Este viernes habrá un remedo de Yalta en Anchorage, Alaska. Pero a 5.500 kilómetros, en Tokio, apartados del reparto del mundo, siguen anclados en el reparto de culpas. La novedad es que, en el 80 aniversario de la capitulación de Japón en la Segunda Guerra Mundial, Shigeru Ishiba se ha convertido en el primer jefe de gobierno del sempiterno Partido Liberal Democrático (PLD) en expresar “remordimiento”. El último primer ministro nipón que lo hizo, en 2012, fue Yoshihiko Noda, hoy jefe de la oposición.
Sin embargo, el bienvenido arrepentimiento de Ishiba ha quedado aguado por la visita de uno de sus ministros al santuario de Yasukuni, donde una parte de Japón rinde culto a sus criminales de guerra y donde su “museo” es una desacomplejada exaltación del militarismo nipón.
Shigeru Ishiba, en cualquier caso, también ha mandado una ofrenda a Yasukuni. Equilibrismo aún más necesario, estando como está en la cuerda floja, después de que su partido -que ha gobernado Japón durante 66 de los últimos 70 años- quedara segundo en las elecciones metropolitanas de Tokio, en junio. Más aún, después de que su coalición con Komeito (brazo político de una secta budista) perdiera la mayoría en la Cámara Alta, el mes pasado. Los sectores más conservadores afines al difunto Shinzo Abe -del que Ishiba fuera eterno rival- ya afilan las katanas. Llevan haciéndolo, de hecho, desde que se quedara corto en las generales de octubre.
El imperialismo japonés -aliado del fascismo- dejó veinte millones de muertos en Asia -la mitad en China- y una huella imborrable de crueldad. Pekín, Seúl y Pyongyang observan con atención a los políticos japoneses cada 15 de agosto. Para Corea, la fecha de hoy es también la de la liberación del yugo nipón -que formalmente se remonta a 1910, aunque sea anterior- que obligaba a los escolares coreanos a empezar el día inclinándose en dirección al Palacio Imperial de Tokio.
De este modo, las capitales asiáticas toman nota de la expresión de “remordimiento” de Shigeru Ishiba, sobre todo porque no es ningún cordero, sino un ex ministro de Defensa versado en historia militar. “Los remordimientos y las lecciones aprendidas de esa guerra deben quedar grabadas profundamente en nuestros corazones”, declaró el primer ministro japonés durante el acto conmemorativo por los tres millones de fallecidos japoneses durante la conflagración. Ishiba trasladó el compromiso de su país “de no entrar en guerra nunca más”.
Militarismo exaltado
Las visitas de políticos nipones al santuario de Yasukuni indignan a China y Corea
La ceremonia arrancó al mediodía, momento en que, ochenta años atrás, fue radiado el discurso grabado de capitulación del emperador Hirohito. En un lenguaje tan refinado que muchos de sus súbditos -que nunca antes habían oído su voz- ni siquiera le entendieron. Aunque el bombardeo nuclear estadounidense de Hiroshima y Nagasaki, pocos días antes, no necesitaba apostillas. Asimismo, la propia Tokio, como Osaka y muchas otras ciudades, llevaban meses siendo arrasadas con bombas incendiarias. La capitulación colocó a Japón en la órbita de Estados Unidos y evitó que la URSS avanzara más allá de las islas Kuriles.
Ishiba dejó unas flores en la fosa común de Tokio que acoge los restos de más de trescientas mil víctimas sin nombre. A pesar de la legendaria esperanza de vida de los japoneses, este es el primer año en que más de la mitad de los participantes en el acto -unos 3.300 familiares de fallecidos- nacieron después de la contienda. Motivo por el cual Ishiba se comprometió a mantener viva la memoria de la guerra, para que no se repita. “Nunca más debemos equivocarnos en el camino que recorremos”.
Diputados derechistas, encabezados por Ichiro Aisawa (PLD), en el centro de la imagen, prestan homenaje en el santuario sintoísta de Yasukuni a las almas de los soldados muertos por el Imperio Japonés, incluidos los criminales de guerra ahorcados por EE.UU. tras los juicios de Tokio
Pero el resto de Asia -desde Birmania a Indonesia- considera que el “nunca más” de Japón nunca fue acompañado de verdadera contrición y de pedagogía para las nuevas generaciones, como sí sucedió en Alemania y, en menor medida, en Austria. Aunque el imperialismo nipón terminó acelerando la descolonización de Asia -hoy celebra su independencia India, en cuyos confines continentales e insulares penetraron las tropas niponas- el nuevo Japón habría de convertirse en el país asiático con el mayor número de tropas estadounidenses, hasta el día de hoy.
En la misma ceremonia de hoy, el emperador de Japón, Naruhito -acompañado por la emperatriz Masako- expresó “un profundo y renovado sentimiento de dolor” por las vidas perdidas. Su padre, Akihito, fue el primer emperador en expresar su “profundo remordimiento”. No así su abuelo, el longevo Hirohito, en cuyo nombre fueron a la muerte más de dos millones de soldados, entre ellos los kamikazes y los tripulantes de sumergibles suicidas.
Oposición en el flanco derecho
Los adversarios de Ishiba afilan las katanas, dispuestos a recortar su mandato
Aunque Ishiba se haya mostrado más compungido que cualquiera de sus predecesores del PLD, lo ha hecho a título personal. Previsiblemente porque no había consenso para suscribir una declaración conjunta del consejo de ministros, como acostumbraba a hacerse. No en vano, los adversarios internos de Shigeru Ishiba, de un militarismo más acendrado -pese a que la Constitución japonesa lo prohíbe- creen que desde el otro lado del Pacífico, en la América de Trump, el viento sopla a su favor.
Tanto es así que Ishiba se coordinó con el nuevo presidente de Corea del Sur, Lee Jae Myung, para rechazar la invitación a la última cumbre de la OTAN, en La Haya, en la que Donald Trump pasó el cepillo. Las demandas estadounidenses, más o menos veladas, para que Japón eleve su presupuesto militar hasta el 3,5% de su PIB supondrían un gasto suplementario cercano a los 60.000 millones de euros anuales. Un rearme descomunal que provocaría un auténtico tsunami en toda Asia.
No digamos si al frente de Japón estuviera Sanae Takaichi -la nostálgica del Imperio que perdió el liderazgo del partido frente a Ishiba- o Shinjiro Koizumi, hijo del exprimer ministro ultraconservador Junichiro Koizumi, el último que visitó Yasukuni en el aniversario de la rendición, en 2006.
El ministro de Exteriores chino, Wang Yi, instó este viernes a Japón a “afrontar la historia” y “aprender de ella”. En cambio, el gobierno de la República de China (Taiwán), considerado secesionista por Pekín, ha criticado a la República Popular de China por ponerse todos los laureles de la lucha contra los invasores japoneses. Aunque es verdad que el generalísimo nacionalista Chang Kai Chek (formado en Japón) combatió tanto a los japoneses como a los comunistas, bastante a menudo guerreó contra estos últimos con más ahínco que contra los primeros. Antes de refugiarse con el beneplácito estadounidense en Formosa (hoy Taiwán), isla que los japoneses -que la habían ocupado desde finales del XIX- tuvieron que abandonar tras la capitulación.
Ocupación nipona
La rendición obligó a Japón a abandonar sus dominios en China, incluida Taiwán
Hoy el jefe de la diplomacia china, Wang Yi, citó la Declaración de El Cairo y la Proclamación de Potsdam, que definieron las responsabilidades de guerra de Japón y estipularon que debía devolver a China “todos los territorios que le había arrebatado, incluida Taiwán”.
La embajada china en Japón también ha protestado por la visita de destacados políticos japoneses al templo sintoísta de Yasukuni, donde se honra a militaristas con millones de muertos a sus espaldas. El propio abuelo materno de Shinzo Abe, Nobusuke Kishi, que tuvo responsabilidades en Manchuria, fue encarcelado como criminal de guerra por los estadounidenses, que luego lo rehabilitaron y favorecieron su acceso a la jefatura de gobierno por su probado anticomunismo, en los mismos años en que sacaban del ostracismo a la dictadura del general Franco, por motivos parecidos.
Corea del Sur también ha llamado hoy a Tokio a ir más allá de la “reflexión” (el término más empleado por el PLD en esta efeméride). “Espero que gobierno japonés sea capaz de plantar cara a nuestra historia dolorosa y se esfuerce en mantener la confianza entre nuestros países”, ha dicho el presidente coreano, Lee Jae Myung.
Aunque la luna de miel entre Fumio Kishida y Yoon Suk Yeol -con Joe Biden como casamentero- ya sea historia, se trata de una queja con sordina. No en vano, en poco más de una semana Lee realizará su primera visita oficial a Japón y ambos países tienen interés en lidiar de forma conjunta ante cualquier intento de “extorsión” (término empleado por un diputado japonés) por parte de Donald Trump. Hoy rumbo Alaska, el presidente republicano puso mucho interés en su anterior mandato en que ambos países pagaran todavía más por la ocupación estadounidense de bases militares en sus respectivos territorios.
Tal día como hoy, el emperador del Sol Naciente bajó a la tierra, forzado a poner la voz en off del final de la Segunda Guerra Mundial. Ochenta años después el oído del planeta vuelve a estar puesto en el Pacífico, que no siempre hace honor a su nombre.
