Putin fulmina la salida diplomática en Ucrania

Guerra en Europa

Rusia vuelve a bombardear Kyiv esta madrugada después de lanzar el miércoles 728 drones sobre Ucrania, doble ofensiva que cierra la puerta a la mediación de Trump

Putin fulmina la salida diplomática en Ucrania
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Rusia vuelve a bombardear Kyiv con drones y misiles

Los drones rusos han vuelto esta madrugada a superar las defensas antiaéreas ucranianas en Kyiv y destruido varios edificios. Dos personas han muerto y los incendios en edificios de pisos han iluminado el cielo nocturno de una capital que no duerme. 

Esta última ofensiva aérea, que se ha prolongado durante diez horas, demuestra que, hoy por hoy, la guerra en Ucrania no tiene una salida diplomática. El presidente ruso, Vladímir Putin, está convencido de su clara superioridad en el campo de batalla y no tiene ningún incentivo y ninguna presión para negociar un alto el fuego. Su ambición no es otra que la capitulación de Ucrania y para conseguirla intensifica las ofensivas aéreas sobre la población civil.

Las explosiones de los drones kamikazes rusos han provocado esta madrugada numerosos incendios en Kyiv

Las explosiones de los drones kamikazes rusos han provocado esta madrugada numerosos incendios en Kyiv

REUTERS/Gleb Garanich

En este contexto, la reunión que hoy mantendrán los jefes de las diplomacias rusa y estadounidense, Sergei Lavrov y Marco Rubio en Kuala Lumpur, en el marco de una cumbe de la ASEAN, no tiene ningún sentido, al menos no para Ucrania. Putin aspiraba a desligar la relación bilateral con Washington de esta guerra que ha entrado en su cuarto año, pero el presidente estadounidense Donald Trump, al menos en este momento, no lo contempla.

Esta nueva madrugada de sirenas y detonaciones sucede a la del miércoles, que fue la más intensa desde el inicio de la guerra en febrero del 2022. Un total de 728 drones y seis misiles supersónicos cayeron sobre diez provincias ucranianas, especialmente en Kyiv y las regiones occidentales próximas a Polonia. Nueve personas perdieron la vida.

La intensidad de estos ataques crece sin cesar. El viernes de la semana pasada, Rusia lanzó 539 drones. Fue un récord que ayer quedó muy atrás.

La producción de estos aparatos kamikazes se ha triplicado, según ha confirmado el primer ministro Mijaíl Mishustin. La fábrica de Jabarovsk, en Siberia oriental, junto a la frontera china, produce 10.000 al mes. La inteligencia militar ucraniana anticipa que este otoño Rusia podría lanzar un millar de drones en una sola ofensiva.

Los ataques se prolongan, como mínimo, durante toda la noche, sobre todo entre las diez, cuando oscurece, y las cuatro de la mañana, cuando amanece. Durante estas seis horas las alarmas, la defensas antiaéreas y las explosiones impiden dormir. El cansancio de las noches en blanco pasa factura a la población civil y se suma al que soportan, con mucha más intensidad, las tropas en el frente.

Los soldados con los que hemos hablado estos días en la línea defensiva que va del río Seim, al norte de Sumy, al río Donetsk, al sur de Járkiv, están exhaustos. Mantienen la moral alta, pero no ocultan su frustración por la falta de armas, un déficit que les obliga a un esfuerzo extraordinario para mantener las posiciones. Cuando recuperan terreno al enemigo, como hace unas semanas en Sumy, no están seguros de si podrán mantenerlo. “Nos cuesta mucho fortificar las posiciones que ganamos –reconocía un soldado de infantería–. El enemigo no descansa. Tiene más hombres, más armas y municiones”.

A las fuerzas armadas ucranianas les cuesta reclutar. Abunda la publicidad llamando a filas. Los anuncios prometen una vida heroica y patriótica, pero las vocaciones flaquean.

Putin considera que la resistencia se hundirá por falta de apoyo popular, pero sus previsiones sobre esta contienda no han sido muy acertadas.

Sea por un cálculo erróneo o porque su posición política en Rusia no le deja otra alternativa, Putin sólo contempla la victoria total, es decir, la rendición y sumisión de Ucrania, y el desmantelamiento de la infraestructura militar de la OTAN en Europa oriental.

El canciller Merz, convencido de que no hay salida negociada, anuncia más ayudas defensivas a Ucrania

Así las cosas, el canciller Friedrich Merz, reconoce de que la vía diplomática se ha acabado y no hay más alternativa que incrementar la ayuda a Ucrania.

Este será el tono de la reunión que los aliados de Ucrania celebrarán hoy en Roma. Volodímir Zelensky ya está allí y ayer se vio con el papa León XIV, que ofreció El Vaticano para una negociación que hoy es imposible.

Donald Trump lo ha intentado, pero no ha conseguido nada. Las seis conversaciones telefónicas con Putin han sido amables pero vacuas. Trump no le ha convencido de una tregua y no entiende por qué. No comprende que Putin rechace un alto el fuego que le permitiría mantener el control de los territorios conquistados, además de conseguir una rebaja de las sanciones y un aumento de las inversiones occidentales en Rusia. Incluso le ha prometido que volvería al G-7. Putin se lo agradece, pero también le dice que “la vida es más complicada de lo que nos pensamos”.

Trump no ve las relaciones internacionales desde una perspectiva estratégica, sino como una sucesión de transacciones comerciales. Tampoco la ve como una relación entre estados sino entre gobernantes. Creía que haciéndose amigo de Putin la guerra terminaría en 24 horas y ahora, después de haberlo cortejado sin éxito, parece que cambia de pareja.

Desde la bronca de febrero en el despacho Oval, Trump y Zelenski han mejorado mucho su relación. Tanto que el lunes, Trump dijo que enviará armas a Ucrania. Ayer, además, criticó de nuevo a Putin. “Nos tira mucha porquería encima”, dijo con su habitual franqueza.

Estados Unidos contempla enviar misiles Patriot a Ucrania para frenar a Rusia

Hasta ahora, Trump no ha hecho nada por Ucrania. No ha pedido al Congreso más dinero para enviarle armas, ni ha reforzado las sanciones a Rusia. Ahora, sin embargo, dice que estudia castigar con aranceles del 500% a los países que compren petróleo y gas a Rusia, incluidas India y China.

Es verdad que EE.UU. y la UE pueden endurecer las sanciones a Rusia, presión que, sin duda, causará problemas a una economía debilitada por la guerra. Pero lo que necesita Ucrania con urgencia son misiles Patriot y solo EE.UU. puede dárselos.

Las defensas antiaéreas derriban casi todos los drones, pero no pueden con los misiles hipersónicos Dagger. Los seis que Rusia disparó ayer dieron en el blanco.

Hay 30 Patriots en Polonia, listos para entrar en Ucrania. Alemania tiene uno de estos sistemas y Grecia otro. Ambos pueden ir también a Ucrania, que podría comprar más con fondos europeos.

Los Patriots no cambiarán la relación de fuerzas en el frente, pero negarán a Rusia la supremacía aérea y los ucranianos podrán dormir más tranquilos. Parece poco, pero es mucho. Permite a Ucrania ganar tiempo, seguir viva para seguir luchando.

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