Nicolas Baverez lleva muchos años advirtiendo en sus libros y artículos de la decadencia de Francia. Este historiador, economista y editorialista del semanario Le Point y el diario Le Figaro reitera su negro diagnóstico en una conversación con La Vanguardia .
En el 2003, después de publicar La France qui tombe (La Francia que cae), se le criticó por demasiado pesimista y declinista , pero hoy incluso el primer ministro, François Bayrou, usa sus argumentos y dice que Francia podría acabar como Grecia en el 2010.
Creo que, en efecto, la cuestión del declive de Francia es algo ya aceptado en el plano intelectual y político. Cuando escribí ese libro lo hice como mensaje de alerta, pero por desgracia no se comprendió, fue ridiculizado o dijeron que estaba inspirado por la extrema derecha, lo que no era cierto en absoluto. Francia ha desaprovechado todas las ocasiones, que han sido muchas, de intentar cambiar su modelo económico y social, hacer reformas a fondo y adaptarse al siglo XXI. Hoy se halla en una situación crítica, que se parece a los años 30.
¿En qué sentido?
Aquel crack bursátil en EE.UU. derivó en una recesión y deflación mundiales. Francia fue atrapada por la crisis en 1931. En 1939 era el único país del mundo desarrollado en el que la producción era inferior a la de 1929. En paralelo, había declive demográfico,las instituciones de la III República no funcionaban y precipitaron al país en una guerra civil fría a partir del Frente Popular. Fue un periodo en que Francia no comprendió el cambio en el mundo, ni la deflación, ni supo reaccionar al auge de los totalitarismos en Europa, tampoco en el ámbito militar. Tenía una doctrina fosilizada que no tuvo en cuenta las novedades estratégicas del tanque y del avión, e ignoró por completo el laboratorio de la guerra de España, ensayo general de la II Guerra Mundial.
¿Y qué ocurre ahora?
Estamos en declive demográfico, la economía está completamente paralizada, la desindustrialización avanza y en materia de paro no se ha vuelto nunca al pleno empleo. Luego está la pobreza. Dado que ha bajado la productividad, no hay crecimiento ni por tanto aumento de poder adquisitivo, la renta per cápita solo crece gracias a las ayudas sociales financiadas por la deuda pública.
El legado presidencial
“Francia ya no es creíble en el mundo y sus instituciones están paralizadas”
¿Cree que el plan de austeridad de Bayrou se aprobará y ayudará a superar la situación?
Hay una gran incertidumbre porque este plan tiene varias debilidades. En vez de bajar el déficit al 3%, debería llegarse al 1,5% para que Francia tuviera un excedente primario, necesario para que la deuda sea sostenible. Tampoco hay verdaderas reformas estructurales sobre los grandes ejes del Estado social como las pensiones, la sanidad y el seguro de desempleo. Y entre los 40.000 millones de ahorro anunciados hay hasta 15..000 millones de alza de impuestos. No hay suficiente esfuerzo en el recorte de gastos. Y sobre todo no vemos una base política que permita aprobar ese presupuesto. Al contrario, vemos un aumento de fuertes tensiones sociales en septiembre La otra paradoja es que cuando uno quiere lanzarse a una política de esta índole, y lo hemos visto en la Europa del norte y del sur, hay dos requisitos: un mandato político y un líder que tenga una fuerte legitimidad. Hoy no hay mandato para esta política, el presidente de la República está deslegitimado y el primer ministro muy debilitado.
¿Se puede decir que Macron ha fracasado, al ser presidente durante este deterioro y este crecimiento astronómico de la deuda, cuando parecía que era un experto en finanzas?
Es la gran paradoja y la gran decepción de Macron. Fue elegido para cambiar el modelo económico y social francés. En el 2017 hizo un llamamiento a la sociedad civil. El fracaso de Macron ha sido total, completo y terrible. Ha acumulado un billón de euros de deuda para nada. No ha modificado el modelo económico y social y Francia está hoy a merced de los mercados financieros. Tampoco ha logrado rearmar el país. Francia es un país que ya no es creíble en Europa ni en el mundo. Ha sido expulsada del África occidental, que fue siempre uno de nuestros puntos fuertes, es humillada por Argelia con la toma como rehén de Boualem Sansal (escritor franco-argelino condenado a cinco años de prisión). Así que es un fracaso absoluto. Y le añadiré algo más. Macron ha logrado lo que parecía imposible. La V República era un régimen no muy liberal pero estaba hecho para asegurar la estabilidad del Estado en todas las circunstancias y permitir afrontar las crisis históricas. Macron ha conseguido paralizar por completo las instituciones, con un disfuncionamiento total del Estado.
Usted ha escrito que los problemas empezaron en 1981, con Mitterrand y la cultura de la deuda.
Sí, fue un cambio decisivo porque los tres primeros presidentes de la V República, De Gaulle, Pompidou y Giscard d’Estaing hicieron una política para Francia, traumatizada por junio de 1940 (la rápida derrota ante los nazis). Siempre privilegiaron la potencia del país. A partir de 1981 se hizo una política para los franceses, es decir crear rentas ficticias, dar muchas ayudas financiadas con la deuda.
Momento crítico
“No es bueno para Europa que estemos en esta situación catastrófica”
¿Por qué los franceses rechazan siempre los sacrificios?
La Europa del sur, Portugal, España, Grecia, Italia hicieron reformas, con mucho sufrimiento, y nosotros no. Nuestra economía muy dirigista (por el Estado) conoció mucho éxito en los Treinta Gloriosos (entre 1945 y 1975). Esta estrategia nació del periodo de la Resistencia y ha seguido muy anclada en el espíritu de los franceses. El Estado debería haber sido el principal actor de la modernización y ha sido el gran obstáculo. También ha habido demagogia de la clase política, que jamás ha dicho la verdad a los franceses. Bayrou tiene al menos el mérito de haber dicho con claridad las cosas, el carácter absolutamente insostenible de la deuda pública y que Francia es hoy en verdad el hombre enfermo de Europa.
¿Cómo ve el resto de países?
La Europa del norte va bastante bien. Ha conseguido conciliar competitividad, solidaridad, innovación, transición ecológica y rearme ante Rusia. La Europa del sur se está relanzando, incluida Grecia. España tiene un crecimiento remarcable. Italia posee una potencia industrial impresionante y tiene excedente primario, el único país del G-7. Alemania va a remontar con Friedrich Merz. Francia, mientras, está totalmente paralizada en un periodo crítico en el que la economía mundial va a implosionar a por la política de Trump (aranceles). También están las tensiones geopolíticas, con Europa atrapada por la tenaza entre el proteccionismo iliberal de Estados Unidos, que retira las garantías de seguridad, la amenaza existencial de Rusia y el dumping de China. No es bueno para Europa que Francia esté en esta situación catastrófica en este momento crítico de la historia.
La hipótesis del triunfo ultraderehista
Le Pen puede acabar como Tsipras
Según Nicolas Baverez, “a Francia se le plantean dos cuestiones, si el sistema político podrá reformar el país o la reforma se hará desde el exterior, como en Grecia, Italia o Portugal, con la intervención del Fondo Monetario Internacional y de la Unión Europea; la segunda cuestión es si Francia llegará a modernizarse sin una experiencia de populismo o de un gobierno autoritario de extrema derecha, como vemos hoy en Italia con la señora Meloni”. El historiador admite que el programa económico de Marine Le Pen es ahora casi socialista en el terreno de las pensiones y otros aspectos, pero cree que, si llegara al poder, podría haber sorpresas, como en Italia, donde Meloni “hace la política de Mario Draghi y obtiene muy buenos resultados por esa razón”. “La gran paradoja es que si el Reagrupamiento Nacional (RN, el partido de Le Pen) llega al poder, tengo casi la certidumbre que la crisis financiera estallará con fuerza”, prosigue Baverez, y añade: “En realidad el RN se arriesga a encontrarse en la posición de Alexis Tsipras (el líder izquierdista griego, obligado a aplicar la durísima receta de austeridad) y verse abocado a tomar una decisión dramática, como la de Mitterrand en 1983”. Según Baverez, las opciones podrían ser salir del euro y de la UE, “que sería una pauperización y marginalización del país”, o tomar medidas drásticas.
