Hay una delgada línea que une Tagaste con Chicago, Chulucanas, Chiclayo, Callao y Roma. De la misma forma que hay una constante en todos los seres humanos, por muy distintos que sean, que reside en las emociones. Las personas empiezan sintiendo y acaban sintiendo. Solo durante una época de su vida razonan. Sin embargo, lo que les hace verdaderamente humanos es sentir. La inteligencia artificial superará en breve la capacidad humana de pensar, pero no podrá nunca suplantar la capacidad humana de sentir. Y eso lo sabía ya san Agustín en el siglo III.
Esta tarde, en el día y a la hora que La Vanguardia anunció el miércoles (“no olviden a san Agustín estos días”), el colegio cardenalicio reunido en cónclave eligió a un religioso agustino como nuevo Papa. Efectivamente, Robert F. Prevost es el 267 sucesor de san Pedro, adoptando como nombre el de León XIV. Para los atentos observadores de la realidad, la misa que el cardenal español Ángel F. Artime presidió el pasado sábado en la basílica de san Pedro, la penúltima en los nueve días de luto por el papa Francisco, la cara del cardenal Parolin no podía dejar de traslucir disgusto, frente a la serenidad de la del entonces cardenal Prevost. Parecía una encarnación de los dos bustos, el anima beata y el anima dannata , que Bernini creó en 1619 para la Iglesia de España en Roma.
En la misa que el cardenal Artime presidió el sábado, la cara de Parolin traslucía disgusto
Y es que, como también informó La Vanguardia el día uno, “ya estaba todo el pescado vendido”, existiendo “un papable americano”. Era Bob, el hijo de Louis y Mildred, de origen francés el primero y español la segunda, que nació en Chicago, la ciudad más industrializada y materialista de Estados Unidos. En las congregaciones de cardenales había algo que cautivó al resto. Aquel norteamericano (1955), con nacionalidad también peruana (1985) y vaticana (2023), hablaba al corazón. No hacía grandes reflexiones teóricas, sino que usaba el lenguaje de las emociones. “Mi corazón está inquieto”, decía san Agustín, “hasta que no repose en ti”.
Hoy se ha demostrado que “quien entra papa sale cardenal”. La actitud triunfal del cardenal Parolin al entrar al cónclave fue su perdición. El saludo litúrgico que le dio el cardenal Re, que se suponía neutral, deseándole “suerte por partida doble” al final de la misa pro eligendo pontifice , no pasó inadvertido al resto de cardenales. Tampoco las referencias del cardenal Filoni. Ni el acto social del cardenal Zuppi el domingo en Bolonia. Anteriormente algunos medios afines a ese grupo de presión o cordata habían intentado acusar a Prevost falsamente de encubrir casos de pederastia durante su etapa episcopal en Perú, cuando había sido precisamente lo contrario: él fue quien denunció a los presuntos culpables. Tras esto se impone una actualización de la normativa del cónclave, regulada por la Universi Dominici Gregis (1996-2013).

Robert Francis Prevost en Perú
Su papel también fue clave para destapar el caso del Sodalicio de Vida Cristiana, el grupo peruano desbaratado por el sacerdote tortosino Jordi Bartomeu, no sin ataques falsos hacia él. De ahí los dos motivos de la elección del nombre de León como Papa tras 122 años sin usarlo ninguno de sus predecesores. Con él hace referencia a la dimensión social de la fe, como hizo León XIII, el pontífice que inauguró las enseñanzas sociales de la Iglesia, preocupándose por obreros y campesinos, sindicatos y patronales, diálogo social y salario justo, así como condiciones dignas de vida y límites tanto al liberalismo como al socialismo.
Si se le hubiera hecho caso, ninguno de los dos totalitarismos del siglo XX se hubiera producido. Pero con el apelativo al animal africano, continente de san Agustín, hace también referencia no a la fiereza sino al valor: con talante dialogante, no va a temer proponer al mundo “una civilización del amor”, como sugería el obispo de Hipona cuando en los siglos IV y V vio caer al imperio romano por la falta de sensibilidad hacia los esclavos del sur y los migrantes del norte. Todo un aviso a Europa.
Prevost es una persona sencilla, que en Perú vivía en una vivienda sencilla, caminaba por las calles de barro e hizo suyas las culturas aborígenes. Esa misma austeridad la demostró en España cuando visitó el colegio San Agustín de Madrid. Es una persona con capacidad de liderazgo pero con escucha activa, con empatía y templanza, de un hablar pausado, que evita el protagonismo. Y eso va a reforzar la sinodalidad, como ya ha evidenciado en sus primeras palabras, haciendo incluso las merecidas referencias al papa Francisco que tanto se ha echado en falta estos días. El resto de agustinos le definen como un hermano discreto y sencillo, de talante dialogante pero de ideas claras. Evita las confrontaciones, prefiere el pacto. Su formación como matemático le convierte en un perfecto organizador y su especialización como canonista hacen que conozca la curia, como ya demostró como prefecto del Dicasterio de los Obispos desde el 2023. El papa Francisco vio en él a la persona capaz de nombrar a obispos cabales, verdaderamente evangélicos, con vocación de pastores.
Es un reformista pragmático. Geopolíticamente articulará las relaciones entre occidente y oriente por su capacidad de diálogo. Internamente va a intentar continuar con su formación de líderes locales, su gran apuesta, y las vocaciones, desde la vida laical a la vida sacerdotal, pasando por la religiosa. Por su edad, su pontificado se intuye largo, de cerca de 25 años. Toda una generación. La necesaria para consolidar, armonizar y modular las reformas emprendidas de Francisco y proponer al mundo, como San Agustín, el famoso “ama y haz lo que quieras”, porque como fijó en su lema episcopal “en Él somos uno”.