Como si de un monitor de hospital se tratara, el abuelo de Giang Thanh escuchó un 'pip' justo al pisar con la pierna derecha una mina enemiga. Un ardor intenso recorrió su cuerpo antes de desmayarse. “Cuando despertó, estaba en el hospital con la mitad de la pierna amputada”, cuenta su nieto, de 28 años, a La Vanguardia.
En Vietnam, la guerra no solo se estudia en el colegio o en los libros, también se recuerda en casa, en las historias que los abuelos relatan sobre cómo sobrevivieron bajo las bombas y las armas químicas, escondidos en la selva o en túneles. “Me hablaban de la hambruna, de lo complicada que era la vida en el bosque y de las dificultades que tuvieron para tener hijos, debido a las duras condiciones de vida”, dice Bárbara (21), natural de Hanoi.
Vietnam conmemora medio siglo de reunificación tras una guerra que dejó 3 millones de muertos
Che (26), un guía turístico de la región norteña de Ha Giang, asegura que para sus antepasados la guerra contra EE.UU. supuso una “huella profunda en sus vidas”, pero también “salieron más fuertes, ahorradores y valorando mucho más la paz”.
Se cumplen 50 años desde que las fuerzas del Viet Cong y el ejército de Vietnam del norte tomaran Saigón, antigua capital del sur, marcando el fin de la guerra. El país celebra estos días la reunificación de los dos Vietnam -que estuvieron separados más de veinte años-, cuyo conflicto se cobró la vida de hasta 3 millones de vietnamitas entre mediados de los cincuenta y mediados de los setenta.

Una pareja posa para una foto mientras contempla los fuegos artificiales en conmemoración del 50º aniversario de la reunificación de Vietnam, el 30 de abril de 2025 en Ciudad Ho Chi Minh, Vietnam.
Los jóvenes entrevistados pertenecen a una generación sin guerra, y aunque el conflicto no forma parte de sus conversaciones cotidianas, sienten que es una “parte inseparable” de la identidad nacional. “Me recuerda el valor de la libertad, la independencia y la responsabilidad de preservar lo que las generaciones anteriores sacrificaron”, dice Che.
“Para quienes la vivieron directamente —una generación que aún existe, aunque cada vez es menor— es un recuerdo doloroso, porque todos perdieron a un padre, hermano o a un hijo. Es muy difícil entender lo que supone ser vietnamita sin entender la guerra de Vietnam. Además, el gobierno refuerza esta memoria al promover valores como el sacrificio y el esfuerzo como parte de una tradición histórica de resistencia”, asegura Pablo Pareja, profesor de Relaciones Internacionales de Asia en la Universitat Pompeu Fabra (UPF).
La guerra me recuerda el valor de la libertad y la responsabilidad de preservar lo que las generaciones anteriores sacrificaron
Aunque el dolor de la guerra quedó atrás en un país donde la media de edad ronda los 33 años, muchos jóvenes sienten la “responsabilidad” de seguir reconstruyendo su país, como lo hicieron sus antepasados. “Tenemos un dicho: preservar el pasado para mirar hacia el futuro”, expresa Bárbara. En este sentido, los vietnamitas no guardan rencor hacia Estados Unidos, pues haber vencido a la potencia militar más poderosa del mundo les ha dado -aseguran- una posición desde la que no sienten resentimiento.
En cuanto a su relación con Estados Unidos, Vietnam aún mantiene algunas reclamaciones históricas por los daños causados durante la guerra. “Aunque no ha renunciado del todo a recibir compensaciones, este asunto ha perdido peso en la agenda bilateral. Ambos países negocian principalmente acuerdos comerciales y otros temas estratégicos, prevaleciendo un enfoque mucho más pragmático”, detalla Pablo Pareja.

La gente reacciona cuando un avión militar con la bandera nacional ondea sobre la ciudad durante el desfile que conmemora el 50 aniversario de la liberación del Sur y la reunificación de Vietnam.
No obstante, su relación con EE.UU. vuelve a estar en el punto de mira después de que Donald Trump anunciara la intención de aplicar aranceles -ahora congelados- del 46% a los productos vietnamitas. “Vietnam no se basa tanto en que lo haya tratado peor que a otros países, sino en que, dadas las heridas del pasado, esperaban un trato un poco más considerado”, detalla Pareja.
“Vietnam nunca baja la guardia y siempre encuentra la forma de defender sus intereses. Personalmente, aunque muchas decisiones de Trump me parecen absurdas, las acciones de nuestro Estado refuerzan mi confianza en que Vietnam tiene oportunidades estratégicas muy sólidas”, expresa Giang Thanh. Y añade Che: “El pueblo vietnamita es un pueblo con una voluntad firme e indomable, que no se somete ante ningún poder hostil”.
Vietnam se ha convertido en una de las economías de mayor crecimiento del mundo, situándose ya entre las 35 más grandes. Pero, ¿cómo ha logrado alcanzar esta posición un país que lleva apenas 50 años en paz? El despegue económico tiene dos momentos clave. “El primero fue en 1986, con las reformas conocidas como Doi Moi, cuando el país abandonó el modelo comunista clásico de economía centralizada para adoptar un sistema mixto y más abierto”, explica Pareja. Este giro permitió a Vietnam integrarse en el llamado “milagro económico asiático”, siguiendo la estela de países como Japón, Corea del Sur o Taiwán. El segundo punto de inflexión se produce a principios del siglo XXI: “Profundizó su apertura al mercado global y adoptó una economía de mercado con características capitalistas”.
Una de las 35 economías de mayor crecimiento mundial
“En 1986 con las reformas Doi Moi, Vietnam abandonó la economía comunista centralizada por un sistema mixto y más abierto”, explica Pareja. Esto le permitió unirse al “milagro económico asiático” como Japón o Corea del Sur. “El segundo cambio llegó a inicios del siglo XXI, al profundizar su apertura global y adoptar una economía de mercado con rasgos capitalistas”.
A pesar del gran salto económico de las últimas décadas, Vietnam no ha seguido un proceso de democratización como sí lo han hecho otros países de la región. “Se trata de un caso singular. Para la mayoría de jóvenes vietnamitas no les preocupa tanto si su país es o no una democracia. Lo que realmente valoran es que el gobierno les garantice servicios públicos, oportunidades de crecimiento económico y mejoras en su calidad de vida”, aclara Pareja.

Miles de personas acamparon la noche anterior para poder ver los desfiles y celebraciones en la ciudad de Ho Chi Minh, Vietnam.
En este sentido, la población es “muy reacia” a manifestar su opinión política, aunque esta sea positiva. “Hablar de política no está bien visto socialmente. Buena parte de la población aplica una autocensura”. De hecho, este medio ha intentado ponerse en contacto con más jóvenes para conocer su opinión, pero han desestimado la petición por “miedo a represalias”.
No hay que perder de vista que para los vietnamitas quienes más ha amenazado históricamente su autonomía ha sido China. “El país tiende a mantener una posición lo más ambivalente posible porque no quieren verse atrapados entre dos grandes potencias, como ya les pasó durante los años 60 y 70, en parte porque se vieron atrapados en la lucha entre EE.UU. y la URSS”, expone Pareja.
Una posición ambivalente respecto a China y EE.UU.
Aunque, en estos momentos, las dos potencias mundiales no muestran pretensiones territoriales sobre Vietnam, en un futuro el gobierno “tendrá que elegir”. De momento, Vietnam está sabiendo manejar la situación. “Hay que tener en cuenta que actúa como miembro de la ASEAN, la asociación de países del Sudeste Asiático. Esto significa que no está solo, sino que puede coordinarse y alinearse con sus países vecinos, lo que, de alguna manera, también le permite aliviar parte de las presiones externas”.
“Orgullo”, “felicidad” e “independencia” son las palabras que más resuenan estos días con motivo del 50 aniversario de la reunificación. Los más jóvenes (y no tan jóvenes) llenaron el pasado 30 de abril las avenidas de las principales ciudades, y muchos pasaron la noche anterior en la calle para poder presenciar los desfiles. “Ver a la gente acampando en las calles, no para comprar un iPhone ni para ver a una celebridad, sino para asistir a un desfile militar… Me conmueve profundamente. Nunca me había sentido tan orgulloso de ser vietnamita”, concluye Giang Thanh.