La Iglesia anglicana elige a una mujer como líder espiritual por primera vez en la historia

Relevo histórico en la Iglesia de Inglaterra

Sarah Mullaly, de 63 años, casada y con dos hijos será la nueva arzobispa de Canterbury

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Imagen de la primera arzobispa de Canterbury, Sarah Mullally 

BEN STANSALL / AFP

Haciendo suyo el refrán de que más vale tarde que nunca, la Iglesia anglicana ha nombrado por primera vez en 500 años a una mujer como arzobispo de Canterbury y su líder espiritual, en un claro desafío a un sector conservador con amplia representación en África y las Américas. Hasta ahora obispa de Londres (el tercer cargo de más rango en el anglicanismo), Sarah Mullally (63 años, casada y con dos hijos) cubre la vacante dejada por Justin Welby, que se vio forzado a dimitir después de que un informe interno criticara que no hubiese informado a la policía de casos de abusos sexuales de niños en la Iglesia de los que tuvo conocimiento, con el fin de evitar un escándalo.

En sus primeras declaraciones, Mullally ha condenado la “horrible violencia” del atentado del jueves en Manchester contra una sinagoga y ha dicho que “no podemos permitir que el odio y el racismo nos destruyan”. Su nombramiento ha sido refrendado por el primer ministro, Keir Starmer, pero la confirmación definitiva, un formalismo, correrá a cargo del rey Carlos III como jefe nominal de la Iglesia anglicana (aunque, de hecho, su líder espiritual es el arzobispo de Canterbury).

Enfermera de la sanidad pública, de profesión

Mullally abogó por un liderazgo más diverso como obispa de Londres

Sarah Mullally trabajó durante 35 años en el NHS (la sanidad pública británica) y llegó a jefa de enfermería. Fue ordenada sacerdote en el 2006. Tiene en general posiciones progresistas, como la bendición de matrimonios homosexuales, pero está totalmente en contra del suicidio asistido (aprobado hace poco en el Reino Unido) por considerar que puede ser objeto de abusos por parte de familiares sin escrúpulos.

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Imagen de la reina Isabel II de Inglaterra junto a la dama Sarah Mullally 

WPA Pool / Getty

La designación culmina un proceso de igualdad entre hombres y mujeres dentro de la Iglesia anglicana que comenzó en 1994 con la consagración de las primeras féminas como sacerdotes y avanzó veinte años después con el nombramiento de la primera obispa. Sin embargo, las tensiones internas son palpables y un grupo que representa al sector tradicional ha dicho en un comunicado que “la Biblia deja claro que el arzobispo de Canterbury ha de ser un hombre”.

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