Ponerse en la piel de las personas que han de decidir el Nobel de la Paz supone en esta ocasión un ejercicio de esquizofrenia.
El presidente Donald Trump repite que ha pacificado siete guerras, comentario más que discutible y no solo porque se apunta el tanto ante el fin imaginario del conflicto por la invasión rusa de Ucrania, que continúa activo y sumado difuntos.
A su vez, rebautiza el Departamento de Defensa como el de Guerra –una declaración de principios–, bombardea un barco en el Caribe con el saldo de once muertes sumarísimas de supuestos narcos venezolanos, tolera la destrucción masiva de Gaza –donde otea un complejo hotelero de lujo–, amenaza con lanzar ataques en territorio de Venezuela y provoca estupor al afirmar que llevará la guerra a Chicago, a suelo estadounidense como nadie se ha atrevido desde el choque entre unionistas y confederados de 1861.
Trump representa Jekyll y Hyde, el Ying y el Yang, Eros y Tanatos o, parafraseando la canción, y en lugar de dos mujeres, cómo se puede querer la paz y la guerra “y no estar loco”.
El mundo, sobre todo los aliados occidentales, observan perplejos la teoría de Trump de paz por la fuerza. ¿Esto es paz?
El gobernador califica de locura comparar Chicago con la guerra de Vietnam: “Es un aspirante a dictador”
Hay quien sostiene que todo eso de que quiere ser un pacificador es solo una farsa para tapar su deriva autocrática, que va más allá de su deseo de ser dictador por un día.
Parece claro que las leyes según Trump, sean domésticas o internacionales, están hechas para que él las incumpla a base de órdenes ejecutivas que circunvalan la rama legislativa.
Tras una operación de combate en aguas internacionales para intimidar al régimen de Nicolás Maduro, que ha propiciado numerosas críticas en Estados Unidos por su falta de legalidad a pesar de que el mandatario venezolano goza de muy pocos amigos en este país, medios como la CNN insisten en que la Casa Blanca está dispuesta a atacar militarmente dentro de Venezuela contra los cárteles de la droga.
Esto supondría una escalada de violencia sin precedentes. Maduro ya ha dicho que responderán a esas operaciones.
“No hablamos de eso”, contestó Trump el viernes a la pregunta de si busca un cambio de régimen en ese país sudamericano. “Pero sí hablamos de unas elecciones extrañas”, matizó, en referencia al supuesto pucherazo chavista contra la victoria de las fuerzas opositoras.
Medios como la CNN aseguran que Trump prepara ataques dentro de Venezuela contra los carteles
Pero la mayor consternación del fin de semana fue el jaque bélico que lanzó el sábado desde su red social contra Chicago, la metrópoli de Illinois.
Amplificó su promesa de enviar la guardia nacional y agentes aduaneros (ICE) a la ciudad del viento con un post en el que parodiaba una imagen de Apocalypse now (obra maestra del cine firmada por Coppola sobre la guerra de ¡Vietnam!), con una bola de llamas mientras los helicópteros vuelan sobre la tercera urbe más poblada de EE.UU.
Lo título Chipocalypse Now , sin especificar la razón aunque todo apunta a que pensaba en una cadena de comida mexicana. “Me encanta el olor de la deportación por la mañana”, escribió. En la película de Coppola, un personaje, interpretado por Robert Duvall, afirma: “Me encanta el olor del napalm por la mañana”. Y Trump añadió en su red. “Chicago está a punto de descubrir por qué se llama Departamento de GUERRA”.
En su respuesta, el gobernador de Illinois, JB Pritzker, calificó al presidente de “aspirante a dictador”. En las redes insistió. “Esto no es una broma, esto no es normal, es un delirio, habla como un tirano”, remarcó.
Tanto él como el alcalde Brando Johnson pidieron a los vecinos que mantengan la calma ante la posible invasión.
Este fin de semana se produjeron marchas en Chicago con mucha asistencia. Una frase muy repetida fue que Trump está declarando la guerra a las ciudades estadounidenses.
En cada una, un Vietnam.
Operación fallida de los Navy Seal en Corea del Norte
A su 79 años, Donald Trump se muestra habitualmente como la persona que lo sabe todo de todo. Sin embargo, curiosamente siempre que se trata de algo que no le va bien, sufre lapsos de memoria. “No sé nada”, respondió el presidente el viernes cuando los periodistas le preguntaron por una operación fallida que los Navy Seal realizaron en el 2019, bajo su primer mandato, en territorio de Corea del Norte. La misión consistía en introducir equipos electrónicos y facilitar la intercepción de las comunicaciones del dictador Kim Jong Un. Trump alardea de ser amigo del tiránico gobernante norcoreano. La primicia la sacó el viernes ‘The New York Times’ en su página web y este domingo abrió a toda página su portada en la edición de papel. La operación de espionaje se produjo en un momento en que había conversaciones con Pyongyang sobre el despliegue nuclear. La misión era tan arriesgada que precisó la aprobación del presidente. Pero los Navy Seal, cuando se pensaban que habían alcanzado una costa desierta, fueron avistados por un buque. Ante el temor de ser descubiertos, mataron a todos los tripulantes y dieron marcha atrás sin colocar los aparatos electrónicos.