Cuando un Papa entra en una mezquita, cada gesto se observa con lupa y un detalle puede convertirse en un caso. No fue una excepción la visita de León XIV esta mañana en Estambul, a Sultan Ahmet, conocida como la Mezquita Azul por los famosos azulejos de İznik (la antigua Nicea) que recubren su interior.
El papa León XIV (centro) visita la Mezquita Sultan Ahmed (la Mezquita Azul) en Estambul.
El Pontífice, en el tercer día de su primer viaje al extranjero, se descalzó para entrar en el gran templo del islam, pero a la pregunta de si quería rezar, respondió que no, al contrario de lo que hicieron sus dos predecesores, Benedicto XVI en 2006 y Francisco en 2014. Lo reveló al término del encuentro Asgin Tunca, muecín de la mezquita. “Me dijeron que rezaría”, explicó, “y yo respondí: de acuerdo; le dije que, si quería hacer un acto de adoración, podía hacerlo, esta es la casa de Alá. Pero él dijo: no, prefiero visitar la mezquita, sentir el ambiente. Hizo algunas preguntas y yo le di las explicaciones. Fue un momento muy amistoso.” ¿Entonces no rezó? “Quizá individualmente, no lo sé”, respondió. “Cada uno puede hablar con Dios.”
La Oficina de Prensa del Vaticano ha intentado cerrar la polémica con esta explicación: “El Papa vivió la visita a la mezquita en silencio, en un espíritu de recogimiento y escucha, con profundo respeto por el lugar y por la fe de quienes se reúnen allí para orar”.
El equilibrio en el diálogo interreligioso es muy delicado. Y, sabiéndolo, Robert Francis Prevost y quienes han organizado el viaje han evitado visitar Santa Sofía —el nombre griego—, la catedral cristiana que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, transformó recientemente en lugar de culto musulmán, y donde sí habían estado Joseph Ratzinger y Jorge Mario Bergoglio.
Los dos predecesores de Prevost habían vivido también malentendidos y controversias con Turquía. Benedicto XVI llegó aquí a Estambul poco después del famoso discurso de Ratisbona, en 2006, en el que citó a un emperador bizantino que asociaba el islam con la violencia, una referencia que desató protestas en gran parte del mundo musulmán y que aquí también le fue reprochada públicamente. Francisco, por su parte, se vio envuelto en una dura polémica con el Gobierno de Ankara por haber utilizado el término “genocidio” para definir las masacres de los armenios a comienzos del siglo XX, palabra que Turquía rechaza de manera tajante.
La jornada del Papa continúa hoy con una misa que reunirá en un pabellón deportivo a los tres mil católicos que aún viven su fe en un país cada vez más islamizado.
Mañana el Pontífice partirá rumbo al Líbano. Lo hará en el avión papal, un Airbus 320 de la compañía ITA, que —como los otros 6.000 aparatos del mismo modelo— se ha visto afectado por los problemas de vulnerabilidad del software relacionados con la exposición a intensas radiaciones solares. Por eso, esta tarde han llegado a Estambul varios técnicos con una nueva pantalla para permitir al Papa volar a Beirut sin contratiempos.