El primer ministro de Francia, François Bayrou, ha anunciado este martes severos recortes para alejar el peligro real de bancarrota. Entre las medidas figuran la congelación de las pensiones en el 2026 y de otras prestaciones sociales, así como de los salarios de los funcionarios, la instauración de un nuevo impuesto de solidaridad para los ciudadanos más ricos y la eliminación de dos días festivos para aumentar la producción.
El jefe del Gobierno habló en un tono grave y con un estilo muy pedagógico. Recordó que, desde hace más de cincuenta años, no ha habido en Francia un presupuesto sin déficit. Según él, es insostenible continuar en una situación en la que “el país no puede llegar a final de mes sin endeudarse”, pues es la única única manera de poder pagar a los funcionarios y a los pensionistas. “Es la última estación antes del precipicio”, dijo Bayrou, que habló desde un atril con este significativo lema del día: “El momento de la verdad”.
Muy gráficamente, el primer ministro mostró un panel en el que se indicaba que cada segundo la deuda francesa aumenta en 5.000 euros. Bayrou evocó la experiencia dramática de Grecia para justificar un plan de urgencia destinado a huir de ese destino.
El plan gradual para la reducción del déficit prevé pasar del 5,8% en el 2024 al 2,8% en el 2029. Para el 2026, el objetivo es el 4,6%. Eso implicará recortar el gasto en 43.800 millones de euros. Todos los ministerios se verán afectados, salvo el de Defensa, debido a los riesgos geopolíticos en Europa.
El número de funcionarios se reducirá en 3.000 el primer año. Además, a partir de ahora, con carácter indefinido, por cada tres empleados públicos que se jubilen, solo se incorporarán dos de nuevos. El Estado creará una agencia inmobiliaria para gestionar mejor y vender mucho patrimonio que hoy es improductivo. Se suprimirán asimismo muchas agencias públicas “que dispersan la acción del Estado”. Eso puede suponer la eliminación de entre 1.000 a 1.500 empleos.
El esfuerzo en el presupuesto para sanidad será de 5.000 millones de euros. Se incidirá en las bajas laborales no justificadas, la reducción en el consumo innecesario de antibióticos, el aumento del copago y la recuperación de medicamentos en poder de particulares que ya no usarán, por ejemplo los que han fallecido.
Bayrou propone que los dos días festivos eliminados sean en Lunes de Pascua y el 8 de mayo, el día de la capitulación de la Alemania nazi. Sobre esta última fecha, el primer ministro recordó que el mes de mayo está lleno de “puentes” y “acueductos”, lo que ralentiza mucho la actividad.
La congelación de pensiones y de sueldos de los funcionarios en el 2026, lo que aquí se llama “año blanco”, será sin duda una de las iniciativas más polémicas y duras de aceptar por una población poco acostumbrada a apretarse el cinturón y que, como el propio primer ministro reconoció, vive por encima de sus posibilidades desde hace decenios.
El plan de Bayrou entraña un riesgo político considerable para el Gobierno, que podría ser censurado en otoño si la izquierda y la extrema derecha unen sus fuerzas en la Asamblea Nacional, como ocurrió el año pasado cuando fue tumbado el breve gabinete de Michel Barnier.
Las reacciones de la oposición sugieren que el Gobierno no lo tendrá nada fácil para sacar adelante su ambicioso plan. El presidente del Reagrupamiento Nacional (RN, extrema derecha), Jordan Bardella, arremetió contra la supresión de dos días festivos por ser “un ataque directo contra nuestra historia, contra nuestras raíces y contra la Francia del trabajo”. “Ningún diputado del RN aceptará esta medida, que supone una provocación”, agregó. Marine Le Pen avanzó que, si no hay cambios en la propuesta, su partido censurará al Ejecutivo.
También desde la izquierda llovieron las críticas. “No es un año blanco lo que François Bayrou anuncia, sino un año negro para el pueblo”, dijo Clémence Guetté, diputada de La Francia Insumisa(LFI, izquierda radical). Según ella, la supresión del 8 de mayo como jornada festiva es un intento de “liquidar” todo lo que significa 1945, la victoria sobre el nazismo, la herencia social y el Estado protector.
Preguntado en rueda de prensa sobre la airada respuesta de la oposición, Bayrou insistió y repitió en dos ocasiones para que nadie lo dude: “Estamos en un peligro gravísimo”.