El Partido Conservador británico, uno de los más antiguos del mundo, ha sido definido como “una monarquía absoluta moderada sólo por el regicidio”. Nunca ha tenido contemplaciones con sus líderes, ya fueran Winston Churchill o Margaret Thatcher, ya hubieran ganado la guerra o hecho una revolución económica y social. Y de esa manera han conseguido gobernar dos terceras partes del tiempo en el último siglo.
Sus orígenes se remontan al reinado de Carlos II, y acontecimientos como la revolución industrial, la Reforma protestante, el proteccionismo, el auge de las clases medias, el derecho de voto de las mujeres o la independencia de Irlanda han marcado su historia, provocado escisiones y dado pie a alianzas, a través de figuras como Robert Peel, Benjamin Disraeli, Lord Salisbury, Arthur Balfour, Austen y Neville Chamberlain Stanley Baldwin, Winston Churchill, Margaret Thatcher...
La última encuesta sitúa a los ‘tories’ en cuarto lugar, por detrás de Farage,el Labour y los liberales
Han evolucionado y cambiado de colores como un camaleón, siempre como defensores de la propiedad privada, el libre comercio, la industria, las instituciones, la monarquía, la ley y el orden, la familia, un ejército fuerte y los valores culturales tradicionales. Pero ahora se encuentran ante una encrucijada que podría significar su aniquilación. También el Partido Socialista francés o el Partido Comunista checo parecían inexpugnables en su momento.
Una encuesta publicada hace tan solo un par de días los sitúa en cuarta posición en intención de voto (con apenas un 16%), detrás de Reforma UK (la ultraderecha de Nigel Farage, 29%), el Labour (22%) y los liberales demócratas (17%), por delante únicamente de los Verdes. Unas cifras de crisis existencial, porque de repetirse en unas elecciones generales se quedarían casi sin representación en la Cámara de los Comunes. ¡Quién los ha visto y quién los ve!
Kemi Badenoch,su lideresa, tiene el apodo de ‘Kemikaze’ por el carácter suicida de sus estrategias
Su espectacular declive se remonta a la decisión de David Cameron de convocar el referéndum del Brexit en el 2016 (y por supuesto a perderlo). A partir de ese momento se sucedieron cuatro líderes (Theresa May, Boris Johnson, Liz Truss y Rishi Sunak), todos los cuales (con la excepción de Boris) heredaron el puesto de primer ministro sin haber ganado unas elecciones. Sí, ya se sabe que el regicidio está a la orden del día, pero aún así parece un poquito exagerado...
La actual lideresa, Kemi Badenoch, de origen nigeriano, fue elegida para estabilizar la nave, neutralizar el avance de la ultraderecha, ser una oposición efectiva al Labour y preparar el terreno para un regreso al poder, si no en las próximas elecciones (previstas para el 2029), sí en las siguientes. Pero por el momento no ha logrado ninguno de sus objetivos, y algunos de sus estrategias son tan suicidas (como las de los pilotos nipones que se estrellaban contra los buques norteamericanos en Okinawa y otras batallas del frente del Pacífico) que ha recibido el apodo de Kemikaze . En japonés, kamikaze quiere decir “viento divino”, pero ella no parece ni mucho menos tocada por los dioses.
Responsables del incremento dela inmigración y el alza de los impuestos,los votantes los ignoran
Su papeleta no es fácil. A los votantes que se inclinan a la derecha les preocupa la inmigración, pero resulta que los conservadores (y ella formó parte de los últimos gobiernos) publicitaron el Brexit para “controlar las fronteras”, y a la hora de la verdad abrieron las puertas (sobre todo Johnson) a cerca de un millón de extranjeros al año, en su mayor parte como mano de obra barata en la sanidad y la atención social. Quieren pagar los menos impuestos posibles, y con Rishi Sunak alcanzaron el nivel más alto en los últimos setenta años. Añoran la seguridad en las calles de antaño, pero bajo sus últimos catorce años de mandato se redujo el número de policías que salen de patrulla. Albergan sueños imperiales, pero el ejército se ha deteriorado hasta el punto de que los portaviones no funcionan, cuesta encontrar soldados (la paga es miserable) y el país sería incapaz de mantener el tipo en una guerra. Abogan por un Estado pequeño y unos subsidios sociales sólo para los más necesitados, pero nueve millones de británicos en edad de trabajar no lo hacen, y uno de cada ocho reclama ayudas por algún tipo de discapacidad.
La tercera ley de Newton dice que por toda acción hay una reacción contraria, y a las acciones (u omisiones) de los tories ha seguido el auge de Reforma UK, el último experimento de extrema derecha de Nigel Farage. Es un partido poco profesional, con algunos caracteres dudosos propensos a hacer comentarios que suenan a racistas, sexistas y fascistas, con un programa inviable de más gasto y menos impuestos que sería el hazmerreír de los mercados (como el de Liz Truss pero a lo bestia, y ella sólo duró 49 días), pero que encaja con el populismo y las políticas identitarias en boga, un nacionalismo inglés que pide más soberanía nacional.
Es como si los conservadores británicos se hubieran quedado estancados en los años ochenta, capaces sólo de cantar en el karaoke los mejores éxitos de Margaret Thatcher, sin respuestas para problemas como una deuda pública que es casi el 100% del PIB, una falta de productividad crónica, un ratio preocupante entre pensionistas y gente que trabaja, los mayores costes energéticos de Europa, unas infraestructuras que se vienen abajo... Y a todo esto ni siquiera saben todavía por qué han perdido. Se sienten el partido natural del poder y confían en que las cosas vuelvan a su sitio. Pero esta vez el peligro va en serio.
Jenrick espera su momento
En el Partido Conservador británico los cuchillos nunca se quedan mucho tiempo en el cajón. Robert Jenrick fue derrotado por Kemi Badenoch en la disputa por el liderazgo tory hace menos de un año, pero ya hace abiertamente campaña para cuando llegue el momento de un relevo, quizás incluso antes de las próximas elecciones si el partido tradicional de la derecha no levanta cabeza. Jenrick comenzó como un tory moderado en el gobierno de Theresa May, pero se fue radicalizando progresivamente a las órdenes de Boris Johnson, Liz Truss y Rishi Sunak, hasta hacer de una reducción muy sustancial de la inmigración el foco de sus políticas y alinearse en gran medida con Reforma, la formación ultraderechista en lo social (y cada vez más de izquierdas en lo económico) de Nigel Farage. Con la popularidad de los conservadores bajo mínimos, Jenrick se ha convertido en uno de los principales abogados de la unión de las derechas para asegurarse el apoyo de las antiguas clases obreras del norte de Inglaterra y el País de Gales que han abandonado la lealtad al Labour. Ello podría ser la muerte de los conservadores, al menos en su actual forma, engullidos por un Farage en horas altas, y cuyos seguidores más moderados y europeístas amenazan con marcharse a los liberales demócratas.