Los agricultores franceses vuelven a estar en pie de guerra y han llevado su protesta este lunes hasta las puertas de la Asamblea Nacional, en París. Las columnas de tractores en circulación lenta, las llamadas “operaciones caracol”, han creado problemas de tráfico aún mayores de los habituales para un lunes en varios de los grandes accesos de la capital,
Una de las razones de la nueva explosión del malestar en el campo francés es el uso de un pesticida, el acetamiprid, de la familia de los neonicotinoides. Este producto está prohibido en Francia desde el 2018 por su carácter nocivo para las abejas, pero una proposición de ley pretende reautorizarlo, tal como exigen los sindicatos agrícolas. El problema es que la izquierda radical y los ecologistas han presentado 3.500 enmiendas para bloquear esta iniciativa.

De buena mañana varios tractores tomaron posiciones frente a la Asamblea Nacional, en París, como símbolo de la protesta de los agricultores (THOMAS SAMSON / AFP)
Las acciones del sindicato FNSEA, el mayor del sector, y de los Jóvenes Agricultores afectaron la carretera nacional N118, que desemboca en el área parisina desde el sur, así como la autopista A15, las nacionales N184, N104 y la arteria de circunvalación, la périphérique. En paralelo se organizaron protestas en la mayoría de departamentos para dejar sentir la presión en el conjunto del territorio.
Los sindicatos agrícolas dicen que la parálisis política desde hace un año los perjudica
El secretario general de la FNSEA, Hervé Lapie, denunció la parálisis política que retrasa la adopción de medidas, y recordó que, desde las movilizaciones del año pasado, hubo unas elecciones anticipadas y se han sucedido cuatro primeros ministros. Lapie advirtió de la tenacidad de la protesta, pues se prevé que haya turnos de tractores para mantener la presencia frente al palacio Borbón, la sede de la Asamblea Nacional, junto al Sena.
Para el presidente de los Jóvenes Agricultores, Patrick Horel, el mayor desafío es “recuperar el mismo nivel de competitividad que nuestros vecinos europeos”, en los cuales sí se permite utilizar algunos pesticidas que la legislación francesa prohíbe.
La presencia de tractores en el centro de París, después de días de protestas de los taxistas, visualiza la situación complicada y precaria del Gobierno de François Bayrou después de apenas cinco meses en el poder y cuyo futuro se decidirá en los próximos presupuestos, condicionados por la lucha contra el déficit y la deuda.
Los pesticidas son solo uno de los problemas del campo francés. A nivel estructural, lo que más preocupa es el relevo generacional en un sector que ofrece tantas incógnitas. El presidente del grupo de supermercados Leclerc, Michel-Édouard Leclerc, siempre muy presente en el debate público, se solidarizó con las protestas e insistió en una simplificación de las normas administrativas -para construir instalaciones, garantizar el bienestar animal y otras- que según él asfixian a los agricultores y ganaderos. “Lo primero es que tenemos una población agrícola que envejece y hay que preparar la transición generacional”, subrayó Leclerc ante el canal de televisión France 2.