El Labour pierde un escaño en Gales que era suyo desde hace un siglo

Reino Unido

El voto táctico contra Farage da la victoria al Plaid Cymru, nacionalistas de centro izquierda

CARDIFF, WALES - OCTOBER 24: Plaid Cymru leader Rhun ap Iorwerth (L) with Lindsay Whittle (R) on the steps of the Senedd following Lindsay's victory in the Caerphilly Senedd by-election on October 24, 2025 in Cardiff, Wales. A by-election for Caerphilly's seat in the Welsh Senedd was held following the death of Labour politician Hefin David in August. After an early morning count the Caerphilly seat was won by Plaid Cymru candidate Lindsay Whittle. (Photo by Matthew Horwood/Getty Images)

Rhun ap Iorwerth, jefe del Plaid, y el diputado ganador, Lindsay Whittle

Matthew Horwood / Getty

El Labour ha ganado todas las elecciones generales y autonómicas en el País de Gales desde hace más de un siglo, una hegemonía sin precedentes en las democracias occidentales. Pero todo lo bueno se acaba, también en política, y el partido que lidera Keir Starmer ha visto las orejas al lobo (incluso los colmillos) tras perder el escaño simbólicamente crucial de Caerphilly, en los antiguos valles mineros. Era suyo de toda la vida, y de repente ha dejado de serlo.

Que se mascara la tragedia para el Labour desde que se anunció la elección parcial al Senedd (parlamento autonómico galés) para cubrir una vacante no ha evitado que el golpe fuera monumental, no frenado ni por el cinturón de seguridad ni por el airbag. Keir Starmer y su partido han salido disparados por el parabrisas y quedado ensangrentados, tras un impacto provocado por el incremento del coste de la vida y el desmayo de mucha gente al ver cómo su poder adquisitivo baja año tras año, sin grandes perspectivas de que las cosas vayan a mejorar. Los británicos (y no sólo los británicos) han perdido la fe en los partidos tradicionales (aquí conservadores y laboristas) y están dispuestos a entregarse a opciones nuevas aunque resulten revolucionarias. La nueva línea divisoria está entre quienes aún piensan que el establishment puede mejorar las cosas, y quienes prefieren quemarlo todo.

El Labour ha pasado de tener casi la mitad del total de votos a únicamente un 11%

Pero el fracaso del Labour en esta localidad representativa del País de Gales no se ha traducido en un éxito de la ultraderecha,y ese es el único consuelo y motivo de esperanza para Starmer y los suyos. A pesar de haberse llevado un 36% de los votos partiendo de cero, su líder Nigel Farage había hecho campaña personalmente y se ha llevado una gran decepción tras ser derrotado por los nacionalistas galeses del Plaid Cymru (centro izquierda), que aspiran a la independencia del país, y echó la culpa al voto táctico para cerrarle la puerta.

El Labour ha pasado de tener casi la mitad del total de votos a únicamente un 11%, mientras que los conservadores han sido borrados del mapa (2%). Dada la impopularidad de Starmer, la mayor parte del sector progresistas (Verdes, liberales demócratas...) prestó sus votos al Plaid Cymru, mientras que la derecha abandonó a los tories para alinearse con Farage, en un anticipo de lo que podría ocurrir tanto en las autonómicas de mayo como en las próximas generales (aunque en cuatro años pueden cambiar mucho las cosas).

Consciente de la hostilidad contra él y contra el Labour (el gobierno más impopular en la historia moderna del país), el plan A de Starmer es conseguir que de aquí al 2029 crezca la economía, baje la inflación y aumente la productividad, y que cuando acuda a las urnas la mayoría se haya olvidado de que las ha pasado canutas desde la crisis financiera, y vea el futuro color de rosa. Como ese escenario no parece demasiado probable, el plan B es aprovechar el sistema electoral mayoritario (cosa que ya hizo el año pasado) para obtener los votos de todos aquellos que no quieren a la ultraderecha en Downing Street (según las encuestas, un 60% se opone a la idea de que Farage sea primer ministro). Igual que Chirac ganó en Francia para que Jean Marie Le Pen no fuera presidente, y Macron para que no lo hiciera su hija Marine. Tal como está el patio, al Labour no le importa que la gente vote con la nariz tapada.

Si el resultado de Caerphilly es un anticipo de lo que pasará en las autonómicas de mayo en Gales, lo que se viene es auténticamente una revolución. Tras mandar desde 1922, el Labour pasará a ser la tercera fuerza después de los nacionalistas y Farage.

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