La guerra de Gaza ha sido la más determinante desde la Segunda Guerra Mundial. Ha cambiado Oriente Medio, donde la causa palestina queda reducida a una reconstrucción que prima los beneficios económicos sobre las aspiraciones nacionales. Para la mayoría de países del mundo ha sido una guerra colonial y supremacista.
A pesar de su victoria militar aplastante, Israel no ha conseguido resolver la principal “amenaza” a su existencia como estado judío, la de un pueblo palestino que no renunciará a la autodeterminación.
EE.UU. ha sido el aliado necesario de Israel para arrasar Gaza, pero las democracias europeas y las instituciones internacionales, desde la ONU a la Liga Árabe, tampoco han sido capaces de frenar la matanza de los palestinos en Gaza.