Francia descarta la tasa Zucman para gravar los altos patrimonios

Crisis política francesa

El no de la Asamblea hace peligrar los presupuestos y pone presión al Gobierno

FILE PHOTO: French economist Gabriel Zucman attends a debate

El economista Gabriel Zucman, que da nombre a la tasa sobre los patrimonios altos

Sarah Meyssonnier / Reuters

En una sesión maratoniana de bate, la Asamblea Nacional francesa rechazó ayer la tasa Zucman para gravar los altos patrimonios, tanto en su versión original como en una segunda menos severa. El fracaso de estas iniciativas pone más difícil el apoyo de los socialistas a los presupuestos del 2026 y, como consecuencia, incrementa la presión al frágil Gobierno de Sébastien Lecornu, cuya supervivencia sigue pendiendo de un hilo.

La tasa Zucman –bautizada en honor de su promotor, el economista francés Gabriel Zucman, profesor de la universidad californiana de Berkeley– propone un impuesto del 2% a los patrimonios superiores a los 100 millones de euros, incluido el valor de las acciones que poseen los empresarios en sus propias compañías. La versión light que habían propuesto como alternativa los socialistas quería gravar con un 3% los patrimonios superiores a los 10 millones de euros, pero excluyendo las empresas emergentes y las empresas familiares. La inmensa mayoría de empresarios eran contrarios a estos impuestos, alegando la carga fiscal ya muy elevada en Francia y el riesgo de la huida de inversiones. Los sondeos, sin embargo, muestran que una mayoría de franceses estaría de acuerdo con este tributo.

Lecornu intenta calmar a los socialistas renunciando a la prevista congelación de las pensiones

La tasa original fue descartada por 228 votos en contra frente a 172 favorables. La versión más suave tampoco salió, por 228 frente a 171. Socialistas, verdes, comunistas y La Francia Insumisa (LFI, izquierda radical) expresaron su indignación. LFI anunció una nueva moción de censura. La derecha gaullista, en cambio, se felicitó por haber contribuido a evitar una medida, a su juicio, muy nociva para el país. La extrema derecha, que hace unos meses era favorable a la tasa, votó en contra, pues está en una dinámica de acoso y derribo, a toda costa, para forzar unas elecciones legislativas anticipadas que piensan que le serán muy favorables.

El propio Zucman, a través de la red X, indicó que no se sentía decepcionado por el rechazo porque “todas las batallas de esta naturaleza llevan tiempo para ser ganadas”. Pronosticó que este impuesto verá la luz un día y que el debate sobre él será central en la campaña de las elecciones presidenciales del 2027.

Los socialistas, que condicionan su apoyo a los presupuestos –o al menos su no censura al Gobierno– a la adopción de medidas de contrapeso al recorte de gastos, lograron una pequeña victoria de consolación al aprobarse un impuesto a los holdings que se utilizan para la optimización fiscal. Con todo, la derecha gaullista logró enmendar la medida vaciando en buena parte su impacto.

El primer ministro se vio obligado a acudir a la Asamblea para calmar a los socialistas y ofrecerles algunas concesiones. De pie, agarrando el micrófono y moviéndolo sin cesar, Lecornu se dijo dispuesto a aceptar dar marcha atrás en asuntos como la congelación de las pensiones y de las prestaciones sociales en el ejercicio del 2026. También mencionó una concesión adicional en la reforma de las pensiones, que será suspendida en lo concerniente al aumento de la edad de jubilación. Lecornu se abrió a tener más en consideración a aquellos con carreras laborales muy largas.

La primera reacción de los socialistas no fue muy alentadora. Acogieron bien las concesiones de Lecornu, aunque continuaron preguntándose cómo se financiará ese gasto social si no se incrementan los ingresos por medio de nuevos impuestos como la tasa Zucman o dispositivos equivalentes.

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