La lluvia caía en la pista de Deauville-Normandía, un pequeño y discreto aeródromo acostumbrado a los monomotores y los aviones privados. El pasado domingo, sin embargo, se convirtió en un escenario de memoria viva. Aún viva, aunque por poco tiempo. A las 12.40 h, un B-767, modelo para vuelos intercontinentales de Delta Air Lines, aterrizó tras un excepcional vuelo directo desde Atlanta (Estados Unidos). El aparato, enorme en comparación con lo que habitualmente vuela en el lugar, fue recibido por 500 personas que aplaudieron, gritaron y agitaron banderas en cuanto se detuvo en la plataforma. A bordo, 27 veteranos estadounidenses de la Segunda Guerra Mundial, de entre 98 y 103 años, que viajaron en el Boeing fletado para conmemorar el 81.º aniversario del día D, la invasión de un territorio conocida como el desembarco de Normandía y que marcó la historia.
Situado a 7 km de Deauville, en Saint-Gatien-des-Bois, este aeropuerto no suele ser noticia. Su pista de 2.500 metros y su terminal, renovada en el 2024, acoge vuelos estacionales y de transporte de caballos, un nicho muy local. Este domingo su relevancia fue otra: una puerta aérea para héroes que, hace 81 años, desembarcaron en las playas Omaha y Utah, a 60 km de allí, para liberar a Europa del régimen nazi.
“Regresar hoy a Normandía es cerrar un círculo”, explica George K. Mullins, quien acaba de cumplir 100 años
Entre ellos estaba George K. Mullins, que acaba de cumplir 100 años. Veterano de la 101.ª División Aerotransportada, inmortalizada en la serie Hermanos de sangre . Bajó a tierra con ayuda de una rampa fabricada expresamente y donada por Aviramp para facilitar el desembarque. Todos sus compañeros también bajaron por ella en 27 sillas de ruedas. Fue curioso ver la mirada de Mullins fijándose en la multitud y las nubes grises. “Regresar hoy a Normandía es cerrar un círculo”, me confiesa en un breve encuentro gestionado por la Fundación Best Defense. “Perdí amigos aquí, pero vi nacer la esperanza”. George ha aprendido francés para hablar con los escolares normandos que lo reciben como un héroe. “Me han preguntado cómo era saltar en la oscuridad, sabiendo que podías no volver. Les digo que el miedo era real, pero el deber era más grande”.
El del domingo fue el cuarto Vuelo Legacy a Normandía, una iniciativa de Delta Air Lines y la Fundación Best Defense junto a la francesa Michelin, para honrar a los veteranos. “Todo empezó en el 2022 para darles un regreso digno. Desde el combustible sostenible hasta la rampa, todo está pensado para ellos”, explica Virginie Durr, gerente de Delta en Paris. Con un 11% de sus empleados veteranos o reservistas, la compañía aérea hace de este vuelo un homenaje personal.
La bienvenida es cálida pese a la lluvia. Escolares de Saint-Gatien-des-Bois y Le Breuil-en-Auge, con banderas estadounidenses y francesas, intercambian palabras y regalos con los veteranos. “Los conocí el año pasado. Ahora estoy en secundaria, pero quise volver. Lo que hicieron es increíble”, cuenta Hugo, de 12 años. Diez estudiantes del programa NextGen de la Fundación Best Defense acompañan a los veteranos, visitando durante una semana las playas del desembarco, cementerios militares y la abadía de las Damas en Caen. “Hace 81 años, estos hombres liberaron nuestro territorio. Acogerlos es un honor y un recordatorio de que la paz es frágil”, comenta Hervé Morin, presidente de Normandía. En el 2024, más de 50 veteranos llegaron para el 80.º aniversario. Para el 81.º, solo 27, prácticamente todos centenarios, están aquí. El tiempo y la enfermedad han mermado su número y, aunque nadie lo dice, se siente que este podría ser el último vuelo.
La Fundación Best Defense, liderada por el antiguo jugador de futbol americano Donnie Edwards, lleva desde el 2018 devolviendo a los veteranos a los campos de batalla, como Iwo Jima. “Sus historias emocionan, son testimonio directo de lo que vivieron”, dice. “Queremos darles un cierre a sus vivencias y que no se olviden”. Emily, de 17 años, camina junto a ellos: “Tocar la arena donde pelearon, escuchar sus recuerdos, te cambia. No es solo historia; es vida”.
En la terminal, Mullins sigue hablando a un grupo que lo escucha con atención y cariño: “No peleamos por gloria, sino por los que vendrían después”, recuerda. Nadie menciona las recientes tensiones actuales entre EE.UU. Y Europa, la filosofía del actual inquilino de la Casa Blanca, por respeto a estos héroes ancianos. No merecería la pena. Este vuelo es un tributo a su sacrificio y es suficiente.
