Aupada en parte por el descontento con el Gobierno de conservadores y socialdemócratas del canciller Friedrich Merz, pero con varios otros factores en juego, la formación ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) se ha disparado en los sondeos hasta situarse potencialmente como el partido más votado del país en caso de elecciones.
En los comicios anticipados de febrero, la AfD cosechó el 20,8% de los votos, convirtiéndose en segunda fuerza parlamentaria, y las encuestas le dan ahora entre el 25% y el 26% de respaldo de la ciudadanía, con lo que supera o le roza los talones al bloque conservador CDU/CSU del democristiano Merz, que oscila también entre esos dos porcentajes. En algunos sondeos son los conservadores quienes se mantienen en cabeza.
Al cóctel de retórica antiinmigración y antiislam, identidad nacionalista y negacionismo histórico se han ido sumando otros elementos que arrastran a cada vez más votantes hacia un partido que nació en el 2013 como formación nacionalconservadora y euroescéptica, y que fue radicalizándose hasta ser clasificada como “caso confirmado de extremismo de derechas” por la Oficina Federal de Protección de la Constitución (BfV), los servicios de inteligencia del Ministerio del Interior. Técnicamente, esto significa que la BfV considera que los postulados de Alternativa para Alemania son “incompatibles con el orden constitucional democrático”.
Miedo a la inseguridad económica
Sociólogos de la Fundación Hans Böckler, vinculada a los sindicatos, alertan de que la AfD capta a votantes airados que tienen “experiencias de pérdida de prosperidad”
Ahora, el dúo que preside el partido, formado por Tino Chrupalla y Alice Weidel, que fue candidata a canciller en las últimas elecciones, explota más la vertiente socioeconómica. Cuatro meses después de su llegada al poder, tanto los conservadores de Merz como sus socios del socialdemócrata SPD -quienes puntúan en torno al 15%- están sometidos a gran presión, con la economía contraída, el paro en aumento y las encuestas indicando que, pese a los controles policiales en las fronteras, los ciudadanos están inquietos por la inmigración, un tema distintivo de la AfD.
Weidel, que es economista, acusó esta semana al Gobierno de “políticas irresponsables que están estrangulando la economía alemana con impuestos, precios de la energía y burocracia récord”, y proclamó que solo la AfD posee redaños para cambiar la situación. “Detendremos la economía planificada de la transición energética, reduciremos los impuestos y gravámenes, reduciremos decisivamente la burocracia y fortaleceremos a las pequeñas y medianas empresas”, prometió, abundando también en la aversión al ecologismo, otro rasgo distintivo de la ultraderecha.
“La AfD moviliza con éxito los miedos y la inseguridad social, que se basan en experiencias de pérdida de prosperidad, como por ejemplo por la inflación, pero la inseguridad también surge del temor al futuro”, señala la socióloga Bettina Kohlrausch, directora del Instituto de Ciencias Económicas y Sociales (WSI) de la Fundación Hans Böckler, entidad vinculada a la confederación de sindicatos alemanes. “Algunos miembros de la población activa perciben procesos de transformación como el cambio socioecológico y la digitalización como una amenaza a su situación”, lamenta Kohlrausch.
Negacionismo histórico
La reinterpretación de la historia nazi por parte de la AfD avanza pese los reveses judiciales; “Hitler era comunista”, dijo Alice Weidel en una charla por X con Elon Musk en enero
Un reciente estudio del WSI, basado en rondas de encuestas a la población activa, explora la captación de nuevos votantes por la AfD más allá de su electorado clásico de ultraderecha.
En las elecciones de febrero, el partido consiguió el 20,8% de los votos, duplicando su porcentaje de los comicios del 2021, en los que obtuvo el 10,3%, perdiendo fuelle respecto a las elecciones del 2017 (en esas logró el 12,6%). El bajón del 2021 se debió a tensiones internas en la cúpula del partido, desgarrada entre radicales que querían escorarse más hacia la extrema derecha y pragmáticos que aspiraban a una cierta respetabilidad de derechas. Triunfó la línea dura y la AfD recuperó terreno y luego se propulsó.

Elon Musk en pantalla durante un mitin de la AfD para las elecciones generales, en Halle el 25 de enero
El estudio de la fundación vinculada a los sindicatos detectó cambios. En el nuevo electorado hay más mujeres y antiguos votantes de partidos conservadores (la CDU de Merz) y centristas (el liberal FDP, que perdió representación parlamentaria), mientras que en el electorado clásico abundan los hombres de nivel educativo bajo o medio, jóvenes o de mediana edad, y residentes en el este. Entre los nuevos votantes “por primera vez, ya no hay un excedente masculino” –subraya el estudio-, y ha aumentado el número de alemanes occidentales y de personas de entre 56 y 65 años.
Alternativa para Alemania (AfD) podría más que duplicar sus votos en las elecciones municipales de este domingo 14 de septiembre en Renania del Norte-Westfalia
“La AfD ha logrado posicionarse entre sus votantes como el único salvador; ha logrado distanciarse de las fuerzas políticas establecidas de modo creíble”, alerta el sociólogo Andreas Hövermann, autor del estudio. “Hay en mucha gente con sentimientos de discriminación, con temor al declive, y lo que llamamos privación relativa percibida, es decir, los votantes de AfD de clase trabajadora se sienten sistemáticamente desatendidos por el sistema y consideran que los refugiados y quienes reciben subsidios públicos reciben más de lo que merecen”, prosigue Hövermann.
Este sentimiento, que además les genera ira, entra como un guante en el discurso xenófobo antiinmigración, que sigue siendo el gran banderín de enganche de la AfD, un partido identitario que reclama la vuelta atrás a un país presuntamente homogéneo.
También el negacionismo histórico continúa proporcionando réditos a la AfD, aunque algunos de sus dirigentes hayan tenido encontronazos con la justicia por pronunciar frases nazis prohibidas por ley (Björn Höcke, líder regional de Turingia) o por blanquear el cuerpo paramilitar nazi de las SS (el diputado Maximilian Krah, sospechoso además de espiar para China). Ahora van con más tino, pero siguen haciéndolo.
Pese al cordón sanitario, el partido ultraderechista AfD gana nuevos apoyos en lugares donde su presencia ya se ha normalizado
“Los ultraderechistas de la AfD y Trump distorsionan la historia para sembrar el caos; quieren destruir las narrativas democráticas para luego construir narrativas autoritarias”, explicaba esta semana el historiador Volker Weiss en un coloquio sobre el asunto en la Fundación Heinrich Böll, vinculada al partido Los Verdes.
“La AfD reinterpreta y trivializa la historia nazi, con lo cual aspira a destruir la cultura de memoria democrática”, avisó Weiss, quien recordó el caso más llamativo, que además enlaza con el trumpismo estadounidense. Fue en enero, cuando Alice Weidel dijo que “Hitler era comunista” (agarrándose a que el partido nazi se llamaba partido nacionalsocialista), en una polémica charla en la red social X con el magnate Elon Musk, quien jaleó el bulo.
Musk ha reaparecido en la política alemana con un mensaje en X el 31 de agosto, que decía: “O Alemania vota por la AfD o será el fin de Alemania”. Podría referirse a las elecciones municipales que se celebran hoy en Renania del Norte-Westfalia. Según los sondeos, la democristiana CDU de Merz tendría un 35% de votos y mantendría su dominio, pero la AfD alcanzaría el 16%, más que duplicando su resultado de las municipales del 2020, en que logró el 5,1%. Los candidatos ultras a alcaldías tienen opciones de pasar a la segunda vuelta en dos semanas.
Pero lo que más parece ayudar a la AfD en su crecimiento es la normalidad de su propia presencia, por mucho que los demás partidos le impongan un cordón sanitario (Brandmauer ) que les impide gobernar. Estudios en circunscripciones donde el partido ha tenido resultados especialmente buenos muestran que Alternativa para Alemania ha logrado nuevos apoyos en lugares donde ya contaba con una sólida presencia.
Ocurre, señala el sociólogo Andreas Hövermann, “si en el club deportivo te encuentras con vecinos, compañeros o conocidos que votan por la AfD y lo cuentan, o donde la gente ya no se ofende si las calles están llenas de carteles electorales de la ultraderecha”.