Hutíes, la milicia yemení capaz de resistir a la armada estadounidense

Guerra en Oriente Medio

Trump ha prometido “el infierno” al grupo proiraní, que bloquea el mar Rojo desde hace un año

SANA'A (Yemen), 20/03/2025.- People inspect the damage of a building after US airstrikes struck a nearby event hall, in Sana'a, Yemen, 20 March 2025. US airstrikes struck a targeted event hall in a neighborhood of Sana'a, damaging nearby buildings and wounding at least seven women and two children, amid heightened tensions between the Houthis and the United States over Houthi attacks on shipping in waters around Yemen, according to Houthi-run Al-Masirah TV. (Estados Unidos) EFE/EPA/YAHYA ARHAB

Edificio dañado por los bombardeos estadounidenses en Saná

YAHYA ARHAB / EFE

Ni los mortíferos bombardeos ni las amenazas de Trump de “llevar el infierno” sobre los hutíes de Yemen impidieron que decenas de miles de personas inundaran esta semana las calles de Saná, la capital, en apoyo a una guerra contra Israel, Estados Unidos y el Reino Unido. Las banderas palestinas ondeaban entre los tumultos yemeníes, el país con más pobreza de Oriente Medio (afecta al 82% de la población, según la Agencia de Desarrollo de la ONU), pero cuyos ataques no han logrado ser detenidos por la principal potencia militar del mundo en un año y medio de conflicto.

Un mes después de los ataques perpetrados por Hamas el 7 de octubre del 2023, el grupo armado Ansarulah secuestró el buque Galaxy Leader y a toda su tripulación de marinos mexicanos en apoyo a los gazatíes. Así empezó una ofensiva contra toda aquella embarcación que tuviera como destino o puerto de paso Israel. La principales navieras del mundo, reacias a exponerse al peligro de ser torpedeadas por los hutíes, desviaron sus rutas hacia el sur, bordeando el continente africano en lugar de cruzar el mar Rojo.

Los rebeldes atacaron más de 100 barcos comerciales internacionales, dañaron más de 20 y hundieron dos

Yemen, divido de facto desde la guerra civil del 2014, y que no ha concluido oficialmente, controla las puertas de Bab el Mandeb: el pequeño cuello de botella entre el cuerno de Somalia y sus costas por el que han de pasar los cargueros para llegar al Mediterráneo a través del canal de Suez, que lleva más de un año con menos de la mitad del tránsito habitual. Durante ese tiempo, la armada británica, quien forma parte de la coalición occidental, registró ataques contra embarcaciones semanales, incluso diarias. En total, los rebeldes atacaron más de 100 barcos comerciales internacionales, dañaron más de 20 y hundieron dos, causando la muerte de cuatro tripulantes.

Los misiles hutíes también han apuntado a suelo israelí, aunque la inmensa mayoría han sido interceptados por los sistemas antiaéreos. El movimiento chií, encabezado por Abdul Malik el Hutí, derrocó al gobierno central de Yemen en Saná en 2014 y consolidó el control del norte y oeste del país desde sus bastiones en las montañas. Durante seis años, resistieron la fuerza aérea de Arabia Saudí, con asistencia americana.

Ansarulah, cuyos líderes visten el traje tradicional yemení ceñido por un cinturón con una daga, sostiene su bloqueo marítimo con arsenal importado directamente desde Irán. Es Teherán quien provee de estrategias y armamento al grupo, que, tras la aplastante derrota de Hizbulah en Líbano y la caída de Bashar el Asad en Siria, se ha convertido en la punta de lanza del llamado “eje de la resistencia” contra Israel. A partir de 2021 se inició un proceso de negociaciones, que colapsó tras el inicio de la guerra en Gaza. La actual campaña iniciada por la administración Biden ha sido una de las operaciones de combate más intensas de la Marina estadounidense desde la Segunda Guerra Mundial, según funcionarios.

Sin embargo, la estrategia estadounidense falló e hizo incrementar el número de incidentes, todo ello mientras Rusia y China negociaban en paralelo con los rebeldes para asegurar el paso seguro de sus propios barcos. En el mar, los carísimos misiles antiaéreos Standard americanos se agotaban interceptando los más baratos pero numerosos proyectiles de fabricación persa. Además, la falta de inteligencia precisa sobre las ubicaciones de los arsenales hutíes y sus rutas de contrabando de tecnología avanzada desde Irán dificultó la efectividad de los ataques aéreos.

Pero ahora Trump está determinado a acabar con lo que queda de la alianza proiraní. Los bombardeos sobre la capital yemení han dejado al menos medio centenar de muertos en tan sólo una semana, y el presidente ya ha anunciado que irán a por “las principales figuras” del grupo armado. En represalia, Saná lanzó ayer un nuevo misil balístico hacia el aeropuerto Ben Gurion, cerca de Tel Aviv, según declaró el portavoz militar del grupo. El objetivo final de la Casa Blanca es acorralar al régimen de los Ayatolás, sobre los que ha impuesto un nuevo paquete de sanciones económicas y quien ha dado un ultimátum de dos meses para desarmarse

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