De Kyiv a Washington y de Bruselas a Londres con numerosas escalas intermedias, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski ha acumulado tantas millas desde la invasión rusa, en la búsqueda de aliados, armas y dinero para intentar impedir el desguace de su país, que podría viajar gratis con numerosas aerolíneas por muchos años. Pero conseguir que las buenas palabras se hagan realidad requiere por su parte una paciencia y perseverancia infinitas.
Si el jueves en la capital belga no había conseguido un acuerdo para proporcionar a Ucrania misiles Tomahawk de larga distancia con los que poder atacar objetivos en las profundidades de Rusia, y tampoco un préstamo a cuenta de los 140.000 millones de euros congelados a Moscú en los países de la UE, era muy improbable que obtuviera el ansiado botín en Londres en un encuentro el viernes con la “coalición de voluntarios” liderada por el primer ministro británico Keir Starmer y el presidente francés Macron. Y así ocurrió. Zelenski se fue con una renovación del compromiso para la defensa de su país una vez haya un alto el fuego, abrazos, muchas buenas palabras, pero no los misiles que necesita para hacer daño de verdad a Moscú.
Starmer establece el objetivo de retirar el petróleo y el gas rusos del mercado global para ahogar a Moscú
Trump ha dicho que por el momento ni hablar del asunto porque no quiere una escalada, que es lo que ocurriría si Kyiv alcanza objetivos en un radio de acción de hasta dos mil quinientos kilómetros, el de los misiles Tomahawk. Aparte de Estados Unidos también los tiene Gran Bretaña, pero es casi impensable que Starmer desafíe al titular de la Casa Blanca y se los proporcione a Zelenski. “En ese terreno quedan cosas por hacer”, admitió el primer ministro laborista tras la entrevista de ambos en Downing Street.
Después del encuentro bilateral, los dos se trasladaron al Foreign Office para una nueva reunión de la “coalición de voluntarios” comprometidos con la defensa de las fronteras de Ucrania que salgan de un eventual acuerdo, con presencia física de los primeros ministros de Holanda y Dinamarca (Dick Schoof y Mette Frederiksen) y del secretario general de la OTAN (Mark Rutte), y virtual de Macron y el resto de líderes. Zelenski dijo que Rusia está provocando un gravísimo desastre humanitario en su país; Starmer acusó a Putin de “hacer demandas absurdas que no van a ninguna parte de territorios que no ha logrado conquistar por la fuerza”; y Macron habló de la “necesidad de redoblar los esfuerzos para dotar a Ucrania de misiles de largo alcance, sistemas de defensa antiaérea y drones”.
En la conferencia de prensa que cerró la jornada, Starmer dijo que “el futuro de Europa depende de lo que pase en Ucrania”, y que la coalición (siguiendo el ritmo que marca Trump) va a actuar para que el petróleo y el gas rusos se queden fuera del marcado, de manera que Moscú no pueda financiar la guerra. Y prometió más misiles a Zelenski, pero de los que ya tiene y no de los de largo alcance.
