El historiador francés Audoin-Rouzeau, en las páginas de La Vanguardia, habla de la supuesta “derrota de Ucrania”. Sin embargo, millones de ucranianos, con lágrimas en los ojos y fuego en el alma, enfrentan la oscuridad con una firmeza que desafía cualquier pronóstico. Aunque algunos ya dan por perdida esta causa, la realidad demuestra lo contrario: un pueblo que no se rinde, que lucha con valentía y defiende, con determinación, no solo su país, sino también los valores de la libertad y la democracia.
Veamos el paralelismo con la Primera Guerra Mundial con una mirada que no esté empañada por la “irracionalidad” rusa, por ejemplo, con los ojos de un comandante militar contemporáneo. Con quien se podría estar de acuerdo es con el General Mark Milley, presidente del Comité Conjunto de Jefes de Estado Mayor de los Estados Unidos, quien recientemente comparó los combates en Donbás con la Primera Guerra Mundial, haciendo hincapié en la batalla de desgaste. Es decir, se trata de una lucha encarnizada por los recursos de dos partes beligerantes, en la que el mundo democrático apoya de forma consolidada a Ucrania.

Una unidad antiaérea dispara contra drones rusos en un campo de girasoles cerca de Pavlograd (Dnipró) el pasado 19 de julio
Sin embargo, hay otra similitud real: en aquel entonces, el imperio ruso trataba de apoderarse de los territorios ucranianos (Galitzia, Bucovina y Transcarpatia en la Primera Guerra Mundial), y hoy Rusia intenta anexionar las tierras ucranianas.
Hasta aquí llegan las analogías entre la Primera Guerra Mundial y la guerra de Rusia contra Ucrania. La guerra existencial en Ucrania se diferencia de la Primera Guerra Mundial por el uso de drones y la alianza con países democráticos. Es decir, Ucrania cuenta con el apoyo tecnológico y de recursos de los países democráticos, lo que la diferencia de la situación de la Primera Guerra Mundial, cuando eran precisamente los imperios los que actuaban en función de sus propios intereses.
¿Y qué investigador se negaría a mirar el mapa de Europa desde la perspectiva del tiempo? ¿Dónde luchaba el desafortunado pueblo ruso durante la Primera Guerra Mundial, dónde durante la Segunda y dónde intenta luchar ahora? Llama la atención el hecho de que Ucrania no solo ha sobrevivido al ataque ruso contra Kyiv en el 2022, cuando muchos esperaban una caída rápida, sino que sigue defendiendo en el 2025 las fronteras europeas del mundo democrático. Ya esta historia tiene lugar en fronteras completamente diferentes, mucho más a la derecha de la UE en el mapa. La derrota es un término un poco miope para los historiadores, mientras la batalla continúa con un gran esfuerzo de todo el mundo democrático.
Casi tres años y medio después, seguimos firmes
En los primeros días de la invasión rusa a gran escala, cuando el enemigo estaba a apenas 10 kilómetros del Parlamento de Ucrania, el presidente Volodímir Zelenski y toda la cúpula militar demostraron un liderazgo valiente y una unidad inquebrantable. Gracias a su determinación, el país se unió en uno de los momentos más decisivos de su historia, logrando no solo resistir, sino también iniciar la liberación de territorios y forzar el retroceso del invasor.
Casi tres años y medio después, seguimos firmes. Ucrania ha recuperado gran parte de sus territorios en el norte y sur, y logró la retirada de los buques militares rusos de gran parte del mar Negro. Esto permitió reactivar exportaciones y reforzar la seguridad alimentaria mundial. Además, Ucrania ha llevado la guerra al territorio ruso, particularmente en Kursk y Bélgorod.
Cuando muchos pensaban que la situación estaba estancada, Ucrania demostró con iniciativa y creatividad que no solo puede frenar a Rusia, sino también hacer que pague un alto precio por su agresión.
En los territorios temporalmente ocupados, Rusia borra la identidad ucraniana, impone su espacio sociocultural, adoctrina a niños y jóvenes, y fuerza a la población local a integrarse en sus estructuras militares y culturales.
La verdadera derrota sería rendirse ante el miedo
No es solo una guerra en el campo de batalla, sino una guerra híbrida en la que el agresor busca justificar su agresión, sembrar miedo, dividir democracias, manipular la percepción global y debilitar el apoyo internacional.
El futuro de Europa está estrechamente ligado al de Ucrania. Cada día que resistimos reafirmamos nuestro compromiso con la libertad, la justicia y la paz. La verdadera derrota sería rendirse ante el miedo, dejando que la violencia y la agresión definan nuestro destino. El mundo democrático debe unirse, con valentía y determinación, para demostrar que la solidaridad y el respeto al derecho internacional son fuerzas invencibles que ningún enemigo podrá doblegar.
Serhii Pohoreltsev es embajador de Ucrania en España