Ni el ruido de los tractores que bloquearon el centro de Bruselas ni las amenazas de Vladímir Putin llamando “cerditos” a los líderes europeos han distraido a los mandatarios de la UE en su encierro en el Consejo Europeo. Los líderes de la Unión Europea negocian sin descanso para tratar de encontrar la tecla que convenza a Bélgica de sumarse al plan de usar los activos rusos congelados en Europa para cubrir las necesidades financieras de Ucrania en los próximos dos años.
Todavía no se ha encontrado la fórmula exacta, pero sí se respira un contenido optimismo respecto al avance de las negociaciones. Mientras los mandatarios comunitarios están encerrados en la sala de reuniones habitual discutiendo los otros temas en el orden del día –el futuro presupuesto comunitario, la situación en Oriente Medio o el proceso de ampliación de la UE– en otra habitación paralela se está librando la verdadera batalla de papeles.
Zelenski advierte que sin los fondos rusos se enfrentaría a un déficit presupuestario de 50.000 millones
Sentados en la misma mesa, técnicos de la Comisión Europea y del Consejo Europeo trabajan codo a codo con una delegación belga para redactar una nueva versión del borrador de las conclusiones de la cumbre que pudiese ser aceptable para Bélgica, el país más expuesto a las represalias rusas porque también es el lugar en que se encuentran la mayoría de estos activos, en el depositario Euroclear. Un texto más detallado, que, según una de las últimas versiones, especificaba que el riesgo sería compartido entre los Estados miembros, una de las muchas condiciones que está reclamando Bélgica para entrar en el juego.
El protagonista de esta cumbre, el primer ministro belga Bart de Wever, entraba y salía del encuentro para supervisar en persona todo lo que se estaba negociando ya que, según remarcó en una comparecencia en el Parlamento belga antes de entrar en el Consejo Europeo, la Comisión todavía no había resuelto sus preocupaciones legales. Pero De Wever también ha dejado la puerta abierta al decir que si el resto de países están de acuerdo en compartir los riesgos y proteger a Bélgica de cualquier represalia rusa, “entonces todos saltaremos juntos de ese acantilado y esperaremos que el paraguas nos sostenga”, prometió. “Lo haremos –añadió–, porque la alternativa (que no haya una solución financiera para Ucrania y que el país entre en bancarrota) sería una enorme vergüenza geopolítica para Europa, que sentiremos en las próximas décadas”.
El presidente ucraniano también cree que sería un paso crucial para sus negociaciones de paz
“No queremos que haya margen para salir sin nada. Claro que tiene que haber algo”, asegura un diplomático comunitario. Este papel luego tiene que ser puesto en la mesa de los líderes, que no se han sentado a hablar propiamente de la cuestión de la financiación de Ucrania hasta la hora de cenar, tras haber discutido incluso sobre el retraso a enero de la ratificación del acuerdo comercial del Mercosur, que no estaba formalmente en la agenda de la cumbre.
Algunas delegaciones ya cuentan con una larga noche por delante antes de poder hacer las maletas. Otras se decantan por el “realismo” y hablaban de que el pacto era posible al 50%.
“Tenemos una opción simple: o dinero hoy, o sangre mañana”, sostiene el primer ministro polaco
“Tenemos una opción simple: o dinero hoy, o sangre mañana”, avisó el primer ministro polaco, Donald Tusk. La presión sobre De Wever, un nacionalista flamenco que hasta hace poco luchaba para mantener su Gobierno a flote, es insólita. “Entiendo las preocupaciones que existen en algunos Estados miembros, sobre todo en el Gobierno belga, pero espero que podamos disiparlas juntos”, dijo el canciller alemán Friedrich Merz. “Esta es probablemente la cumbre de la UE más importante desde que estalló la guerra, hace casi cuatro años”, consideró el sueco Ulf Kristersson.
A la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, ya se le estaba terminado la paciencia y decía abiertamente que estaba dispuesta a avanzar sin el permiso de Bélgica, ya que para esta decisión solamente se requiere la mayoría cualificada. Fuentes europeas lo descartan completamente y aseguraban que no hay ningún escenario encima de la mesa que implique trabajar sin el visto bueno del país más afectado.
La danesa Frederiksen presiona sugiriendo arrinconar a Bélgica para avanzar sin su aval
La presión también llegaba del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, quien ha acudido en persona no solo para compartir con sus homólogos europeos el estado de las negociaciones de paz con Estados Unidos, sino también para hablar directamente a De Wever, uno de los líderes –otro fue el español Pedro Sánchez– con quien mantuvo reuniones bilaterales.
Zelenski ha sido tajante al advertir a los líderes comunitarios que la decisión sobre cómo iban a llegar los 90.000 millones que necesita de Europa debe llegar ahora, o como tarde antes de final de año. Según el presidente ucraniano, sin el apoyo de los activos congelados rusos Kyiv se enfrenta a un déficit presupuestario de alrededor de 50.000 millones de euros, algo que podría aumentar según la evolución de la guerra. Otro argumento del ucraniano es que estos activos les darían más fuerza en las negociaciones con Moscú y les permitiría seguir defendiéndose en el conflicto. “En este momento queremos retirar de la mesa todo lo que sea posible y centrarnos en lo que sea efectivo para detener a Putin. Si no hay cuestiones sobre financiación, podremos centrarnos en cuestiones sobre el Donbás”, ha dicho a la prensa.
Pero sobre todo, Zelenski busca convencer al mandatario belga que usar el dinero ruso contra Rusia es lo justo, “moralmente”. Y no se trabaja con otra hipótesis: el plan alternativo a utilizar los activos rusos, la emisión de deuda conjunta, sigue en un cajón y por lo menos nadie está discutiendo seriamente esta posibilidad, ya que implica una unanimidad imposible de conseguir por el veto de Hungría. “Simplemente no nos podemos permitir fallar”, indicó la jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas.
