La lluvia no frenó la protesta antimonárquica contra el falso rey Donald Trump de unos 200.000 neoyorquinos, según los cálculos oficiales, por el corazón de Manhattan.
La Gran Manzana solo fue un ejemplo más en esta causa. Multitudes de manifestantes tomaron las calles de Estados Unidos este sábado, en casi 2.000 marchas en ciudades grandes y pequeñas de todo el país, para protestar la política del presidente Trump bajo la convocatoria nacional No Kings (sin reyes), entonando consignas contra el autoritarismo mezcladas con reivindicaciones en protección de la democracia y los derechos de los inmigrantes.
Los organizadores aseguraron que al menos cinco millones de ciudadanos participaron en estas concentraciones. Las autoridades urgieron a que se mantuviera la calma y prometieron no tolerar la violencia.
Esas llamadas tuvieron un resultado general satisfactorio. Las demostraciones de rechazo a la Casa Blanca, la exhibición de oposición contra el presidente más grande registrada hasta ahora en este segundo mandato, estuvieron marcadas por un carácter inmensamente pacífico y de respeto.
Se registraron roces escasos y aislados con las policías. En la secuela de la espectacular marcha neoyorquina, pasadas horas de su finalización, hubo alguna escaramuza, como en Austin, Filadelfia o Portland, donde subió el tono a última hora de la tarde.
Solo en Los Angeles, donde los choques con la policía empezaron el viernes de la semana pasada en rechazo a las redadas contra los inmigrantes indocumentados, se produjeron confrontaciones directas entre manifestantes y los uniformados después de una marcha pacífica con decenas de miles de participantes.
Cuando empezaron los incidentes la policía de la ciudad californiana recurrió a la represión a caballo y bastonazos, así como como con botes de gases y balas de goma, mientras que los otros les lanzaron piedras, botellas y pirotecnia. Una calma tensa se apoderó del centro urbano con el toque de queda a las ocho de la noche. Todavía quedaban muchos manifestantes ante un enorme despliegue de uniformados.
Esas pocas escenas, que desde luego la cadena Fox y los trumpistas les sacarán jugo, contrastaron con un ambiente en el que las masas marcharon, danzaron, tocaron timbales y explayaron su critica hacia el gobierno a lo largo de todo el país, de costa a costa.
“No hay tormenta que pueda con la resistencia”, proclamó una mujer que llevaba un cartel con la imagen de la princesa Leia (Carrie Fisher) en La guerra de las galaxias , justo al arranque de la marcha neoyorquina, donde llovía sin cesar.
A una hora poco habitual, y más en sábado, los trenes del oeste de Manhattan que corrían hacia el sur iban a tope, como si fuera hora punta en día laborable. Había, además, mucho color. Pancartas como “Trump ha manipulado a todos los estadounidenses crédulos” o “Trump es un racista” o camisetas con el lema “resiste al fascismo”.
Nicole lleva un cartel con una guillotina: “Si quiere ser rey, ya sabe adonde lleva”, ironiza
Todos se dirigían a Bryan Park, ese enclave festivo convertido en una multitudinaria sinfonía contra el presidente de Estados Unidos en la jornada que Trump se montó un desfile militar en Washington coincidiendo con su 79 cumpleaños. El ejército ciudadano de Estados Unidos en son de paz derrotó al ruido de los tanques.
El éxito de convocatoria de las marchas contra lo que algunos llamaron el absolutismo resultó apabullante. Las protestas se vieron incentivadas después de las manifestaciones en Los Ángeles por las redadas contra la detención de simpapeles que propiciaron la orden de Trump de militarizar las ciudad, incluso con los marines.
En las marchas estuvo presente, por supuesto, el luctuoso asesinato a tiros de una legisladora de Minnesota y su marido, en tanto que un senador y su mujer sobrevivieron. “Estos asesinatos motivados políticamente hacen todavía más urgente estas protestas”, señala Jill, que desfila por la Quinta Avenida portando un cartel que reza: “Ni tronos, ni coronas, ni reyes”. Recordó la historia de los padres fundadores, que crearon una república y que ordenaron preservarla.
“Lo ocurrido en Minnesota es una evento trágico, una desgracia, algo horrible, y tengo miedo de que pueda suceder de nuevo, porque el país nunca había estado tan divido. He trabajado más de 30 años en Washington y nunca observé algo como esta confrontación”, señaló. “Debe haber cero tolerancia con la violencia política”, insistió.
Jill apuntó que aún es republicana, que trabajó para la administración Bush, pero no soporta el Gobierno actual. “Trump es un aspirante a dictador, un autoritario”, apostilló.
En ruta hacia el parque de Madison, el colorido aún va a más y las consignas. “Hay personas que están desapareciendo de nuestras calles y los inmigrantes son los que han hecho este país”, denunció Nicole. lleva un cartel con una guillotina, una evocación de la Revolución Francesa, con una cesta en la que hay una testa anaranjada: “Si quiere ser rey, ya sabe adonde lleva”, ironiza.
Esta mujer luce un cartel con una guillotina, una evocación de la Revolución Francesa, con una cesta en la que hay una testa anaranjada: “Si quiere ser rey, ya sabe adonde lleva”, ironizó.