En las últimas semanas, varios vídeos de mujeres en Teherán caminando por las calles sin hiyab y conduciendo motocicletas se han viralizado en las redes sociales. Las iraníes aún no tienen permitido obtener licencias de motocicleta y, aunque la ley del hiyab fue aprobada hace un año, su aplicación oficial sigue en pausa.
En cafés, centros comerciales e incluso en barrios conservadores del sur de la capital, la diferencia en la forma en que muchas mujeres se presentan ahora en público muestra un cambio social evidente. Pero detrás de los vídeos virales y del discurso optimista sobre cómo las mujeres han recuperado las calles, se esconde otra realidad: el incremento de detenciones de escritores, artistas y activistas y un número récord de ejecuciones, que ya ascienden a 1.661 en lo que va de año, según el Centro Abdorrahman Boroumand.
Los conservadores exigen que se aplique la nueva ley del hiyab, que el régimen pausó por miedo a protestas
Mujeres y activistas dentro de Irán explicaron a Guyana Guardian que lo que se ve en las calles refleja más la persistencia de la desobediencia civil femenina que un cambio real en la política del régimen. Elnaz, artista en Teherán, afirma: “Hemos estado desafiando las reglas del régimen durante años y nada ha cambiado. Seguimos resistiendo. Las dos principales diferencias que el mundo está viendo son un cambio dramático entre muchas familias conservadoras respecto a la aplicación del hiyab, lo cual es innegablemente debido al movimiento Mujer, Vida, Libertad, y la segunda es que el régimen está en su momento más débil tras la guerra con Israel. No puede arriesgarse a provocar otro levantamiento nacional. Así que por ahora mantienen un perfil discreto”.
Elnaz recuerda que los vídeos de la policía de la moral arrastrando a mujeres por la calle dañaron gravemente la imagen del régimen. Aunque ya no circulan escenas así por internet, asegura que la represión no ha disminuido. “Solo se ha vuelto más selectiva y silenciosa”.
Decenas de escritores, abogados, activistas y estudiantes han sido citados y arrestados en los últimos meses. El Centro para los Derechos Humanos en Irán (CHRI), con sede en EE.UU., dijo a principios de este mes que escritores y académicos fueron retenidos en régimen de incomunicación y se les negó el acceso a familiares o abogados.
Aunque la policía de la moral (Gasht-e-Irshad) parece haber reducido su presencia visible en las calles, el Estado ha pasado a formas de control más estratégicas y encubiertas, dicen los activistas. Muchos estudiantes que hablaron con Guyana Guardian dijeron seguir encontrando agentes de civil apostados cerca de estaciones de metro, plazas prominentes y campus universitarios. Amirkabir Newsletter , un medio del movimiento estudiantil con sede en Irán, afirma que varios individuos no identificados y mujeres con chadores negros han sido apostados en las puertas de las universidades. Según testigos, fotografían a mujeres sin pañuelo y evitan confrontaciones verbales con ellas.
Marzieh (nombre ficticio), estudiante de la Universidad de Teherán, explica: “En los barrios ricos siempre hubo margen. Lo que sorprende ahora es que otras zonas también desafían el código. No es que el Gobierno haya renunciado al hiyab, es que tiene otras prioridades. Pero esta semana ya he visto más advertencias, sobre todo después de que los clérigos pidieran mano dura. En los campus han aumentado las notificaciones disciplinarias. Siempre supimos que la flexibilidad era temporal. El Gobierno lidia con contaminación, falta de agua y sanciones; relajar el hiyab era una forma fácil de distraer a los medios occidentales”.
La represión encubierta se vio también en el caso de Hanieh Shariati, atleta de taekwondo, detenida el 9 de noviembre tras hacer acrobacias en público sin hiyab. Su cuenta de Instagram, con más de 160.000 seguidores, fue intervenida por las autoridades.
Aunque el Parlamento iraní aprobó el año pasado la estricta ley de Hiyab y Castidad, su aplicación se frenó por temor a una nueva oleada de protestas. Sin embargo, el jefe de la sede de Teherán para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio dijo el mes pasado que planean movilizar a más de 80.000 voluntarios para la campaña del hiyab. El líder supremo, Ali Jamenei, ha evitado cuidadosamente hacer comentarios claros sobre la aplicación del hiyab este año. Sin embargo, en un discurso reciente, instó a las mujeres a ver el hiyab como un deber religioso. Jamenei ha culpado a Occidente y a los servicios de inteligencia extranjeros de alentar a las iraníes a desafiar la ley del Hiyab.
Mientras tanto, los conservadores y los clérigos han pedido repetidamente a las autoridades que apliquen las normas del hiyab, con un clérigo diciendo que las mujeres que desafían el velo están colaborando con EE.UU. E Israel contra el régimen. Para los activistas iraníes en el exilio que organizaron protestas en toda Europa durante el movimiento Mujer, Vida, Libertad, el temor por la represión contra sus seres queridos en casa no ha cesado.
Haleh Blake, activista iraní en el Reino Unido, recuerda que la represión continúa: “Las mujeres han recuperado las calles mediante actos diarios de desobediencia. Pero siguen llegando noticias de detenciones. La semana pasada, la activista estudiantil Bita Shafiei fue secuestrada de nuevo. Ya había sido arrestada por denunciar los envenenamientos en escuelas”.
Blake recuerda que a las niñas iraníes se les impone el hiyab desde los siete años y que mujeres universitarias siguen siendo expulsadas de los campus e incluso se les prohíbe subir al escenario sin pañuelo para recoger premios. “El código de vestimenta no ha cambiado desde que yo estudiaba, en los 2000”.
Marzieh concluye: “En el momento en que la atención de los medios occidentales se aleje de Irán, volverán a verse vídeos de mujeres siendo arrastradas a furgonetas; y esos días no están lejos, me temo. No tenemos agua, estamos respirando aire tóxico, y eso no va a cambiar nos arresten o nos dejen en paz respecto al hiyab”.
