Ochenta mil palomas de la paz han sobrevolado este miércoles la pekinesa plaza de Tiananmen, al cierre del desfile de conmemoración de los 80 años de la “Victoria de China sobre el fascismo”. Por encima de ellas, captaban la atención las últimas incorporaciones a la fuerza aérea del Ejército Popular de Liberación (EPL). Pero los ojos del mundo estaban más a ras de suelo, donde el presidente Xi Jinping compartía tribuna con sus homólogos Vladimir Putin y Kim Jong Un, de Rusia y de la República Democrática Popular de Corea. Una imagen para la historia, sin paralelo desde el encuentro de 1959, también en Pekín, de Mao Zedong, Nikita Jruschev y Kim Il Sung, abuelo del actual presidente norcoreano.
Otros veinticuatro jefes de estado o de gobierno han querido compartir la celebración con Xi Jinping, que suma un nuevo éxito diplomático, a los dos días de la clausura en Tianjin de la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS). Varios mandatarios han acudido a ambas citas, aunque no es el caso del primer ministro indio, Narendra Modi.

El significado de esta foto de hoy, con Putin, Xi y Kim en un desfile militar con muchas novedades tecnológicas, no pasa desapercibido en Japón, que buscó el boicot al acto de sus sus aliados, ni tampoco en Corea del Sur, representada por su presidente de la Asamblea Nacional
En Pekín, el presidente Xi ha pasado revista a sus tropas en una limusina de época, enfundado en un uniforme gris típico de la era Mao, como el que vestía su padre, en homenaje a aquella generación, que sufrió lo indecible en la lucha contra la invasión japonesa. Solo la Unión Soviética sacrificó más vidas que China en la Segunda Guerra Mundial.
Xi Jinping, encaramado como nunca a la condición de corresponsable del destino de Asia y del mundo, no podía hacer un discurso de circunstancias: “Hoy la humanidad vuelve a tener que elegir entre paz y guerra, diálogo y confrontación, beneficio mutuo o suma cero”.

El trato preferente de Xi Jinping hacia los presidentes de Rusia y Corea del Norte, igualmente en posesión del arma nuclear, ha sido hoy evidente, entre el total de 26 jefes de Estado y de gobierno,reunidos en la conmemoración del 80 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial y de la ocupación japonesa de gran parte de China
La apabullante demostración de fuerza podría hacer creer que a Xi -como a Putin o a Kim- le encantan las paradas militares. En realidad, la de hoy es apenas la tercera desde que asumió la secretaría general del Partido Comunista de China, hace trece años. Lo que sí adora es poner los puntos sobre las íes en su particular lectura del pasado. Xi Jinping ha llamado a prevenir una repetición “de las tragedias de la historia”, constatando que “el pueblo chino estuvo y está en el lado correcto”. Con un puño de hierro envuelto en un guante de seda, Xi ha concluido que “el renacimiento de la nación china es imparable y la noble causa de la paz y del desarrollo triunfará con certeza”.
A pesar de su advertencia sobre la gravedad de la situación global, Xi ha evitado explicitar los motivos de discordia, como la invasión de Ucrania y Palestina, la guerra arancelaria de Donald Trump o la tensión en el estrecho de Taiwán y en el mar de la China Meridional.

El misil balístico intercontinental chino DF-61 ha circulado durante la parada dedicada a la derrota del imperialismo japonés
El presidente estadounidense, en cualquier caso, deseó “al presidente Xi y al maravilloso pueblo de China un fantástico y duradero día de celebración”. Aunque no pudo evitar la coletilla: “Por favor dele mi más caluroso saludo a Vladimir Putin y Kim Jong Un mientras ustedes conspiran contra los Estados Unidos de América”. Sin embargo, ante los periodistas, Trump insistía en que su relación con Xi es “muy buena”. Eso sí, pidiéndole con razón que reconociera la “enorme contribución en sangre y apoyo de los Estados Unidos para la consecución de su liberación en la guerra”.
Entre la cohorte de asistentes al desfile militar estaba, por sorpresa, el presidente de Indonesia, exgeneral Prabowo Subianto, que había tenido que renunciar a acudir a Tianjin por una oleada de protestas que ha dejado varios muertos en su país
3 de septiembre
Otro acontecimiento histórico que separa a Pekín del partido en el poder en Taipéi
Xi Jinping introdujo el 3 de septiembre como festivo en 2014 y un año después celebró su primer desfile de conmemoración de la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial (el 2 de septiembre se firmó oficialmente la rendición de Japón a bordo del USS Missouri, en la bahía de Tokio, pero en China se conoció al día siguiente). Los comunistas, con Mao Zedong al frente, hostigaron a los japoneses en el norte de China. Pero lo cierto es que las fuerzas nacionalistas de Chang Kai Chek y el Kuomintang jugaron un papel igual o mayor en la resistencia, antes de perder la guerra civil y refugiarse en Taiwán. Allí, sin embargo, el Partido Progresista Democrático (soberanista) eliminó como día festivo la emancipación del yugo japonés (que la isla celebraba en otra fecha) y así ha seguido hasta hoy.
. Otros mandatarios presentes han sido Anwar Ibrahim, de Malasia; Shehbaz Sharif, de Pakistán; Ilham Aliyev, de Azerbaiyán; Luong Cuong, de Vietnam; Thongloun Sisoulith, de Laos; o el rey de Camboya, además de Asia Central casi en pleno, del presidente del Congo (país del cobalto), Denis Sassou, y de los de Cuba, Irán y Birmania, respectivamente, Miguel Díaz-Canel, Masud Pezeshkian y el general Min Aung Hlaing. Por parte europea, solo los mandatarios de Bielorrusia, Alexánder Lukashenko; Serbia, Alexander Vucic; y Eslovaquia, Robert Fico.
Este último se ha reunido luego con Vladimir Putin, que el día anterior firmó con Xi el desvío para China, mediante la construcción del gasoducto Poder de Siberia 2, del gas barato que han dejado de comprar muchos países europeos. El presidente ruso también tiene previsto para hoy un cara a cara con Kim Jong Un, que no salía de su mitad de Corea desde hacía dos años y que no pisaba China desde hacía seis.
Antes del acto, el dirigente de Corea del Norte ha estrechado la mano de Woo Won Shik, presidente de la Asamblea Nacional de Corea del Sur. Ambas mitades de Corea comparten la animosidad hacia Japón por sus décadas de ocupación. La presencia de este político -conservador, por más señas- así como la de algunos dirigentes, unida a la de invitados como el exministro de Exteriores de Australia, Bob Carr (laborista), impide reducir a la asistencia a “un club de autócratas”. Ni siquiera como un club de rivales de EE.UU., aunque estas características puedan ser el denominador común de varios de ellos.
Unos y otros pudieron sentir hoy en Tiananmen un cierto vértigo histórico al contemplar la sucesión acompasada de más de diez mil soldados, tanques de última generación, drones inteligentes y misiles hipersónicos, descendiendo por la avenida de la Paz Eterna.

Helicópteros dibujando el número 80 durante la exhibición aérea de hoy
Primero desde 2019
El tercer desfile de la era Xi muestra un ejército mejor dotado, más moderno y autosuficiente
Durante una hora y media, el Ejército Popular de Liberación (EPL) exhibió su arsenal más moderno, mostrando un notable aumento de capacidades desde la anterior parada, que celebró en 2019 con motivo de los 70 años de la proclamación de la República Popular de China.
Entre ellos destacaron drones de combate dotados de inteligencia artificial capaces de operar junto a cazas tripulados, nuevos misiles hipersónicos antibuque, como el YJ-20 y el YJ-21, y el intercontinental con capacidad nuclear DF-61.
También se presentaron sistemas de defensa antiaérea y antimisiles como el HQ-29 y el HQ-20, así como el KJ-600, el primer avión chino de alerta temprana para portaaviones.
El desfile incluyó asimismo el tanque Type 99B, con protección contra drones, y el lanzacohetes PHL-16. Por primera vez desfilaron también las unidades centradas en el espacio, el ciberespacio y la guerra de la información.
El gobierno de Pekín tiende a creer que la transparencia sobre su músculo militar es la mejor garantía de disuasión. Sin embargo, algunos de sus artefactos más punteros finalmente no han sido desvelados. Por ejemplo, sus dos cazabombarderos furtivos de sexta generación J-36 y J-50, todavía en fase de pruebas. Aun sin ellos, el desfile evidencia la creciente autosuficiencia del EPL bajo Xi Jinping, que es también su jefe supremo. Si antes importaba hasta un 30% de su arsenal (sobre todo de Rusia) ahora importa menos del 10%.
No han podido verse en Pekín, como no es de extrañar, varios de sus nuevos juguetes bélicos, como vehículos espaciales militarizads, portaaviones, submarinos o satélites. Tampoco podía marchar al compás más que una ínfima parte de sus dos millones de soldados en activo, que conforman el mayor ejército del mundo en efectivos (si bien EE.UU. multiplica por cuatro su presupuesto de Defensa y por doce el gasto militar per cápita).
Sin embargo, la verdadera baza de China, tan a la vista que a menudo se olvida, es su apabullante base industrial, en gran medida reconvertible en industria de guerra en caso de conflicto armado.

Parte de la exhibición de la tríada nuclear china, este miércoles en Pekín