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Memorias de la caída de Berlín

Historia del siglo XX 

Antiguos soldados polacos que presenciaron la derrota de la Alemania nazi y el fin de la Segunda Guerra Mundial hace 80 años llaman a aprender del pasado

Los tenientes Józef Nowak y Józef Kwiatkowski, de 94 y 98 años, en una esquina del barrio berlinés de Charlottenburg que tomada por tropa polaca el 2 de mayo de 1945. La foto es del 2 de mayo de 2025 

MARÍA-PAZ LÓPEZ

En una esquina del barrio de Charlottenburg, junto a un edificio de la Universidad Técnica, una placa conmemorativa en un poste recuerda a “los hombres y mujeres del Primer Ejército Polaco” que lucharon en abril y mayo de 1945 en la batalla de Berlín “para liberar Polonia y Europa del fascismo”. La ciudad se rindió el 2 de mayo al Ejército Rojo, y los generales de la Wehrmacht firmaron la capitulación incondicional de la Alemania nazi el 8 de mayo, hace ahora ochenta años.

El Bundestag (cámara baja del Parlamento) celebrará el próximo jueves el aniversario de la capitulación, considerada aquí como una liberación del nazismo, que llevó al fin de la Segunda Guerra Mundial en Europa. A la ceremonia no están invitados representantes de Rusia ni de Bielorrusia. La agresión rusa a Ucrania en curso desde el 2022 ha dinamitado la memoria compartida del acontecimiento histórico.

El Ejército Rojo tomó Berlín en 1945, pero la agresión rusa a Ucrania ha dinamitado una memoria histórica que era también compartida por Alemania 

La tropa polaca que asaltó Berlín, aunque autónoma, combatía encuadrada en el Ejército Rojo –no le quedó otra opción–, pero los promotores de la placa conmemorativa, instalada en el 2020, eludieron significativamente toda mención al ejército de Stalin, que antes de marchar sobre Alemania había invadido Polonia de común acuerdo con Adolf Hitler. La placa se limita a informar de que los polacos lucharon “con las fuerzas aliadas”.

Junto a ella, algunos veteranos venidos desde Polonia participan en un homenaje organizado por el Instituto Pilecki, centro público polaco de investigación y divulgación histórica con oficinas en Varsovia y Berlín, y por la Asociación de Veteranos de Guerra de la República de Polonia y Antiguos Presos Políticos (ZKRPiBWP, por sus siglas en polaco).

 “Como en abril y mayo yo no estaba directamente en Berlín, sino en una división que operaba en los alrededores de Berlín, no me enteré de la caída de la ciudad hasta unos días después; después de la capitulación, estuve en la zona de la puerta de Brandemburgo”, cuenta en una entrevista el teniente Józef Nowak, de 94 años, que tenía entonces 14 y se ocupaba de tareas de telecomunicaciones. Era un hijo del regimiento , como se llamaba a niños y adolescentes huérfanos de guerra que eran colocados al cuidado de unidades militares.

El comandante polaco Boleslaw Danielkiewicz, de 101 años, en una sala del Instituto Pilecki, centro público polaco de investigación histórica, en Berlín el 2 de mayo del 2025

MARÍA-PAZ LÓPEZ

“Yo llegué a Berlín en el Primer Ejército Polaco combatiendo desde Varsovia, atravesamos Pomerania, cruzamos el río Oder y en primavera estábamos en Berlín cerca del río Havel; yo iba en una unidad de artillería de obuses”, cuenta el comandante Boleslaw Danielkiewicz, de 101 años, que tenía 21 durante el asalto a la capital del Tercer Reich.

En la batalla de Berlín combatieron un millón de soldados del Ejército Rojo –rusos, ucranianos, bielorrusos, georgianos…- que Stalin despachó hacia la capital alemana en su voluntad de conquistarla antes que los aliados occidentales, junto a unos 180.000 polacos. Frente a ellos, había unos 100.000 soldados alemanes. El día 21 de abril, los soviéticos tomaron la primera casa en la ciudad, en el distrito de Marzahn, en el este. La lucha encarnizada calle a calle y los movimientos envolventes prosiguieron.

En este lugar de Charlottenburg, en el oeste de la capital, la escuela técnica era una de las posiciones nazis más fuertemente fortificadas, pensada para proteger la ruta hacia la Cancillería del Reich, donde se encontraba Adolf Hitler. La escuela fue tomada por polacos el 2 de mayo, dos días después del suicidio de Hitler en el búnker de la Cancillería.

Museo de Berlín-Karlshorst, en el edificio donde se firmó la capitulación incondicional de la Alemania nazi en la noche del 8 al 9 de mayo de 1945. Ahora con bandera ucraniana en el mástil 

Jens Kalaene / dpa/picture alliance via Getty

Ni Nowak ni Danielkiewicz ni el teniente Józef Kwiatkowski, de 98 años, también presente en el homenaje, participaron en ese asalto, pero mantienen el recuerdo de los combates, el hedor de muerte, la destrucción, la suciedad y el odio de aquellos días. “Nunca más guerra, nunca más guerra, nunca una tercera guerra mundial”, repite Danielkiewicz.

La actual guerra en Ucrania les llena de desazón. “Provoca un profundo sentimiento de amargura y una pérdida de fe en la humanidad –reflexiona Nowak–. Hemos tenido unas décadas de paz, no en todas partes pero sí en bastantes, y lo que sucede ahora en Ucrania con la guerra de agresión de Rusia es un fracaso de la humanidad, porque ya dura tres años y deberíamos haberla parado derrotando al agresor ruso; esto es un testimonio terrible y refleja una falta de aprendizaje de la Segunda Guerra Mundial”.

Simbología de la derrota nazi

Polonia reivindica el izado de su bandera el 2 de mayo de 1945 en la columna de la Victoria, frente al icónico izado de la enseña soviética en el Reichstag

En otro trasunto de aquellos tiempos, Polonia reivindica el izado de su bandera vencedora el 2 de mayo de 1945 en lo alto de la columna de la Victoria –la ondearon soldados de la misma división que había liberado la escuela técnica–, frente al icónico izado de la enseña soviética en el Reichstag.

Esta imagen, tomada por el fotógrafo soviético Evgeny Khaldei, fue retocada por orden de Stalin con fines propagandísticos. “Cuando se izó nuestra bandera polaca en la columna al final de la guerra, se volvió a arriar al poco tiempo porque el ejército soviético puso la suya. Y bastante tiempo después vinieron los franceses y pusieron allí también su bandera”, recuerda el comandante Boleslaw Danielkiewicz.

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En efecto, los ejércitos aliados occidentales llegaron a Berlín dos meses después, en la primera semana de julio; eran divisiones estadounidenses y británicas, y una pequeña unidad francesa. Pero antes, altos mandos militares occidentales habían acudido para firmar la capitulación alemana en la noche del 8 al 9 de mayo.

“Para los polacos, sobre todo para los soldados que habían luchado durante años en el frente occidental y en el oriental, o en la clandestinidad en territorio nacional, los días de la primavera de 1945 fueron un tiempo de triunfo, de orgullo y de gran alegría, pero también de amargura –argumenta el historiador Krzysztof Ruchniewicz, director del Instituto Pilecki–. Polonia fue la primera víctima de la guerra y se convirtió después en la primera víctima de la política de la posguerra”.