Nicolas Sarkozy no es un recluso cualquiera. A la muy mediatizada entrada en la cárcel parisina de la Santé del expresidente francés, ayer, se añadió la información sobre la presencia constante, las 24 horas del día, de dos miembros de su servicio de escolta, armados, para garantizar su protección. Este hecho, conocido a posteriori, ha generado controversia política y jurídica, amén de la enérgica protesta del sindicato de guardias penitenciarios, que se han sentido menospreciados.
Última imagen de Sarkozy (en el centro), antes de ingresar el martes en la prisión de la Santé
El ministro del Interior, Laurent Núñez, hubo de justificar en una entrevista televisada, ayer por la mañana, el mantenimiento de los escoltas –que tienen a su disposición una celda contigua a la de Sarkozy– por las amenazas que existen contra el exjefe de Estado y por su propia condición de exmandatario. Horas después, la Fiscalía de París comunicó que están investigando amenazas de muerte contra el expresidente y que tres reclusos de la Santé eran interrogados.
El exjefe de Estado mantiene aún gran parte de su lucrativa actividad como consejero empresarial
Aunque para Sarkozy se aplicará un régimen de aislamiento, precisamente para evitar cualquier incidente, los agentes de seguridad, en turnos de 12 horas, estarán frente a la celda y acompañarán al célebre interno en todas las salidas de su habitáculo, ya sea para el paseo diario por el patio, si va al gimnasio o a la biblioteca. La portavoz del Gobierno, Maud Bregeon, defendió también la medida cuando le preguntaron después del Consejo de Ministros.
Han criticado la decisión, juristas incluidos, quienes piensan que la presencia de escoltas armados es desproporcionada. Portar armas de fuego es algo muy delicado y desaconsejable en una cárcel, porque implica riesgo de sustracción. El portavoz del sindicato de guardias penitenciarios Ufap-Unsa, Wilfried Fonck, calificó la decisión sobre los escoltas como “un corte de mangas” a su colectivo porque lanza el mensaje de que es incapaz de garantizar la seguridad de un personaje de ese nivel en la cárcel. Hay más rabia aún porque hace tiempo que se quejan de la sobrepoblación carcelaria y de las condiciones de trabajo.
Algunos analistas piensan que el Gobierno, con el tema de los escoltas o gestos como la visita de Sarkozy a Macron, el viernes pasado, o el anuncio del ministro de Justicia, Gérald Darmanin, de que quiere ir a verle, se genera una presión indirecta sobre los magistrados que deben decidir dentro de unas semanas sobre la petición de libertad condicional.
El encarcelamiento de Sarkozy plantea interrogantes también sobre su intensa y muy lucrativa actividad como consultor y consejero empresarial, que le reporta altos ingresos y que no ha disminuido demasiado por culpa de sus problemas judiciales. Según ha publicado el diario Le Monde , los principales clientes del expresidente de la República, que buscan capitalizar su agenda de contactos y su influencia, no piensan rescindir sus contratos. Entre ellos figuran el grupo turístico Marietton o grandes compañías como Accor (hoteles) o Lagardère (edición, medios de comunicación y servicios).
La justicia ha investigado algunas de las remuneraciones sospechosas recibidas por Sarkozy en los últimos años, entre ellas de Rusia e, indirectamente, de Qatar, país al que el presidente apoyó para que obtuviera la organización de la Copa del Mundo de fútbol en el 2022.
