Pakistán, una potencia nuclear, y Arabia Saudí, segundo importador de armamento del mundo, firmaron ayer miércoles un “Acuerdo Estratégico de Defensa Mutua” con el que se comprometen a responder conjuntamente en caso de agresión contra cualquiera de ellos. El acuerdo manda un mensaje contundente a terceros, en el año en que l vecino Qatar ha sido visitado por proyectiles de Irán e Israel y Pakistán e India se han enzarzado en su peor escaramuza en un cuarto de siglo.
El acuerdo fue firmado en Riad, por el príncipe heredero saudí Mohamed bin Salman y el primer ministro pakistaní, Shehbaz Sharif. “Tiene como objetivo fortalecer la disuasión conjunta frente a cualquier agresión”, indicó el comunicado de Sharif, que estuvo acompañado en el palacio real de Qasar al Yamama por cinco ministros, además del jefe del Ejército, general Asim Munir.
Aunque los dos países musulmanes mantienen desde hace décadas una estrecha relación militar y financiera (adivinen quién da y quién recibe), esta nunca se había plasmado en un documento de asistencia mutua en caso de agresión. De hecho, es el primero que suscribe Islamabad, pese a la estrecha relación de su ejército con otros países, como China, EE.UU., Turquía o Azerbaiyán.
India dice haber tomado nota del acuerdo. Sin embargo, el mensaje parece más enfocado a Israel, otra potencia nuclear no declarada. Sus operaciones militares en la franja palestina de Gaza, durante casi dos años seguidos, dejan ya más de 65.000 muertos, para indignación de la calle árabe y no digamos pakistaní.
Ninguno de los dos países reconoce a Israel, solo a Palestina. Aunque las conversaciones estaban ya avanzadas, podrían haberse acelerado por el bombardeo israelí de viviendas de Doha, Qatar, hace nueve días, con el objetivo de asesinar a los negociadores del frente político de la organización de la resistencia armada palestina, Hamas.
170 ojivas nucleares
Pakistán es es único país musulmán en posesión de la bomba atómica
Arabia Saudí, como deferencia extraordinaria, escoltó ayer la aeronave de la delegación pakistaní con dos cazas F-15, los mismos empleados por Israel en su bombardeo en la península arábiga (junto a algunos F-35) que dejó seis muertos, uno de ellos un cabo qatarí. Tras la firma, varios monumentos emblemáticos de Pakistán se iluminaron con el verde del islam, mientras la bandera saudí y pakistaní eran proyectadas sobre vario edificios del reino árabe.
La firma del acuerdo también provocó reacción en la India, vecino de Pakistán y país con el que mantiene tensiones históricas. El Ministerio de Asuntos Exteriores en Nueva Delhi emitió este jueves un comunicado en el que reconoció que el entendimiento entre Riad e Islamabad llevaba tiempo en consideración, pero subrayó que analizará sus consecuencias.
“Estudiaremos las implicaciones de este acontecimiento para nuestra seguridad nacional, así como para la estabilidad regional y global. El Gobierno sigue comprometido con la protección de los intereses nacionales de la India y con garantizar una seguridad integral en todos los ámbitos”, declaró el portavoz oficial indio, Randhir Jaiswal.
Más allá de su intención manifiesta, el bombardeo selectivo israelí en el emirato de Qatar mandaba el mensaje de que no solo Irán se atreve a mandar proyectiles contra el territorio de las monarquías de la península arábiga. En el caso iraní, como represalia y previo aviso, contra una base aérea estadounidense.
La disuasión nuclear de Israel, amplificada por los submarinos Dolphin de fabricación alemana, ata de pies y manos a ejércitos más potentes y vinculados secularmente a Palestina, como el turco. Es conocida la obsesión israelí por evitar a cualquier precio que Irán pueda seguir sus pasos y dotarse de ojivas nucleares (algo que Teherán niega, desde que Jomeiní declarara “haram”, impura, el arma nuclear).
Cumbre islámica en Qatar
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Por todo ello, el gran interrogante de esta semana y en los meses venideros es si Pakistán ha extendido a Arabia su paraguas nuclear. Un alto funcionario pakistaní, citado por la agencia Reuters, contestó directamente: “Este es un acuerdo defensivo integral que incluye todos los medios militares”.
El príncipe heredero Mohamed bin Salman, que fue ministro de Defensa del reino mucho antes que primer ministro, promovió en su día lo que se catalogó de “OTAN musulmana”, poniendo al frente a un exjefe de las Fuerzas Armadas de Pakistán, en 2017. Sin embargo, la experiencia tuvo poco recorrido y fue criticada en Pakistán por su sesgo sectario, ya que el verdadero objetivo era Irán. Teherán y Riad, más adelante, en 2023, sellaron su reconciliación con la mediación de Pekín, primer cliente de ambos productores de petróleo. La relación de Arabia Saudí con la India de Narendra Modi, por cierto, también es excelente.
La firma del tratado llega apenas dos días después de la cumbre extraordinaria convocada en Qatar por la Liga Árabe y la Organización de Cooperación Islámica, con la asistencia de representantes de sesenta países para condenar el bombardeo israelí sobre Doha -que dejó varias víctimas inocentes- y exigir el final de la matanza en Gaza. La fecha coincidió con el quinto aniversario de los Acuerdos de Abraham, para mayor escarnio de aquellos que reconocieron a Israel, sin pedir nada a cambio para los palestinos. No es de extrañar que ni Marruecos, ni Emiratos Árabes Unidos, ni Bahréin mandaran a representantes gubernamentales de primer nivel a la cita.
Cabe añadir que uno de los ministros del gobierno israelí, el extremista Bezalel Smotrich (vetado en la UE), dio una conferencia el año pasado en París, parapetado tras una tribuna que lucía un mapa del “Gran Israel”. Este incluía decenas de miles de kilómetros del norte de Arabia Saudí, entre otros países vecinos, además de Palestina.
El reino saudí, evidentemente, tomó nota. Su renovado acercamiento a Pakistán -país en permanente crisis financiera- se produce en este contexto. Bajo el mismo prisma, pero en beneficio de Israel, podría leerse el cortejo de Donald Trump hacia el jefe de las Fuerzas Armadas de Pakistán -y verdadero hombre fuerte de la República Islámica- Asim Munir, al que saltándose cualquier protocolo, invitó a un almuerzo oficial en la Casa Blanca hace tres meses. El único botón nuclear musulmán está en la punta de su dedo y la disuasión, desde ayer, está más repartida.
(Abajo, el general pakistaní Asim Munir, ayer a la izquierda del príncipe saudí Mohamed Bin Salman)