El plan chino para vencer a Estados Unidos en IA

Tecnología

Los dirigentes del gigante asiático creen poder burlar el dinero y el utopismo estadounidenses

FILE PHOTO: FILE PHOTO: U.S. President Donald Trump attends a bilateral meeting with China's President Xi Jinping during the G20 leaders summit in Osaka, Japan, June 29, 2019. REUTERS/Kevin Lamarque/File Photo/File Photo

Encuentro entre Donald Trump y Xi Jinping en 2019 

Kevin Lamarque / Reuters

El 21 de mayo, el vicepresidente estadounidense J. D. Vance describió el desarrollo de la inteligencia artificial (IA) como una “carrera armamentística” con China. Si Estados Unidos la abandonara llevado por temores acerca de la seguridad de la IA, afirmó, podría encontrarse como “esclavo de una IA mediada por la República Popular China”. La idea de un enfrentamiento entre superpotencias que culminará en un momento de triunfo o derrota circula sin descanso en Washington y otros lugares. En mayo, los máximos responsables de OpenAI, AMD, CoreWeave y Microsoft presionaron en favor de una regulación más flexible y presentaron la IA como un elemento fundamental para que Estados Unidos siga siendo la potencia hegemónica mundial. El 15 de mayo, el presidente Donald Trump negoció un acuerdo sobre IA con los Emiratos Árabes Unidos que, según él, garantizará el «dominio en IA» por parte de Estados Unidos. El país tiene previsto gastar más de un billón de dólares hasta 2030 en centros de datos para modelos de IA.

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El “momento DeepSeek” de enero, cuando esa compañía china presentó un gran modelo de lenguaje (GML) que igualaba las capacidades de un modelo de OpenAI, confirmó que China le está pisando los talones a Estados Unidos. Sin embargo, una reciente reunión de la dirección del Partido Comunista apunta a que el país se prepara para otro tipo de carrera estratégica. “Las compañías estadounidenses se centran en el modelo, pero los actores chinos hacen hincapié en la aplicación práctica de la IA”, afirma Zhang Yaqin, antiguo presidente del gigante tecnológico Baidu y ahora en la Universidad de Tsinghua. El enfoque centrado en las aplicaciones prácticas (en fábricas y consumidores) es lo que ha permitido a China tomar la delantera en el comercio y los pagos electrónicos. El 19 de mayo, Jensen Huang, presidente de Nvidia, una compañía de semiconductores, advirtió de que Estados Unidos podría quedarse atrás también en ese terreno. Si las empresas estadounidenses no compiten en China mientras ésta construye un “ecosistema rico”, la tecnología y el dominio chinos “se difundirán por todo el mundo”, declaró al boletín informativo Stratechery.

FILED - 28 January 2025, Brandenburg, Sieversdorf: The logo of the Chinese AI start-up DeepSeek can be seen on a smartphone in Brandenburg. Photo: Patrick Pleul/dpa

DeepSeek presentó en enero su modelo que igualaba al de OpenAI 

Patrick Pleul/dpa / Europa Press

La visión estadounidense de la IA es con frecuencia abstracta y hiperbólica. Se espera que los GML igualen las capacidades cognitivas de los seres humanos, y sus defensores creen que ese Rubicón de la inteligencia artificial general (IAG) se cruzará en un par de años. Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, considera que el siguiente paso podrían ser unos sistemas superinteligentes que superen las capacidades humanas en tareas cognitivas. Ser el primero en desarrollar un modelo capaz de mejorarse a sí mismo de forma recursiva (algo que algunos denominan “despegue”) podría suponer una ventaja decisiva comparable a ser el primero en desarrollar la bomba atómica. Barath Harithas, del centro de estudios CSIS, señala que los planificadores estadounidenses piensan que “el primer país en coronarse con los laureles de la IAG inaugurará una dinastía centenaria”. Los controles estadounidenses a la exportación de semiconductores tienen como objetivo garantizar que China quede en segundo lugar.

Es cierto que algunos empresarios chinos también creen en la carrera armamentística. Liang Wenfeng, fundador de DeepSeek, ha convertido en misión de su compañía el desarrollo de la IAG y también cree poder alcanzarla en un plazo de dos años. Algo menos sabido es que el gobierno está apostando por un enfoque diferente. Las hazañas de Liang le valieron en enero una reunión con el primer ministro Li Qiang. Sin embargo, días después, un viceprimer ministro encargado de la política científica del partido pareció censurar el enfoque estadounidense al afirmar: “China no seguirá ciegamente las tendencias ni participará en una competencia internacional desenfrenada”. El mes pasado, Qiushi, la revista más autorizada del Partido Comunista, describió la IAG como una herramienta “para promover el entendimiento humano y la transformación del mundo”. En China, el término para referirse a la IAG, tongyong rengong zhineng, suele aludir a una “IA de propósito general” que se aplica y tiene múltiples usos y no al concepto occidental de un sistema suprahumano o que se mejora a sí mismo.

La visión estadounidense de la IA es con frecuencia abstracta, mientras que la china se centra en sus aplicaciones prácticas

En abril, el Politburó del Partido se reunió para celebrar su segunda sesión de estudio sobre la IA (la primera fue en 2018). En dicha reunión, Xi dijo a sus lugartenientes que China debía centrarse en el modo de aplicarla a los usos cotidianos: más como la electricidad que como las armas nucleares. Al menos una docena de destacados investigadores y funcionarios públicos han expresado su escepticismo sobre la capacidad de razonamiento de los GML. Según Wu Zhaohui, exministro de Ciencia y actual vicepresidente de un centro de estudios estatal, China tiene que explorar caminos diferentes hacia la IAG. Por lo general, los expertos chinos consideran que la IAG tardará más en llegar que sus homólogos estadounidenses, señala Zhang.

“Mientras que los principales responsables tecnológicos estadounidenses suelen plantear la IA desde una perspectiva utópica, el gobierno chino parece más centrado en utilizarla para resolver problemas concretos, como el crecimiento económico y la modernización industrial”, afirma Karson Elmgren, del centro de estudios Rand. El informe anual de trabajo del gobierno publicado en marzo menciona una nueva campaña denominada “IA+”, que da prioridad a las empresas que adopten la IA en sus operaciones existentes, incluidas las instalaciones físicas que utilizan robots automatizados. La iniciativa imita la campaña “Internet+” de hace una década y cuyo objetivo era crear una economía de consumo digital más sofisticada que la de Occidente.

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Ese enfoque orientado a las aplicaciones refleja una escasez de talento en IA y chips, o “teoría básica y tecnologías clave”, como afirmó Xi en abril. “Debemos afrontar esa brecha”. Liu Zhiyuan, de la Universidad de Tsinghua, comparó el enfoque de China con un razonamiento expuesto en Sobre la guerra prolongada, una serie de discursos impartidos por Mao Zedong en 1938: un adversario débil puede agotar a uno fuerte y derrotarlo. El 8 de mayo, Qiushi publicó un artículo de Tang Jie, también de Tsinghua, defendiendo que el país sea un rápido seguidor de la innovación estadounidense y se centre en ser más barato y rápido en la creación de aplicaciones.

La incipiente estrategia de China en materia de IA parece tener dos partes. Una es socavar el monopolio de Estados Unidos en IA avanzada, replicando las innovaciones occidentales y publicando los pesos del modelo de forma gratuita, o en “código abierto”, como ha hecho DeepSeek. La idea es que el valor que genera la IA recaiga en quienes la aplican, y no en los propios creadores del modelo. Para cuando llegue la IAG, China estará mejor posicionada que Estados Unidos, con “un conjunto sólido de aplicaciones sociales, motores de búsqueda, agentes y hardware”, según Kai-Fu Lee, un destacado empresario residente en Pekín. Lee sostiene que, al acumular usuarios y datos desde el principio, las aplicaciones chinas pueden construir un foso que los competidores occidentales tendrán dificultades en franquear, como ha hecho la aplicación de vídeo TikTok.

Junto con el impulso por aplicar la IA de forma más rápida y barata, existe un esfuerzo por crear proyectos ambiciosos que eludan la apuesta de billones de dólares de Estados Unidos por los GML. “Si nos limitamos a seguir el camino trillado de Estados Unidos (potencia de cómputo, algoritmos, despliegue) siempre seremos seguidores”, afirmó en un discurso pronunciado el mes pasado Zhu Songchun, director del Instituto de Inteligencia Artificial General de Pekín, un laboratorio estatal dedicado a la IA avanzada. En abril, el gobierno de Shanghái ofreció financiación a los investigadores que avanzaran hacia la IAG utilizando nuevos tipos de arquitecturas, como los modelos que interactúan con el mundo real a través de imágenes, otros capaces de controlar ordenadores con la mente o los algoritmos aún teóricos que emulen el cerebro humano.

¿Funcionará el enfoque de China? Un nuevo estudio del FMI concluye que la IA podría impulsar la economía estadounidense en un 5,6% en diez años, frente al 3,5% de China; y ello debido en gran medida a que, como el sector servicios de China es relativamente pequeño, incluso si la IA se difunde rápidamente en la industria manufacturera, las ganancias de productividad serán limitadas. Sin embargo, lo que resulta claro es que China está acelerando por una vía diferente. Una señal de ello es Apple: para revertir la caída de sus ingresos en China, necesita imperiosamente un socio local que le proporcione los servicios tecnointeligentes que ahora esperan los consumidores. Sin embargo, algunos informes recientes apuntan a que el gobierno estadounidense podría impedir ese movimiento. Sin aplicaciones locales de IA, los productos tecnológicos estadounidenses, como el iPhone, corren el riesgo de convertirse en productos de segunda en China y, quizás, con el tiempo, en otros lugares.

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Traducción: Juan Gabriel López Guix

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