Irán apela al nacionalismo para unir al país

Consecuencias del conflicto

La guerra contra Israel da lugar a un duro pulso político en Irán, con llamamientos a la democracia

Motorists drive past a recently unveiled billboard bearing an image featuring the legendary mythical Persian archer, Arash, in Tehran's Vanak Square on July 16, 2025, with an excerpt from a poem in Farsi that reads:

El arquero Arash, mito persa, dispara sus flechas y misiles desde un edificio en el centro de Teherán

ElATTA KENARE / AFP

Aquellos que tienen la suficiente edad y memoria recuerdan un mural que sobresalía en una de las calles céntricas de Teherán al comienzo de la evolución islámica. Decía: “El nacionalismo está en contra del islam”. Irónicamente, 46 años después en la plazoleta de Vanak, no muy lejos de donde alguna vez se leyó esta consigna, hay un monumento a Arash, el héroe persa que dio su vida por defender Irán.

Aparece con su arco en alto y disparando la flecha que delimita las fronteras del territorio. Esta misma imagen se repite en un gran mural pintado en la fachada de uno de los edificios de la céntrica plazoleta.

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Pero esta vez, y para adaptarlo aún más a los tiempos que corren, se le ve acompañado de misiles que van en la misma dirección hacia donde apunta su flecha.

Las autoridades buscan presentar el programa de misiles como estandarte del orgullo y la unidad nacional que fue creciendo a medida que avanzaba la guerra de los 12 días contra Israel.

Este sentimiento se intenta mantener vivo para cohesionar una sociedad que con los años está más y más dividida.

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Clérigos y vecinos iraíes retiran escombros tras un bombardeo 

Majid Saeedi / Getty

“Por el bien de Irán, pongo mi vida en el arco, las flechas de los de Arash partirán el cielo”, dice el lema que lo acompaña. Para muchos observadores incautos, es obvio que el texto mencione la palabra Irán, pero no lo es para la mayoría de los habitantes de esta nación que desde 1979 ha sido testigo de cómo el concepto de nación iraní ha sido relegado a favor del concepto república islámica o nación islámica.

El nacionalismo fue perseguido y muchos de sus defensores terminaron en prisión.

“Para mí, esta unidad y este amor por la nación iraní que ahora quieren reconocer es solo una fachada. No veo ninguna acción real detrás para conservarla”, dice Mina, una abogada de 43 años que salió por primera vez a protestar en contra la república islámica en 1999.

“Es cierto que se creó una unidad durante la guerra, porque el país estaba siendo atacado, pero no era una unidad en torno a la República Islámica sino de Irán”, explica Mina.

Lo que sucede en la plazoleta Vanak es solo uno de los tantos ejemplos que se ven en el país desde la guerra de los 12 días cuando las autoridades recurrieron a héroes de la antigua cultura persa –a la que muchos clérigos han querido mostrar como tiempos en los que se vivía en la ignorancia– o a otros referentes nacionalistas.

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Durante la guerra, las emisoras emitían canciones que recordaban las luchas de Irán, incluida Ey Iran , la misma que pidió escuchar el líder supremo la noche de Ashura, cuando apareció por primera vez desde el comienzo de la guerra. En lugar de versos que recordaran el martirio del imán Husein en Karbala en el año 680, como es tradición en estas fechas, el ayatolá optó por la versión musical que había hecho famosa Mahmud Karimi, uno de sus más queridos intérpretes de elegías.

No era una elección arbitraria, sino que iba en línea con lo que había dicho días antes en un mensaje pregrabado a la nación a raíz del alto el fuego.

El líder supremo mencionó en 20 ocasiones a la nación iraní en lugar de hablar de la nación islámica, a la que hizo referencia solo una vez. Y tanto él como otras personalidades de la República Islámica han agradecido la unidad que el país demostró durante la guerra.

Aún así, hay un sector de la población –cada vez más grande– que no solo no apoya el sistema sino que también se ha alejado de la religión. El portavoz del Parlamento, Mohammad Baqer Galibaf, reconoció en una entrevista que incluso las mujeres “sin hijab” habían defendido a Irán publicando historias en las redes sociales.

“Ellos temían que la gente se fuera a levantar en su contra sin entender que una cosa son ellos y otra es Irán”, dice Fariba, una arquitecta de 32 años.

“Hubo gente que tuvo la ilusión de un cambio, pero si hay algo que nos une a la mayoría es el amor por el país”, expresó esta mujer que se pregunta por cuánto las autoridades podrán instrumentalizar esta unidad.

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El líder supremo de la República Islámica de Irán, Ali Jamenei 

Ap-LaPresse

Majid, un economista que trabaja en importaciones, dice que para él la unidad se acabó con los ataques. “Si son sinceros, tienen que actuar”, dice. Coincide, como muchos, en que las autoridades podrían empezar liberando a los presos políticos que, después del ataque de Israel a la cárcel de Evin, fueron trasladados a algunas de las peores prisiones del país. Lo irónico es que algunos de los prisioneros más famosos, como Mustafa Tajzadeh, han recibido nuevas sentencias en los últimos días.

Días atrás, el líder supremo volvió a aparecer en Teherán frente a integrantes de la judicatura para destacar la unidad de todos los iraníes más allá de su posición política y religiosa, la que suplicó conservar. Pidió que las diferencias internas no dinamiten esta unidad nacional, algo que cada vez se ve más difícil en un escenario político extremadamente enfrentado.

La posguerra está marcada por una pelea feroz entre el sector radical, que ha apuntado sus cánticos y flechas contra Israel, Estados Unidos y el presidente Masud Pezeshkian y todo el sector reformista.

A estos aperturistas los critican, entre otras cosas, por defender las negociaciones sobre el programa nuclear, siempre bajo la premisa de que Irán no cederá en su derecho a enriquecer uranio.

Diferentes iniciativa buscan aprovechar este momento para redirigir Irán hacia una sociedad democrática con libertad de expresión. Una la lidera el ex primer ministro Mir Husein Musavi –bajo arresto domiciliario desde el 2011–, que pide un referéndum como punto de partida de una transición política. Esta iniciativa, la respaldan 800 intelectuales y políticos reformistas.

“La guerra, más allá de la unidad, ha abierto la puerta al debate. Vamos a ver cuánto dura”, sentencia Mina, la abogada.

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