El presidente de Estados Unidos ha encontrado en el Tribunal Supremo, dominado por una mayoría de jueces conservadores, su mejor aliado para aplicar el rodillo de recortes humanos y de derechos impulsados hasta ahora tanto por el gobierno como por el Congreso.
El último ejemplo es la luz verde que este lunes concedió esa mayoría de seis magistrados, tres nombrados por el propio Donald Trump, para despedir a unos 1.400 empleados del Departamento de Educación.
A finales de enero, cuando Trump tomó posesión de la Casa Blanca, el número de funcionarios ascendía a 4.000.
En una resolución de emergencia, sin firma y carente de argumento alguno, la corte suprema indicó que la administración Trump puede proceder con el desmantelamiento de esa instancia federal.
Su decisión, aún no definitiva porque el caso sigue en tribunales menores, supone la eliminación virtual de un departamento que gestiona los prestamos a las universidades, revisa los logros de los estudiantes y, entre otras tareas, hace que se cumplan las leyes de derechos civiles en las escuelas.
Fue en la época del presidente demócrata Jimmy Carter cuando la rama legislativa aprobó en 1979 la creación del Departamento de Educación. De esta manera, la resolución del Supremo representa una expansión del poder presidencial y la certificación del ninguneo al Congreso ante un orden ejecutiva firmada en marzo por el presidente de EE.UU.
Trump da un paso que ni siquiera el gran referente conservador Ronald Reagan se atrevió a considerar
Esta decisión se produce después de que esta misma mayoría de magistrados despejara el camino la semana pasada para que el gobierno Trump pudiera continuar recortando miles de puestos laborales a través de diversas agencias, entre estas el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano, el de Estado y el del Tesoro.
Este asunto demuestra una vez más la profunda división que existe en el país, dos mundos irreconciliables. Mientras los jueces conservadores impusieron su criterio respecto al Departamento de Educación, las tres magistradas progresistas alertaron del peligro que conlleva ese dictado, en el que se avala que Trump sobrepase su autoridad con “esfuerzos unilaterales para eliminar una agencia establecida por el Congreso hace medio siglo”, indicó el disentimiento redactado por la jueza Sonia Sotomayor, firmado también por Elena Kagan y Ketanji Brown Jackson.
Solo el Congreso tiene el poder de abolir el departamento”, recalcó Sotomayor. “Esta decisión es indefendible. Le otorga el ejecutivo el poder de revocar estatutos y despedir a todos aquellos que sean necesarios para implementarlos. La mayoría es o bien voluntariamente ciega a las implicaciones de su fallo o bien es ingenua, pero, de cualquier manera, la amenaza a la separación de poderes establecida por la Constitución es grave”, reiteró.
Pese a esa queja, Trump y su equipo festejaron la decisión tomada por el Supremo. El presidente recurrió de inmediato a su red social donde calificó de “excelente” la resolución que abre la puerta a los despidos. Este recorte forma parte del plan de destripar el Departamento de Educación, algo que ni el referente Ronald Reagan afrontó pese a su oposición a un ejecutivo federal como un pulpo con largos tentáculos, y transferir las competencias a cada uno de los Estados, sin fondos de Washington.
“El Tribunal Supremo ha concedido una victoria a los padres y estudiantes en todo el país al declarar que la Administración Trump puede proceder a devolver las funciones del departamento a los estados”, escribió el presidente”.
Insistió en que Linda McMahon, secretaria del departamento en vías de extinción, iba a proceder al desmantelamiento sin pérdida de tiempo. “El gobierno federal ha dirigido el Departamento de Educación a la ruina, pero le vamos a dar la vuelta y devolverle el poder a los ciudadanos estadounidenses. Nuestros estudiantes serán los más brillantes y educados del mundo”, prosiguió en su mensaje.
La decisión muestra que el tribunal dominado por conservadores ejerce de aliado presidencial
En un comunicado, los sindicatos vinculados a Educación replicaron que “los esfuerzos de Trump por desmantelar el Departamento juega con el futuro de millones de estadounidenses”. Ahí se insistió en que, en solo cuatro meses de gobierno, las consecuencias son evidentes en nuestro sistema educativo”.
Esta no deja de ser otra guerra de Trump contra la cultura.