Corea del Sur se ha librado finalmente del presidente que mandó al ejército a secuestrar el parlamento. Ciento veintidós días después de aquello, el Tribunal Constitucional ha sentenciado por unanimidad que la destitución de Yoon Suk Yeol por la Asamblea Nacional se ajustaba a derecho. El veredicto ha sido recibido con un alarido general y no pocas lágrimas de alegría por parte de sus detractores, concentrados por decenas de millares en varios puntos de Seúl. Algunos llevan haciéndolo de forma intermitente desde la misma noche del 3 de diciembre en que Yoon sorprendió al mundo con su extemporánea declaración de la ley marcial.
El ya expresidente deberá abandonar de inmediato su antigua residencia oficial y la orden de retirar su retrato de los cuarteles ya ha sido cursada. Unas nuevas elecciones presidenciales deberán celebrarse en un plazo de sesenta días, con casi dos años de antelación.
La argumentación de los ocho magistrados expresa sin fisuras que el ya expresidente se excedió en sus funciones al mandar al ejército a la sede de la soberanía nacional y a la Comisión Electoral, sin que concurrieran en absoluto las circunstancias que justificaran estas medidas extremas. Las dificultades para aprobar los Presupuestos Generales en ningún caso le daban esa potestad reservada para casos de guerra o de situación prebélica, según los juristas.
El Tribunal considera que no es eximente que el propio Yoon levantara la ley marcial al cabo de unas horas, ya que lo hizo a su pesar, obligado por la respuesta de la mayoría parlamentaria, de la reacción popular en la calle y por la resistencia pasiva de las fuerzas de seguridad a la hora de cumplir las directrices presidenciales. La sentencia subraya que Yoon violentó la neutralidad de las fuerzas armadas.
En resumen, los magistrados dan por buenos los cinco argumentos esgrimidos para su destitución, considerando, en resumen que Yoon pisoteó la Constitución y que el daño provocado por su salida será mucho menor que el que se derivaría de su continuidad.
Por sus actos inconstitucionales
Los jueces concluyen que la destitución de Yoon es menos dañina que su continuidad
El veredicto ha sido retransmitido en directo en televisión y seguido por las escuelas de varias provincias con fines pedagógicos, aunque el resultado estaba lejos de estar garantizado. Habrían bastado tres votos discrepantes para restituir en la presidencia a Yoon Suk Yeol. Este ya ha hecho público un mensaje en el que lamenta no haber cumplido las expectativas.
Decenas de miles de manifestantes se concentraban desde primera hora cerca del céntrico tribunal. La mayoría para evitar que eso ocurriera y una minoría, separada, cruzando los dedos para que sucediera un milagro.
El cuerpo policial fue movilizado al completo, sin que se hayan registrado incidentes de momento. En el recuerdo, la forma en que los partidarios de Yoon vandalizaron en enero el juzgado que dictaminó su reclusión preventiva.
El político reaccionario, de 64 años, se encontraba en libertad desde hacía cuatro semanas. Desde este momento, pierde todas sus prerrogativas, que estaban en suspenso. Debe afrontar además un juicio penal por sus responsabilidad en la asonada del 3 de diciembre, que devolvió por unas horas a la República de Corea a sus días más negros.
Imágenes de los expresidentes Yoon Suk Yeol y Parg Geun Hye exhibidas por la derecha coreana (que prefiere esta etiqueta política a la de “conservadores”). La inspiración trumpista evidente en el lema “Alto al robo”
Los magistrados han demostrado que no solo sus argumentos eran espurios, sino que además Yoon se saltó los procedimientos previstos para su medida de excepción.
Yoon Suk Yeol no asistió a la lectura de la sentencia “por razones de seguridad”. Varias embajadas, como la de Estados Unidos o China, se encuentran también bajo protección reforzada. Las paradas de metro cercanas al Constitucional están cerradas desde la madrugada y once escuelas de los alrededores no han abierto sus puertas.
El presidente en funciones, Han Duck Soo, rehabilitado como tal hace apenas una semanas se mantendrá en el cargo hasta la celebración de nuevos comicios. Han, que acumula también el cargo de primer ministro, para el que fue nombrado por Yoon, ha dado cuenta “con pesadumbre” de “la segunda destitución de un presidente de la República” pero ha prometido cumplir con su cometido durante este periodo de transición.
El juicio por insurrección sigue adelante
Yoon Suk Yeol declaró la ley marcial el 3 de diciembre de forma ilegítima
El veredicto unánime de hoy, 8-0, respaldado por los cuatro magistrados y cuatro magistradas del Constitucional, desacredita los temores de supuesta división en su seno. Rumores originados por la rehabilitación de Han Duck Soo en sus cargos por el mismo tribunal, la semana pasada, tras haber sido destituido por la Asamblea Nacional por su negativa a firmar el nombramiento del noveno magistrado -un progresista- para la plaza aún vacante.
Por su parte, Lee Jae Myng, líder del principal partido de la oposición, ha expresado su esperanza de que los coreanos no se vean obligados nunca más a pasar por este trauma, que ha tensado las costuras de la sociedad y puesto en cuestión la solidez de sus conquistas democráticas de las últimas tres décadas y media.
Los partidarios de Yoon (en la foto) responden a un perfil ideológico y religioso muy definido y son mucho menos numerosos que sus detractores. El perfil de estos últimos es más transversal, más intergeneracional, más educado y más joven y un veredicto que exculpara la ley marcial habría llevado a su movilización permanente
El jefe del Partido Democrático de Corea es el favorito según las encuestas para ganar las presidenciales, después de que la persecución judicial que pesaba sobre él desde hace dos años para impedírselo cesara el mes pasado. El cesado Yoon Suk Yeol fue Fiscal General del Estado antes de dar el salto a la política. Sorprendentemente, fue promovido al cargo por el entonces presidente de la distensión con Corea del Norte, Mun Jae In, que posteriormente ha declarado lamentar profundamente su “error de juicio”.
De manera no menos paradójica, Yoon Suk Yeol, en tanto que fiscal, jugó un papel protagonista en la anterior destitución de un presidente en activo, Park Geun Hye, hija del dictador militar Park. En los últimos tres meses, colmo de las paradojas, los nostálgicos de la dictadura, los anticomunistas furibundos y los jubilados movilizados por iglesias evangélicas exhiben en sus concentraciones retratos aparejados de Yoon Suk Yeol y Park Geun Hye, mientras agitan banderas de la República de Corea y de los Estados Unidos de América.
En su realidad alternativa, inflamada por las propias soflamas de Yoon Suk Yeol y varios youtubers de extrema derecha, las filas de la oposición -mayoritaria en la Asamblea Nacional- están cuajadas de agentes al servicio de Corea del Norte, mientras que las últimas elecciones legislativas, ya bajo la presidencia de Yoon, fueron manipuladas por China.
Noticias soleadas en la edición especial de esta tarde de los diarios de Seúl
Mientras tanto, la premio Nobel de literatura Han Kang -que noveló los episodios más siniestros de la dictadura- sintetiza el sentir humanista y democrático: “Apartar a Yoon Suk Yeol del poder sirve para proteger valores universales”.
Pero los efectos de la anacrónica, intempestiva e ilegal declaración de la ley marcial por parte de Yoon no han terminado para este. El expresidente seguirá sujeto, ahora sin inmunidad, al juicio abierto para depurar sus responsabilidades penales por su asonada del 3 de diciembre. En caso de ser condenado por “insurrección” podría recibir cadena perpetua, habida cuenta que la pena capital, también prevista, no se aplica ya en Corea del Sur.
Así que al país asiático le esperan todavía días agitados, mientras el vendaval arancelario de Donald Trump acaba de enterrar en la práctica el tratado de libre comercio entre Washington y Seúl que llevaba en vigor más de una década. Peor aún, infligiendo sobre Corea del Sur gravámenes del 25%, superiores incluso al 24% dedicado a Japón, que nunca derribó sus barreras comerciales.
En Corea del Sur nadie duda que el vacío de poder ha jugado en su contra. Por eso todos, desde los agentes económicos hasta los diplomáticos, desean pasar página. Hoy, mientras los índices bursátiles japoneses volvían a perder alrededor del 3%, los coreanos cedían apenas un 0,86%, después de haber estado en terreno positivo inmediatamente después de la sentencia.