El asunto del pervertido Jeffrey Epstein parece de acero inoxidable. Los esfuerzos de Donald Trump y la Casa Blanca por fundirlo en el olvido resultan ineficaces, en buena parte por la labor de políticos conservadores que se ubican en la onda del presidente pero que en este caso, alimentado por las conspiraciones, ponen distancia.
El comité de supervisión de la Cámara Baja del Congreso, controlado por republicanos y presidido por un trumpista como James Comer, citó al Departamento de Justicia para que presente los archivos sobre la investigación por tráfico sexual contra el financiero caído en desgracia. También expandió el radio de acción al reclamar las comparecencias del expresidente Bill Clinton (14 de octubre, el último de la lista), su esposa y ex secretaria de Estado, Hillary Clinton, así como diferentes responsables policiales y fiscales generales, en un total de diez, de ambos partidos.
Todo esto forma parte de una prueba en la que los legisladores creen que pueden mostrar conexiones con el presidente Turmp y otros altos cargos.
Aunque el grueso de los congresistas se encuentran fuera de Washington, en su periodo estival, el interés sigue más que vivo por el caso Epstein, el depredador sexual convicto que murió en la celda de una cárcel de Nueva York, en el verano del 2019, a la espera de un nuevo juicio.
Trump ha denegado que tuviera conocimiento de las fechorías de su viejo amigo, sostiene que cortó las relaciones mucho antes de que fuera imputado en el 2006, en Florida, y reiteradamente ha intentado eludir la decisión del Departamento de Justicia de no publicar los documentos de la investigación, como prometió en campaña.
En su escrito a la fiscal general Pam Bondi y a los otros ex algos cargos, Comer remarcó que las causas penales contra Epstein y su cómplice Ghislaine Maxwell (cumple condena de 20 años) “han recibido un inmenso interés y escrutinio público”, de ahí la conveniencia de su indagación.
El comité fija la fecha del 19 de agosto para que el gobierno entregue los archivos en los que se supone que figuran los papeles del FBI, el verdadero meollo de la cuestión. La citación solicita los archivos “completos y sin redactar”, es decir sin tapar nada del contenido.
Esta petición tiene todos los números para provocar un choque entre la administración Trump y el Congreso, donde se han aliado republicanos y demócratas, sobre un asunto que ha propiciado una división en las filas conservadoras. El Departamento de Justicia se ha visto involucrado en una fuerte crítica desde el movimiento MAGA tras anunciar el pasado mes que no había lista de clientes de Epstein ni pruebas de que su defunción en prisión no fuera por suicidio.
Desde que Epstein falleció, los conspiradores conservadores lanzaron teorías, alentadas por el propio Trump para estimular a sus seguidores, sobre la información de que disponían los investigadores en este sumario de abusos y tráfico de menores. Bill Clinton siempre aparecía en esos mentideros, pero Trump también.
Virginia Giuffre, una de las víctimas más significadas (murió hace unos meses), afirmó en una entrevista que viajó en un helicóptero con Clinton y que flirteó con Trump. Luego, en una declaración jurada, rectificó y dijo que todo eso no había sucedido.
Múltiples expresidentes han testificado voluntariamente ante el Congreso, pero ninguno ha sido obligado a hacerlo. Este argumentó fue invocado por Trump en el 2022, cuando lo citaron por la investigación del presunto golpe de estado del 6 de enero del 2021 al incentivar que las hordas tomaran el Capitolio e impidieran formalizar la victoria de Joe Biden.
Los abogados de Trump se opusieron a la citación, a partir de los precedentes que supuestamente blindaban al presidente. La citación fue retirada.
Además de requerir las comparecencias de Merrick Garland, William Barr, Jeff Sessions, Loretta Lynch, Eric Holder and Alberto Gonzales (ex fiscales generales a lo largo de dos décadas), y de antiguos directores del FBI como James Comey y Robert Mueller, el escrito del comité le recuerda a Clinton que él ha admitido que voló en el avión de Epstein (conocido como el Lolita Express) en cuatro ocasiones, entre el 2002 y el 2003.
“Supuestamente usted era cercano a Ghislaine Maxcell y asistió a una cena intima con ella en el 2014, tres años después de las noticias sobre la implicación de Epstein en el abuso de menores”, indicó la carta en relación al expresidente.
“Hay informes contradictorios respecto a si visitó o no la isla de Epstein”, insistió Comer. Clinton siempre ha rechazado que estuviera en ese paraíso privado, donde se produjeron algunas de las agresiones sexuales documentadas.
El presidente Trump, que en una época fue muy cercano a Epstein y Maxwell, no cesa de repetir que Clinton estuvo en la isla “28 veces”, pero, como es habitual, sin prueba alguna que ratifique esa afirmación.
Mientras tanto, Bondi continúa con su iniciativa de que los jueces autoricen la divulgación de los grandes jurados contra Epstein y su cómplice. Esos documentos disponen de una información limitada y los jueces son reacios a su divulgación. Algunas víctimas ya han mostrado su oposición, subrayando la impresión de que Trump busca protegerse, así como la propia Maxwell, pendiente de su apelación a la condena de 20 años.
Ghislaine Maxwell no dijo nada comprometedor de Trump en sus diez horas de declaración con el fiscal general adjunto, Todd Blanche
La CNN difundió este martes que hay un debate en gobierno por sacar a la luz los dos días de “entrevista” (diez horas de audio) que el fiscal general adjunto, Todd Blanche (ex abogado defensor de Trump), mantuvo hace unos días con Maxwell, un proceso calificado de poco normal por los juristas. Antes los han de redactar y se da por hecho en todas las apuestas que ahí no aparecerá el presidente o, si sale, será de forma exculpatoria.
De hecho, el canal ABC adelantó la noche del martes que en todas esas horas Maxwell no dijo nada que pudiera dañar a Trump. Esta mujer, a la que el propio Departamento de Justicia calificó previamente de mentirosas patológica al oponerse a la apelación de su sentencia, habría dicho que nunca hizo nada en su presencia que estuviera fuera de lugar.
Tras ese encuentro con Blanche, Maxwell fue trasladada sin explicación alguna a una cárcel de Texas de muy baja seguridad que se asemeja más a un hotel que a un presidio. Trump no ha descartado concederle el perdón.