Chile vivirá una elección como ninguna otra. Por primera vez en su historia, los comicios presidenciales del país sudamericano tendrán voto obligatorio para todos los mayores de 18 años.
Más de 15,6 millones de personas están habilitadas para sufragar este domingo 16 de noviembre, arriesgándose a multas en caso de no hacerlo.
La última vez que los chilenos eligieron a un mandatario lo hicieron bajo voto voluntario y, aunque el actual presidente, Gabriel Boric, fue elegido en el 2021 como el más votado de la historia del país, la participación alcanzó apenas el 55%.
La izquierda acusa el desgaste de Boric y la pujanza de la derecha y la ultraderecha, que, si unen fuerzas en un solo candidato, podrían alcanzar la presidencia en la segunda vuelta, que se celebrará el 14 de diciembre.
La conservadora Matthei, con apoyo de la familia del expresidente Piñera, es la gran sorpresa
Los ocho candidatos que buscan pasar a una posible segunda vuelta deberán conquistar al denominado “votante obligado”. “Son entre cinco y seis millones de electores que emiten su voto sin considerar una afiliación política determinada. Estos votan en función de lo que les impacta directamente y de las propuestas que planteen los candidatos para solucionarlo”, explica a La Vanguardia Tomás Duval, analista político y académico de la Universidad Autónoma de Chile.
Se trata de una bolsa electoral que representa poco más del 30% del padrón y está compuesta principalmente por jóvenes y sectores populares. A ello se suma el voto potencial de los más de 885.000 extranjeros residentes en Chile desde hace más de cinco años, que pueden participar, aunque no están obligados a hacerlo.
El abanico ideológico de la contienda es amplio: desde la izquierdista Jeannette Jara, exministra de Trabajo de Boric, hasta la ultraderecha, representada por el republicano José Antonio Kast y el libertario Johannes Kaiser.
La derecha tradicional compite con Evelyn Matthei, exalcaldesa y exministra del presidente Sebastián Piñera, mientras que Franco Parisi encarna un populismo liberal distante de los partidos.
Más de 15,6 millones de electores están llamados hoy a las urnas con multas para quien no vote
Completan la lista Marco Enríquez-Ominami, referente de una centroizquierda progresista; el independiente Harold Mayne-Nicholls, y Eduardo Artés, exponente de la izquierda radical.
Después de varias semanas de una campaña intensa –marcada por choques dialécticos y una creciente polarización–, Chile entró a medianoche del jueves en “silencio electoral”, el periodo que prohíbe la difusión de propaganda política antes de los comicios.
La candidata que llega mejor posicionada es la oficialista Jeannette Jara, aunque no sin dificultades. “Si bien tiene una adhesión del 27% en las encuestas, esa base no ha cambiado durante toda la campaña”, explica Duval.
En su núcleo cercano, de hecho, proyectan que los votos para la abanderada oficialista estarán por debajo del umbral del 30%.
La comunista Jeanette Jara lidera los sondeos con un 27% de los votos, pero con el lastre de Boric
Pese a su esfuerzo por distanciarse del Gobierno –ha lanzado críticas a Boric en materias como seguridad y vivienda–, sus rivales han subrayado su estrecha relación con el presidente. Esa etiqueta de “continuidad” le pesa, explica Duval, especialmente en un momento en que la aprobación del mandatario se sitúa cerca del 28%.
Además, su militancia en el Partido Comunista se ha convertido en un eje central de las críticas opositoras, en un país donde aún persiste cierto estigma hacia esa colectividad.
Ese contexto –sumado a tensiones internas y vínculos debilitados dentro de su propio partido– llevó incluso a la candidata a plantearse revisar su permanencia en la militancia si es que llega a alcanzar el palacio de La Moneda, sede de la presidencia.
En la oposición, en tanto, el panorama aparece fragmentado. Aunque el sector está bien posicionado para una posible segunda vuelta –con más de la mitad de las preferencias, al sumar los apoyos de los tres principales candidatos de la derecha y la ultraderecha–, enfrenta el desafío de recomponer los roces que dejó la campaña.
José Antonio Kast, líder de la ultraderecha, alcanza el 20% de la intención de voto
Kast surge como el mejor ubicado, con alrededor del 20% y a poca distancia de Jara, mientras que la gran sorpresa ha sido la disputa por el tercer lugar. Evelyn Matthei, que al inicio se proyectaba como la carta fuerte de la derecha, terminó compitiendo voto a voto con Kaiser después de que el bloque no pudiera acordar una primaria presidencial unitaria. Matthei, que fue ministra de Trabajo en el gobierno de Sebastián Piñera, tiene el apoyo político y financiero de su familia.
Gran parte de lo que pueda ocurrir en un posible balotaje dependerá de la distancia que logre marcar el candidato que obtenga la primera mayoría respecto de quien resulte segundo. Los analistas señalan que un margen de al menos diez puntos sería necesario para asegurar una posición cómoda de cara a la segunda vuelta.
“Si, por ejemplo, Jara lograra una diferencia de 15 a 20 puntos, sería muy difícil dar vuelta el escenario. Pero eso también es muy complejo que ocurra”, analiza Duval.
El desafío mayor, advierten los analistas, llegará después de la primera vuelta. Será clave observar cómo las fuerzas conservadoras lograrán recomponer relaciones tras una jornada que inevitablemente dejará heridas. “Las cuestiones políticas tendrán una presión en la derecha; sin embargo, el votante apela a la unidad. Deberán construir una coalición amplia”, explica Duval. Lo que ocurra el 16 de noviembre marcará no solo quién pasa al balotaje, sino también la capacidad real del sector para alinearse detrás de una sola candidatura.
