Desde sus primeros días como Papa, León XIV ha dejado claro hacia dónde quiere llevar a la Iglesia. Tanto en el plano teológico como en su cercanía con los fieles —un rasgo característico del pontificado anterior—, ha mostrado la intención de mantener una Iglesia accesible y comprometida.
El vínculo con Bergoglio no está solo en las palabras: ayer se hizo visible con su paso por la basílica de Santa María la Mayor, donde oró ante su tumba, dejó una rosa blanca y también rezó frente al icono de la Virgen “Salus Populi Romani”, muy venerado por el pontífice argentino.
Eligió llamarse así por la encíclica ‘Rerum Novarum’: “Está en juego la dignidad humana”
Con una trayectoria misionera, el nuevo líder de la Iglesia no parece dispuesto a encerrarse entre los muros del Vaticano. En su segundo día, expresó su deseo de ir al santuario de la Virgen del Buen Consejo, en Genazzano, un pequeño pueblo a 80 kilómetros de Roma confiado a los agustinos desde el siglo XIII, orden a la que él mismo pertenece. Un gesto no programado pero muy significativo: “He querido venir aquí en estos primeros días del nuevo ministerio que la Iglesia me ha confiado, para llevar adelante esta misión como sucesor de Pedro”, dijo a los fieles, antes de regresar al Vaticano en una furgoneta negra de Volkswagen.
Hay una revolución que exige respuesta: la de la inteligencia artificial. Robert Francis Prevost eligió el nombre de León XIV para dejar clara esa prioridad. Su decisión remite a León XIII, quien, con la encíclica Rerum Novarum de 1891, sentó las bases de la llamada doctrina social de la Iglesia. Entonces era la revolución industrial la que sacudía siglos de equilibrio social; hoy, es la IA la que interpela los principios fundamentales.
El nuevo Pontífice quiere una Iglesia plenamente involucrada en el mundo contemporáneo, con el ser humano en el centro. Ese compromiso fue expresado durante una reunión a puerta cerrada con los cardenales, celebrada en el mismo lugar que acogió los encuentros previos al cónclave. Un gesto que subraya su deseo de contar con la ayuda de sus “colegas” para afrontar “una tarea claramente por encima de mis fuerzas, como de las de cualquier otro”.
“Hoy la Iglesia –ha dicho el Papa– está llamada a responder a una nueva revolución industrial y a los avances de la inteligencia artificial, que plantean nuevos desafíos para la dignidad humana, la justicia y el trabajo”.
Temas que, aunque en forma preliminar, ya habían sido planteados durante el pontificado anterior, como cuando Francisco participó en una sesión del G-7 en Apulia, invitado por Giorgia Meloni, precisamente sobre estos asuntos. Luego desarrolló esas ideas en el documento Antiqua et nova , donde se afirmaba que la IA debe ser utilizada “solo como instrumento complementario a la inteligencia humana”.
También en esta ocasión, León XIV rindió homenaje a su antecesor con palabras de gratitud: “El Papa, desde san Pedro hasta mí, su indigno sucesor, es un humilde servidor de Dios y de los hermanos, nada más que eso. Así lo han demostrado muchos de mis predecesores, y en especial Francisco, con su entrega en el servicio, su sobriedad de vida, su abandono en Dios durante la misión y su serena confianza al regresar a la Casa del Padre. Recogemos esta herencia preciosa y retomamos el camino animados por la misma esperanza que nace de la fe”.
Las comparaciones con Francisco acompañarán inevitablemente a León XIV. Hoy, el Papa volverá a asomarse a la plaza de San Pedro para el regina coeli, la bendición dominical que sustituye al ángelus durante el tiempo pascual. Es, tradicionalmente, el momento en el que su predecesor dirigía oraciones por las regiones más castigadas del planeta, alternando llamamientos a la paz con conmemoraciones religiosas. Habrá que ver si Prevost adopta una línea similar, mencionando a gobiernos y responsables de los conflictos actuales.
Aún queda mucho por descubrir. Lo cierto es que León XIV impresiona por su serenidad. Así lo expresó también Pietro Parolin, secretario de Estado y favorito en el cónclave, aunque no logró alcanzar los 89 votos necesarios para ser elegido. “Me impresionó sobre todo la serenidad que se reflejaba en su rostro en momentos tan intensos y, en cierto sentido, ‘dramáticos’, porque cambian totalmente la vida de un hombre”, escribió en una carta enviada al diario Il Giornale di Vicenza , provincia del noreste de Italia a la que pertenece Schiavon, su municipio natal. Parolin quiso agradecer y consolar a sus paisanos: “En referencia a la ‘afición’ de los vicentinos a mi favor (humanamente comprensible, creo), al final debe superarse según una lógica diferente, de fe y de Iglesia”, añadió.
Pero tal vez no hacía falta un Papa italiano para sentirse en casa. A la salida de Santa María la Mayor, algunos vecinos del barrio del Esquilino lo saludaron con camisetas de fútbol. El Papa, desde el coche con la ventanilla bajada, les dio la mano y respondió en italiano con un “¡Forza Roma!” en apoyo al equipo de la capital. El pastor “tímido” ya está perfectamente integrado en su diócesis.