El rey de la sátira novelesca de principios del siglo XX, O. Henry, acuñó, en su novela Cabbages and Kings, el término Banana Republic para describir a aquellos pequeños países “de opereta” en Centro América y el Caribe que dejan de ser soberanos en el momento en el que “llega silenciosamente un enorme buque armado”. El caso ejemplar fue Honduras.
Algo por el estilo parece estar ocurriendo en estos momentos en el mismo pequeño pais centro americano tras las amenazas de Donald Trump al candidato gubernamental ante las elecciones presidenciales del domingo y con un probable resultado disputado y rodeado de acusaciones de fraude.
Con la flota estadounidense en el Caribe, y cada vez más advertencias sobre una guerra contra Venezuela, los 6,5 millones de hondureños llamados a las urnas votaron bajo una sombra de intimidación que nada tenía que envidiar a los días de la república bananera o la posterior guerra fría.
A las once de la noche el resultado aún no se había publicado, y los tres principales partidos –que abarcan de la izquierda gubernamental a la derecha trumpista– habían publicado encuestas de pie de urna que dieron la victoria a sus candidatos. Varios observadores preveían una crisis en la que el perdedor, cualquiera que sea, se niegue a reconocer el resultado.
Ya existía desconfianza respecto a los resultados incluso antes de la declaración de Trump que amenazó con retirar apoyo económico al país centroamericano si no gana el candidato conservador Nasry “Tito” Asfura, ex alcalde de Tegucigalpa, la capital hondureña.
Asfura se ha presentado como el candidato de la libertad y la democracia enfrentado a los supuestos “narco comunistas” del gobierno actual de Xiomara Castro, y su candidata Rixi Moncada, que según la derecha pretende convertir Honduras en otro Venezuela.
Trump afirmó en redes sociales: “Tito y yo podemos trabajar juntos para luchar contra los narco-comunistas y llevar la ayuda necesaria al pueblo de Honduras. No puedo trabajar con Moncada y los comunistas”.
Por si el votante hondureño se inclinara por el tercer candidato, el ex presentador de televisión Salvador Nasralla, Trump añadió: Nasralla (...) Casi un comunista (...) No es un socio fiable para la libertad”.
Poco después, Trump hizo otro favor a Asfura, candidato del partido del expresidente Juan Hernández Orlando que gobernó de 2014 a 2022 pero que permanece desde casi un año en una cárcel estadounidense condenado por delitos de narcotráfico.
Consciente de que Asfura difícilmente podía abanderar con credibilidad la lucha contra el “narco comunismo” si su mentor político era un narco traficante. Trump concedió un indulto presidencial a Hernández Orlando. Un tribunal federal acusó al expresidente y aliado de Asfura de haber “construido una autopista de cocaína hasta Estados Unidos”.
“Son dos intervenciones (...) Siempre hemos estado asediados por comportamientos y acciones intervencionistas, que se remontan a la época colonial y luego con las grandes intervenciones de la era bananera”, dijo Moncada.
Pero hay otro motivo por el que Trump ha puesto patas arriba su guerra contra los narcos con el perdón a Hernández Orlando. El ex presidente tiene muchos amigos en el movimiento MAGA como Roger Stone, exasesor de Trump, y Matt Gaetz, el ex representante por Florida, ahora presentador de un canal de Youtube así como cabezas de la derecha libertaria en el Silicon Valley.
Esto tiene que ver con el polémico proyecto ultra liberal impulsado por Orlando Hernández durante su presidencia:las llamadas de zonas de empleo y desarrollo económico (ZEDE), uno de los experimentos más radicales de cesión de soberanía nacional a las empresas multinacionales desde los días de la República Bananera y la economía de enclaves de la multinacional frutera estadounidense United Fruit.
Asesorado por el neoconservador estadounidense Mark Klugmann, quien escribía los discursos de Ronald Reagan, Orlando Hernández implementó un plan de ceder el control de grandes partes de Honduras a empresas multinacionales, sin impuestos ni derechos laborales.
El consejo gestor de las ZEDE estaba integrado por veintiuna personas, nueve de ellas estadounidenses de ideología libertaria y solo cuatro hondureños. Los estadounidenses incluían a Klugmann, a Michael Reagan, hijo del expresidente conservador, al hijo de Milton Friedman, a Grover Norquist, otro reaganista involucrado en la financiación de la Contra en Nicaragua, y a Newt Gingrich, aliado de Trump en el Congreso. Entre los tres europeos estaba Barbara Kolm, la economista hayekiana vinculada al ultraderechista Partido de la Libertad en Austria.
Una de esas ZEDE fue la start-up city de Próspera, en la costa caribeñade Honduras, impulsada con capital de los gurús libertarios de la tecnologia, Peter Thiel, Marc Andreessen y Sam Altman. El gobierno de Xiomara Castro intervino para recuperar el control del municipio y actualmente se enfrenta a una demanda judicial interpuesta por los tres billonarios libertarios en la que el gobierno puede tener que pagar el equivalente al 30% del PIB hondureño.
A la vez que anima a Trump a usar fuerza militar en Venezuela, el lobby de Miami quiere la vuelta a las ZEDEs y otros proyectos ultras libertarios en Honduras. Elvira Salazar, la representante republicana de Miami, estrecha aliada del secretario de Estado Marco Rubio, encabezó una delegación de “observadores” de las elecciones para vigilar contra un intento de fraude en favor de Moncada. Pero, al igual que Trump, que ha usado acusaciones de fraudes inexistentes en las elecciones estadounidenses, Salazar ve la democracia y la libertada a través de su propio filtro.
En una comparecencia en el Congreso hace unos años, tras resaltar la importancia de los votantes del distrito número 27 en Florida, “donde tantos residentes son de descendencia hondureña”, Salazar aplaudió el golpe de Estado realizado contra Mel Zelaya -el marido de Xiomara Castro- en el 2008, que fue sacado de su cama y secuestrado en su pijama con ocho armas apuntadas a su pecho, por un grupo de militares. “Las fuerzas armadas cumplieron con su deber de defender la democracia y Zelaya fue destituido de su cargo”.
