Kazajistán refuerza su alianza con Rusia tras unirse a los Acuerdos de Abraham de Trump

Asia Central

El presidente kazajo, Kasim-Yomart Tokáyev, firma con Putin un acuerdo de “asociación estratégica integral” una semana después de visitar la Casa Blanca

La mayor economía de Asia Central, de mayoría musulmana, será el quinto Estado en unirse a los pactos con Israel impulsados por el presidente de EE.UU. y el primero desde el inicio de la guerra en Gaza

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Los presidentes de Rusia y Kazajistán, Vladímir Putin (derecha) y Kasim-Yomart Tokáyev, se estrechan la mano este 12 de noviembre en el Kremlin de Moscú 

Alexander Zemlianichenko / Reuters

Donald Trump logró hace una semana que Kazajistán se comprometa a firmar los Acuerdos de Abraham, que pretenden normalizar las relaciones y desarrollar la cooperación económica entre Israel y los países árabes o de mayoría musulmana. La primera economía de Asia Central no solo fortalece sus relaciones con Washington y Tel Aviv. También mantiene su histórica y estrecha alianza con Rusia. Su presidente, Kasim-Yomart Tokáyev, ha visitado esta semana Moscú y este miércoles firmó con Vladímir Putin un documento de “alianza y asociación estratégica integral”.

Durante una visita de dos días, las delegaciones rusa y kazaja han elaborado “planes para corto y medio plazo” que han “elevado nuestras relaciones a un nivel más alto”, según palabras del presidente ruso, que recibió a su invitado con todos los honores en el Gran Palacio del Kremlin. El miércoles, como colofón de los encuentros, los dos líderes firmaron la declaración en una solemne ceremonia.

Moscú y Astaná refuerzan su cooperación en el sector energético

“Hemos acordado fortalecer nuestra cooperación en la producción, el transporte y el suministro de petróleo y derivados, carbón y electricidad. Y hemos discutido en detalle las perspectivas de cooperación en gas, en particular los suministros a las regiones de Kazajistán fronterizas a Rusia, así como el tránsito a terceros países”, explicó tras el acuerdo Tokáyev.

El texto acordado se llama oficialmente “Declaración sobre el paso de las relaciones interestatales de la Federación Rusa y de la República de Kazajistán a un nivel de alianza y asociación estratégica integral”. En él se establece que Moscú y Astaná se comprometen a crear condiciones para “el transporte sin trabas de los recursos energéticos, la ejecución de proyectos energéticos conjuntos, incluyendo la exploración y el desarrollo de nuevos yacimientos”.

Tras la desintegración de la Unión Soviética, Rusia mantuvo su enorme influencia en los países exsoviéticos de Asia Central. Pero en los últimos años esta región está dejando de ser el patio trasero exclusivo de Moscú. El pujante empuje económico de China y el interés de Estados Unidos o la Unión Europea han convertido a estos actores en otros candidatos para los negocios y la inversión en la región.

Aunque menos, Rusia sigue teniendo influencia en Asia Central

Aun así, Rusia sigue teniendo un peso significativo para Kazajistán, el país más extenso de la región, con los mayores recursos naturales y de hidrocarburos, pero con un bajo peso demográfico (menos de 20 millones de habitantes). En términos económicos, Rusia es uno de sus tres principales socios comerciales. Según datos oficiales, el intercambio comercial asciende a casi 30.000 millones de dólares anuales.

Moscú es también uno de los principales inversores en la economía kazaja, con 4.000 millones de dólares. Buena parte de este montante va destinado al sector energético, con proyectos de la gasística Gazprom o de la petrolera Lukoil.

En términos de seguridad, Kazajistán forma parte de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, la alianza militar que lidera Rusia y que ayudó a Tokáyev a poner fin a las protestas y disturbios de enero de 2022.

Una muestra de la diversificación de contactos internacionales de Kazajistán fue la cumbre que la semana pasada se celebró en Washington entre Estados Unidos y los países exsoviéticos de Asia Central. Junto a Tokáyev, Donald Trump recibió también a los líderes de Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán.

Kazajistán ya mantenía relaciones diplomáticas con Israel desde el fin de la URSS

Tras esas reuniones, el jefe de la Casa Blanca anunció exultante en su red Truth Social que un acuerdo con Tokáyev volvía a dar impulso a los Acuerdos de Abraham, una prioridad diplomática del presidente estadounidense que inició en 2020, durante su primer mandato.

“Acabo de organizar una excelente conversación telefónica entre el primer ministro israelí y el presidente kazajo Kasim-Yomart Tokáyev. Kazajistán es el primer país de mi segundo mandato que se une a los acuerdos de Abraham, el primero de una larga serie”, escribió Trump, enorgulleciéndose de “un gran paso adelante en la construcción de puentes en todo el mundo”.

Al contrario que los otros países que firmaron los acuerdos en el pasado (Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Marruecos y Sudán), Kazajistán mantiene relaciones diplomáticas con Tel Aviv desde 1992, tras la desintegración de la URSS. Su inclusión en los acuerdos “constituye una continuación natural y lógica de la trayectoria de la política exterior de Kazajistán, fundamentada en el diálogo, el respeto mutuo y la estabilidad regional”, afirmó en un comunicado el Gobierno de Kazajistán, cuya población es mayoritariamente musulmana.

El secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, señaló que los acuerdos de Abraham van más allá de las relaciones diplomáticas. “Es una relación reforzada (...) con todos los demás países que forman parte del acuerdo. Se está creando una alianza que propicia un desarrollo económico especial y único en todo tipo de temas en los que pueden colaborar”, aseguró.

Un enfoque pragmático y una apuesta por la paz en Oriente Medio 

De una forma similar se interpreta en el país centroasiático. Temirlán Abugalí, experto del Departamento de Seguridad Internacional del Instituto de Estudios Estratégicos de Kazajistán, ha explicado en el medio Tengrinews.kz que estos acuerdos “en la práctica abren oportunidades de cooperación en economía, seguridad y tecnología. Esto puede generar nuevos negocios y empleos”. Y ha apuntado que “la idea básica de los acuerdos es fortalecer el diálogo como una forma de resolver las diferencias”.

El politólogo Gaziz Ábishev, por su parte, relacionó la adhesión de su país con un enfoque pragmático de la política exterior de Kazajistán. “Si se logra una paz sostenible en Oriente Medio, todas las partes se beneficiarán de ello”, cree Ábishev.

La expansión de los acuerdos de Abraham se ha frenado durante la guerra de Gaza. A Trump le encantaría que en este club entrase Arabia Saudí. El alto el fuego logrado el mes pasado entre Israel y Hamás abrió esperanzas de que Riad accediera, pero no lo hará si no se crea un estado palestino soberano y viable. El próximo 18 de noviembre visitará la Casa Blanca el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, un momento en el que el mandatario americano podría intentar convencerlo.

Otros candidatos potenciales a normalizar o mejorar sus relaciones con Israel a través del plan de Trump son Azerbaiyán, Uzbekistán, Líbano y Siria. El nuevo líder de Damasco, Ahmed el Sharaa, que recientemente también ha visitado la Casa Blanca, ha dicho que no se plantea firmarlo.

El ministro de Información sirio, Hamza al Mustafa, ha declarado que su país no está “en posición de hablar de lo Acuerdos de Abraham, porque Israel está ocupando parte de nuestro país”. Para que esta posición cambie, los dos países deben volver a los acuerdos de 1974 o alcanzar unos nuevos que, según el Gobierno sirio, “incluya la devolución de todo el territorio ocupado por Israel tras el 8 de diciembre” de 2024, cuando cayó el régimen de Bashar el Asad.

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