Clínicas clandestinas para mujeres

En Afganistán

Las afganas dan un paso al frente mientras la prohibición talibán pone la sanidad femenina en crisis

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Un sanitario de la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja atiende a una niña en un distrito afectado por el terremoto

Mir Abdullah Rasikh/ FICR

En un nuevo golpe a la crisis sanitaria de Afganistán, otro fuerte terremoto de magnitud 6,3 sacudió las provincias de Balkh y Samangan, en la región norte del país, el 3 de noviembre. El mortal seísmo causó la muerte de más de 25 personas, entre ellas mujeres y niños. Activistas de derechos humanos advierten que la falta de financiación internacional, la dificultad del terreno y el decreto talibán que prohíbe a las mujeres ser atendidas por médicos varones están restringiendo aún más el acceso a atención médica vital.

En diciembre del 2024, los talibanes endurecieron aún más sus restricciones a la educación femenina, cerrando uno de los últimos resquicios legales al prohibir a las mujeres asistir a universidades y centros de formación médica. Criticando la prohibición talibán sobre la educación médica de las mujeres, Human Rights Watch afirmó en un informe del 2024:

“Los talibanes también han prohibido que las mujeres sean tratadas por profesionales médicos varones en algunas provincias. Este nuevo decreto, que detiene la formación de nuevas trabajadoras sanitarias, provocará dolor, miseria, enfermedades y muertes innecesarias entre las mujeres, que se verán obligadas a vivir sin atención médica, ya que no habrá personal sanitario femenino que las atienda”. Trabajadores humanitarios involucrados en las labores de rescate y rehabilitación tras el terremoto dijeron a La Vanguardia que, para superar los desafíos, han estado colaborando con las comunidades locales para ofrecer atención médica a las mujeres. Según ONU Mujeres, existe un “clima de miedo que impide a muchas mujeres salir siquiera de sus casas. Aquellas que lo hacen pueden tener que viajar kilómetros hasta una clínica, solo para ser rechazadas simplemente por ser mujeres”.

Según un informe de situación de la Federación Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR), al momento de redactarse este artículo al menos 945 personas habían resultado heridas, más de 2.000 viviendas, destruidas, y varios centros de salud clave, incluidos el laboratorio del hospital provincial de Samangan y varias clínicas apoyadas por la OMS, se encuentran gravemente dañados, mientras que los deslizamientos de tierra, el colapso de puentes y la interrupción de las redes móviles siguen dificultando los esfuerzos de ayuda.

En una entrevista telefónica desde Kabul, el doctor Hosam Faysal, jefe de la delegación de la FICR en Afganistán, afirmó que sus equipos participan en labores de rescate en varios distritos y que el impacto es enorme.

“Lo destruido no son solo las casas, sino también los pequeños negocios que funcionaban en ellas. Así que la gente no solo ha perdido sus hogares, sino también sus medios de vida. El acceso a las zonas en ruinas es un reto y, por ahora, se han confirmado 27 muertos. Los desafíos son múltiples, ya que los recursos son limitados en comparación con la magnitud de las necesidades. La llegada del invierno supondrá una nueva carga para estas familias. La gente ha tenido que dormir al aire libre y los refugios no son suficientes para acoger a todos los afectados.”

“En algunas provincias han prohibido del todo que médicos varones traten a mujeres”, dice la voluntaria Roya

Al ser preguntado por la falta de trabajadoras sanitarias, añadió:

“Nuestros esfuerzos están arraigados en las comunidades locales, con participación tanto de hombres como de mujeres. Pero sigue existiendo un problema: aunque haya trabajadores sanitarios, si no hay recursos suficientes para reconstruir una clínica en zonas rurales, ¿cómo podrían hacerlo? Es como poner una tirita sobre una herida abierta”.

Ante los desafíos que enfrentan los grupos internacionales de ayuda, otro grupo de mujeres y hombres afganos se está movilizando para superar la escasez de personal médico femenino, atendiendo a pacientes mujeres en secreto. Roya (nombre supuesto), una enfermera titulada con base en Kabul, dijo: “Ahora somos un grupo creciente de mujeres, no solo con formación médica, sino también de aquellas que simplemente quieren ayudar a transportar suministros médicos esenciales. En algunas provincias, los talibanes han prohibido del todo que los médicos varones traten a mujeres, y en otras solo las aceptan si están acompañadas por un tutor masculino. Si una mujer tiene dolor, debe esperar a su marido o a un pariente varón para que la acompañe. Es una situación devastadora para las mujeres”.

Hamid (nombre supuesto), otro voluntario médico que ayuda a transportar suministros a clínicas clandestinas, explica: “Ni la ONU ni las oenegés son suficientes para ayudar a las pacientes debido a la falta de recursos y las restricciones de los talibanes. Sentimos la necesidad urgente de reunir a un grupo de trabajadores sanitarios que operen en secreto. Hay muchos casos en los que las mujeres no son aceptadas en las clínicas por no ir acompañadas de un tutor masculino. En las clínicas subterráneas, como las llamamos, nuestros voluntarios traen a mujeres que necesitan atención médica y las tratamos gracias a los médicos voluntarios. Saben que corren un gran riesgo al ser hombres tratando a mujeres, pero no tenemos otra opción”.

Cuando se le preguntó sobre los peligros de tratar a mujeres en clínicas clandestinas, Roya añadió: “Solo médicos con licencia brindan el tratamiento; no atendemos casos que pongan en peligro la vida. Las restricciones talibanas ponen en riesgo las vidas de las mujeres al prohibirles estudiar Medicina y también al impedir que los médicos varones las atiendan”.

Un vídeo muestra a fuerzas talibanas azotando a mujeres para impedirles entrar en un hospital en Herat

En línea con los testimonios de voluntarios que trabajan en estas clínicas clandestinas, un vídeo que se volvió viral esta semana en las redes sociales afganas mostraba a fuerzas talibanas azotando a mujeres para impedirles entrar a un hospital regional en Herat. Las imágenes también mostraban a mujeres y niños esperando impotentes fuera de las puertas, sin poder acceder a atención médica.

“Es desgarrador ver a mis compatriotas pasar por esto, y por eso hemos creado estas clínicas clandestinas. Pero solo podemos tratar casos menores, como infecciones urinarias o heridas leves; las lesiones graves y los problemas ginecológicos necesitan atención adecuada en hospitales locales. Estas clínicas improvisadas no pueden salvar vidas, y pedimos a la comunidad internacional que presione a las autoridades locales para permitir que las mujeres accedan a la educación médica”, añadió Roya en un emotivo llamamiento.

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