Tras el nacimiento del primer hijo del príncipe Enrique y Meghan Markle, Camilla Long escribió en The Times que si en otro momento le hubieran hablado de Archie Harrison Mountbatten –el nombre de la criatura– ella hubiera asumido que se trataba del pomerano de Elton John. Algo similar ocurría con Edward Albert Lancelot Dodd Canterbury Caterham Wickfield. Que lo natural era asumir que se trataba de un retorcido personaje de Dickens, un pretendiente ignoto de Jane Austen o un pseudónimo hábilmente exagerado de Oscar Wilde. Pero no. Edward Albert Lancelot Dodd Canterbury Caterham Wickfield fue juez en Brasil durante 23 años. Porque existió. Y al mismo tiempo, como el gato de Schrodinger, no existió.
Cuando presentó a su nueva promoción de jueces en 1995, el estado brasileño de Sao Paulo señaló con orgullo que el 44% de los nuevos togados eran mujeres, que por primera vez un ciudadano de origen chino estaría en la magistratura y que incluso un descendiente de la nobleza británica —nacido en Brasil pero educado hasta los 25 años en el Reino Unido— ocuparía el juzgado de Limera. Nada menos que Edward Albert Lancelot Dodd Canterbury Caterham Wickfield. De 37 años en aquel momento, se había licenciado en Derecho en Brasil. Su abuelo, dijo, había sido juez en Inglaterra, pero no consideraba que su linaje judiciario supusiera una ventaja.
Edward Albert Lancelot Dodd Canterbury Caterham Wickfield era en realidad el anónimo José Eduardo Franco
Edward Albert ejerció hasta 2018 como juez en Brasil con toda naturalidad, sin generar más escándalos que el obvio engorro administrativo que suponía escribir su infinito nombre en cualquier documento oficial. Y su carrera judicial nunca hubiera sido noticia si Globo no hubiera descubierto su secreto.
El pasado octubre, Edward Albert Lancelot Dodd Canterbury Caterham Wickfield acudió a renovar su DNI. Y fue entonces cuando se descubrió que nunca había existido. La Policía corroboró que los datos del juez y –lo más importante– sus huellas dactilares coincidían con otro ciudadano llamado José Eduardo Franco. El juez se excusó argumentando que el tal José Eduardo no era otro que su hermano gemelo, ya que él había sido dado en adopción a una familia inglesa.
La investigación posterior puso fecha al fraude. El juez era José Eduardo Franco, sin margen para la duda. Pero el 19 de septiembre de 1980, por razones que se desconocen, Franco logró expedir un registro oficial con un nuevo nombre: Edward Albert Lancelot Dodd Canterbury Caterham Wickfield, hijo de Richard Lancelot Canterbury Caterham Wickfield y Anna Marie Dubois Vincent Wickfield. La policía brasileña no ha hallado registro alguno de los supuestos padres. Pero ese documento le permitió cambiar de identidad y, al mismo tiempo, mantenerla. Porque administrativamente, el juez era dos personas: el descendiente de lores ingleses de ilustres apellidos y el ciudadano brasileño llamado José Eduardo.
Desmenuzando su identidad, se puede acusar al juez de anglofilia extrema. Edward y Albert son los nombres de los hijos menores de Isabel II, contemporáneos a José Eduardo Franco. Lancelot alude a la leyenda artúrica de Camelot, Lanzarote y Ginebra y Charles H. Dodd fue un importante teólogo. Canterbury remite a la abadía del mismo nombre, mientras que Caterham es una marca británica de coches de lujo, uno de cuyos vehículos se usó en 1980 en el rodaje de Solo para tus ojos , de la muy británica saga de James Bond. Respecto a Wickfield, el apellido lleva a un abogado retratado por Dickens en David Copperfield .
La justicia brasileña busca ahora al juez –al que se le ha retirado la pensión, que cobraba desde su retiro, hace siete años–, por fraude y falsificación documental, mientras se pregunta por qué hizo lo que hizo. El juez se hizo juez superando el proceso normal y sin incurrir aparentemente en más fraudes que su propio nombre. Con la incógnita abierta, Edward Albert Lancelot Dodd Canterbury Caterham Wickfield está en el mismo lugar que José Eduardo Franco. En paradero desconocido. Tanto el uno como el otro, aunque sean uno solo.