La deriva de Francia

Un riesgo para Europa

El robo del Louvre y el encarcelamiento de Sarkozy golpean a un país en plena crisis

People watch the facade and the window where thieves entered the Louvre museum last Sunday, Saturday, Oct. 25, 2025 in Paris. (AP Photo/Thomas Padilla)

Curiosos ante la esquina y el balcón del museo del Louvre por donde accedieron los ladrones, ayer

Thomas Padilla / Ap-LaPresse

“Toda mi vida me he hecho una cierta idea de Francia”. Con esta frase ya célebre arrancan las voluminosas memorias del general Charles de Gaulle (1890-1970), a quien muchos resucitarían si fuera posible para que pusiera orden. El sentido literal de sus palabras es ambiguo, pero, teniendo en cuenta al personaje, evoca sin duda una gran autoestima nacional, hoy en horas bajas.

Una cierta idea de Francia, en parte mitificada, existe también en el resto de Europa, sobre todo al sur de los Pirineos, donde varias generaciones ibéricas miraron al vecino con envidia y admiración por lo que representaba de modernidad, libertades, cultura y un hedonismo desacomplejado.

Los llamados “treinta gloriosos” –desde el final de la II Guerra Mundial a la primera gran crisis del petróleo, en 1973– forjaron la potencia de la Francia contemporánea, que había logrado casi milagrosamente –gracias a De Gaulle– un lugar en el club de los ganadores, con un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU y el arma atómica. Fue una proeza, teniendo en cuenta la fulminante derrota frente a Hitler en 1940 y la posterior complicidad con los nazis del gobierno de Vichy.

Francia era el país que apostaba por la autonomía industrial y geopolítica, la nación del Concorde y del Mirage, del TGV (tren de alta velocidad), de las centrales nucleares de diseño propio, de los desfiles de la alta costura y del cine de la nouvelle vague . Pero no todo fue glorioso en ese periodo. La IV República, muy inestable, afrontó dos tremendas sacudidas, las guerras de descolonización de Indochina y Argelia, hasta que De Gaulle volvió a tomar las riendas, al rescate de la patria por segunda vez, en 1958, para fundar la V República.

Francia ha sido idealizada por sus valores y sus logros, pese a los periodos oscuros de su historia

La acumulación de crisis y de noticias negativas de índole política y económica, sumada a episodios casi grotescos, como el robo de las joyas históricas del Louvre, o la humillante y mediatizada entrada en prisión del expresidente Nicolas Sarkozy, están resquebrajando el mito de Francia, que parece en peligro de implosión, al menos por lo que atañe a su régimen político y su solvencia financiera.

A última hora del viernes, la agencia estadounidense Moody’s de calificación de la deuda mantuvo por los pelos la nota de Francia (AA3), pero con perspectiva negativa en lugar de estable. El examen de Moody’s se aguardaba con nerviosismo después de que otras dos agencias, Fitch y Standard & Poor’s, bajaran un escalón la nota francesa en las últimas semanas.

La sucesión de efímeros primeros ministros desde hace menos de dos años (Gabriel Attal, Michel Barnier, François Bayrou y Sébastien Lecornu) pone en evidencia la inestabilidad, fruto de una Asamblea Nacional que, después de las elecciones anticipadas de junio-julio del 2024 forzadas por la sola voluntad de Macron, quedó muy fracturada, sin una mayoría viable.

La apoteosis del desconcierto se produjo entre el 5 y el 6 de octubre. Después de varias semanas de arduas negociaciones para formar el equipo, el primer gobierno de Lecornu duró solo 14 horas, un récord absoluto. Le Figaro lo calificó de “secuencia político-presupuestaria digna de una mala secuela de la serie House of Cards ”.

El país del Concorde y el TGV en sus “treinta gloriosos”también fue el de las guerras de Indochina y Argelia

El país está confuso y desorientado, sin atisbar una salida clara a la situación a medio plazo, pese al complejísimo intento de las últimas horas de pactar un presupuesto que pueda ser aceptado -o tolerado– desde los socialistas a la derecha gaullista. Los franceses están hartos de la politiquería, de la falta de visión de unos y otros, con un presidente de la República más impopular que nunca. El semanario Nouvel Obs , de izquierda moderada, denunció en un editorial “el inmenso descrédito” de la clase política. “El rey está desnudo”, constató la revista en un editorial, si bien advirtió que unas presidenciales anticipadas podrían ser “aceleradoras del caos”. El conservador Le Point, en cambio , publicó una portada aconsejando directamente a Macron renunciar e irse “con la cabeza alta”.

El encarcelamiento de Sarkozy, condenado por intentar obtener financiación del dictador libio Muamar el Gadafi para su campaña electoral del 2007, ha agrandado la brecha política entre los franceses. Unos creen que se ha impuesto la ley; otros están persuadidos de que el expresidente ha sido víctima de una justicia politizada.

En estas circunstancias de tanta crispación ambiental, el rocambolesco robo del Louvre fue objeto inmediato de instrumentalización porque se prestaba a la metáfora catastrofista. El presidente del Reagrupamiento Nacional (RN, extrema derecha), Jordan Bardella, valoró el hecho como una nueva “humillación” a Francia, dejando entrever, con Macron en su punto de mira, que fue culpa de un Estado débil y mal gestionado. En Francia, donde el Estado construyó a la nación y no al revés, se espera siempre mucho del Estado, de ahí que, cuando falla, la crisis sea más profunda que en otros países.

Former French President Nicolas Sarkozy and his wife Carla Bruni-Sarkozy leave their home Tuesday, Oct. 21, 2025 in Paris as Nicolas Sarkozy heads to prison to serve time for a criminal conspiracy to finance his 2007 election campaign with funds from Libya. (AP Photo/Thibault Camus)

Nicolas Sarkozy y su esposa, Carla Bruni, saliendo de su casa el pasado 21 de octubre para dirigirse a la prisión de La Santé 

Thibault Camus / Ap-LaPresse

El exministro y ensayista Philippe de Villiers, fundador del parque temático Puy de Fou y uno de los más eficaces agitadores de la galaxia ultra, abordó el robo del museo, en su intervención semanal del viernes en la cadena CNews, un programa con una legión de seguidores. Según De Villiers, “el robo del Louvre fusiona las dos angustias nacionales, la inseguridad francesa y el declive de Francia”. Desde hace años, este profeta de la extrema derecha –que cultivó una buena relación con Macron en el primer mandato, aunque ahora lo ataca sin piedad–alerta de la amenaza de disolución del pueblo francés ante la sumersión migratoria, en especial la de origen árabo-musulmán. Sostiene la teoría de que la nación francesa ha sufrido tres golpes demoledores en los últimos años: el incendio de Notre Dame, la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpidos (que De Villiers tildó de woke y de “apología de todas nuestras infamias”) y el robo del Louvre.

Manuel  Valls: “Es una crisis terrible que puede llevar al triunfo de la extrema derecha”

La inquietud por lo que está pasando es compartida por todo el espectro político, aunque, por supuesto, hay divergencias profundas sobre las causas y sobre las recetas para superar la situación.

En una larga conversación telefónica con La Vanguardia , el ex primer ministro Manuel Valls, hasta hace pocos días titular de la importante cartera de Ultramar y número tres del Ejecutivo, admitió estar muy preocupado por “una crisis política que se ha convertido en una crisis de régimen, de las instituciones, y una crisis democrática”

Valls se mostró “indignado” por haber sido excluido del último gobierno de Lecornu, impidiéndole seguir con dossiers muy delicados a los que había dedicado mucha energía y construido relaciones de confianza, como el acuerdo sobre el futuro de Nueva Caledonia, el archipiélago en el Pacífico Sur, o la reconstrucción de Mayotte, en el Índico

“Estamos en una crisis política terrible, muy peligrosa, y sabiendo que si Francia entra en una fase de destrucción de su sistema, que puede llevar a una victoria de la extrema derecha, que es lo más probable, esto tiene unas consecuencias para Europa que son muy importantes para la zona euro, para la relación con Ucrania, para los problemas con Rusia, etcétera”, subrayó el expremier.

“La gente tiene ganas de vomitar sobre la clase política”, reconoce el ex ministro de Ultramar

Valls admitió que “la gente tiene ganas de vomitar sobre la clase política” y, en caso de elecciones anticipadas, inevitables si cae Lecornu, la extrema derecha está muy bien colocada para lograr la mayoría absoluta o rozarla, pudiendo llegar al poder con la ayuda de un sector de la derecha gaullista. A su juicio, avanzar las presidenciales no es aconsejable, por el pésimo precedente que crearía, aunque si unas nuevas elecciones se traducen otra vez en una Asamblea Nacional ingobernable, la presión sobre Macron para que se marche será máxima.

El también exconcejal de Barcelona es muy crítico con lo que ha hecho Macron en su segundo mandato. “Desde el principio, esta legislatura lleva la semilla de la crisis política –explicó–. Y él la aceleró brutalmente desde el 2024 precipitando las legislativas (anticipadas) sin ninguna visión estratégica, contra su primer ministro, contra la presidenta de la Asamblea Nacional, contra el presidente del Senado y contra su propio partido”. “No entiende o no quiere entender el mensaje de los franceses”, añadió Valls, para quien el error fundamental del presidente fue no buscar enseguida, en el 2022, una alianza con la derecha y empecinarse en querer controlar la acción de gobierno, como muestra la designación de su fiel Lecornu.

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