Las campanas de todas las iglesias de París, en sincronización con la catedral de Notre Dame, han repicado a las seis de la tarde de este jueves como homenaje a las 132 víctimas de los atentados yihadistas del 13 de noviembre de 2015. Este gesto ha marcado el inicio de la ceremonia principal de recuerdo del ataque terrorista, el más mortífero de la historia de Francia, en un jardín memorial, entre el Ayuntamiento y la iglesia de Saint-Gervais, presidida por Emmanuel Macron.
Hace diez años, tres comandos terroristas enviados por el Estado Islámico (EI) atacaron el exterior del Stade de France, donde jugaban las selecciones de fútbol de Francia y Alemania, y, casi simultáneamente, las terrazas de seis bares y restaurantes, además de la sala de conciertos Bataclan, donde 1.500 personas, la mayoría jóvenes, escuchaban al grupo de rock estadounidense Eagles of Death Metal.
Las ceremonias, ejemplo de conducta civilizada frente a la barbarie, se han desarrollado, a lo largo de la jornada, en todos los escenarios de la razzia yihadista. El momento más emotivo siempre ha sido la lectura de los nombres de los fallecidos. En el caso de Bataclan fueron 92. En el restaurante La Belle Equipe, 21. En el acto final se han repetido los nombres
Entre los discursos del acto central destacó, por su valentía, el mensaje político de Philippe Duperron, presidente de la asociación 13onze15, padre de una de las víctimas de Bataclan, Thomas, de 30 años. Duperron, abogado, trazó un contraste entre la reacción de solidaridad ciudadana después de los atentados y cierta evolución política en los últimos años, en referencia clara al auge de la extrema derecha. El orador denunció a los políticos en Francia, en Europa y más allá, a “los presidentes irresponsables” (probable alusión a Trump) que “se emplean en sembrar semillas de la discordia y de la desunión”.
Duperron también deploró que las redes sociales “inunden a los más jóvenes con contenidos de odio”. “Debemos resistir a los intentos de fracturación y resistiremos”, insistió, y apeló a los gobernantes presentes -citando directamente a Macron al ministro del Interior, Laurent Núñez- a “construir la seguridad sin sacrificar la libertad”.
Arthur Dénouveau, presidente de la asociación Life for Paris, se dirigió especialmente a los jóvenes, para pedirles esperanza, así como “no ceder en nada, no relativizar nada”. “Amad el humor, amad la transmisión, amad al prójimo -les animó-. Amad, en fin, a quienes se pliegan a las leyes. A los otros hay que combatirlos sin piedad”. Ni una palabra sobre la oferta de diálogo hecha desde la cárcel por Salah Abdeslam, el único terrorista vivo de los comandos que atacaron París.
La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, recordó que los terroristas quisieron atacar todo lo que representa una civilización, basada en “la libertad, la alegría de vivir, el espíritu de fiesta, la música y el deporte”. Dijo, asimismo, que la capital francesa está basada en la convivencia tolerante, no en vano alberga a gente de todas las religiones y un cuarto de su población es de ascendencia extranjera.
Hidalgo agradeció a todos los que ocupaban cargos cuando los ataques, como François Hollande y Manuel Valls, por haber resistido a la embestida terrorista. “La República, herida, se mantuvo en pie”, recalcó.
Macron, en su intervención, constató que se ha hecho mucho en estos años para debilitar el yihadismo “proyectado” desde el exterior, pero este “renace bajo otra forma, interior e insidiosa”. El presidente prometió que Francia nunca cederá. “Nuestra nación es garante del combate perpetuo”, añadió.
