islamabad, “se comunicaban con el extranjero con teléfonos por satélite”. 

En el largo convoy, formado por nueve vagones de distintas clases, viajaban “425 pasajeros con billete”, según funcionarios de la estación de Quetta, capital de la provincia de Beluchistán. La organización terrorista dijo haber liberado antes del asalto del ejército a unos sesenta pasajeros, básicamente beluchis, además de algunas mujeres y niños. A docenas de kilómetros del pueblo más cercano, este grupo habría emprendido la marcha por las vías hasta la estación de Sibi. 

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Pasajeros rescatados con sus pertenencias, de regreso a la estación de Quetta, capital del Belochistán, de donde partió el tren luego secuestrado cuando atravesaba un lugar inhóspito de la sierra de Bolan, a docenas de kilómetros de cualquier núcleo habitado   

Stringer / Reuters

Según fuentes oficiales , en el Jaffar Express -que cruza las cuatro provincias de Pakistán, vía Jacobabad y Rawalpindi, en un recorrido de más de 1.600 kilómetros y 34 horas- viajaban unos cien soldados pakistaníes. Deseosos, sin duda, de dejar atrás en este mes de Ramadán el agujero negro de inseguridad que es Quetta, donde la vida de un soldado punyabí -como la de un funcionario punyabí- vale muy poco. No por la presencia ya mayoritaria de pastunes en la ciudad -y durante tres décadas, de talibanes afganos-  sino a causa del terrorismo secesionista beluchi, que a diferencia de otras insurgencias pakistaníes, no tiene ningún ángulo religioso. 

El portavoz del grupo, Jeeyand Baloch, publicó un comunicado en el que detallaba el asalto del BLA, incluyendo “el abatimiento de un dron”. Fuentes pakistaníes acusan a la organización de recibir instrucciones desde Afganistán, donde también viven algunos beluchis, aunque muchos menos que en Irán y Pakistán. A escondidas de los talibanes y enfrentados a estos, en el país vecino también perviven mercenarios de Estado Islámico de distintas nacionalidades. 

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Captura del vídeo del Ejército de Liberación de Belochistán (BLA) que muestra el tren secuestrado y militantes y rehenes concentrados en el exterior, antes de la contraofensiva mlitar que ha eliminado a los primeros y liberado a estos últimos

Uncredited / Ap-LaPresse

El BLA afirmaba que muchos de los rehenes eran miembros de las agencias militares, policiales y de inteligencia de Pakistán, como el ISI o la Fuerza Antiterrorista. Funcionarios que regresaban a casa de permiso en este mes de Ramadán. El comunicado insurgente advertía de que serían ejecutados si el ejército paquistaní lanzaba una contraofensiva. Pero los militares han hecho caso omiso y los han matado a todos, uno a uno .

Según la propia organización guerrillera, el asalto fue ejecutado por la Brigada Majeed del BLA, el Escuadrón de Operaciones Tácticas Especiales, el Escuadrón Fatah y la Unidad Zirab. Una operación de gran envergadura que eleva el listón de las capacidades de planificación y ejecución que se les suponía y que llevará a Islamabad a escudriñar fuera de sus fronteras, con consecuencias imprevisibles. 

La inmensa y árida provincia de Beluchistán, que alberga casi todos los yacimientos de gas de Pakistán, es también la más despoblada y atrasada del país. Islamabad acusa tradicionalmente al terrorismo beluchi de ser una fuerza mercenaria patrocinada por India, que devolvería así en especie el apoyo pakistaní a la insurgencia cachemir. 

Durante veinte años, los consulados de India en Afganistán fueron acusados de alimentar a estos grupos. Sin embargo, el problema ha empeorado desde que India dejó de tener representación diplomática en el Afganistán de los talibanes. Los nacionalistas beluchis, por su parte, acusan a sucesivos gobiernos pakistaníes de secuestrar a sus militantes y de  ejecutarlos extrajudicialmente. 

El presidente de Pakistán, Asif Ali Zardari -viduo de Benazir Bhutto- procede de una familia beluchi asentada en Sind. En su comunicado se ha referido específicamente a “la nación beluchi” y a la “repugnancia” de esta hacia cualquier acción terrorista que juegue con la vida “de mujeres y niños”. 

La nueva razón de ser de la insurgencia beluchi es la oposición a la presencia china en Beluchistán, solapándose peligrosamente con los intereses de terceros países, que también ven con malos ojos el corredor económico China-Pakistán. Este conecta la provincia china de Xinjian con el puerto beluchi de Gwadar, en el mar Arábigo, cruzando de paso la Cachemira ocupada por Pakistán. 

Este último asalto terrorista coincidió el martes con el arranque de las maniobras navales en el mar  Arábigo de las armadas de China -con un destructor- Rusia -con dos corbetas- e Irán, cerca del estrecho de Ormuz y del golfo de Omán. Como observadores, participan militares de Sudáfrica, Sri Lanka, Emiratos, Qatar, Pakistán, Omán, Azerbaiyán, Irak y Kazajistán. Los ejercicios -que se celebran por quinto año- coinciden con nuevas tensiones entre Irán e Israel.

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