Lucas Graves,investiga el ‘fact-checking’ y los ‘fakes’ en medios digitales en la Universidad de Wisconsin:

“En EE.UU. unas pocas mentiras ganan los votos que deciden”

¿Edad? Ya sé en qué invertir los años que me quedan. Nací en Nueva York y crecí en Washington. Me doctoré en Columbia estudiando la digitalización de la prensa. Hoy la mentira sale barata y rentable en política... ser periodista también es desmentir. Participo en la Disputatio 2024 con la FCRI y la AE-BKH. (Foto: Mané Espinosa)

El periodista no debe ser su propio f act-checker ?

Claro, pero esa exigencia en la tradición anglosajona se concreta en que el periodista debe presentar al lector al menos dos puntos de vista diferentes...

¿Por ejemplo...?

Si el presidente republicano de EE.UU. dice que han mejorado el PIB en un 5%, el periodista debe incluir en la noticia también al líder demócrata diciendo que es falso y explicando también por qué. Y antes se consideraba que ya había hecho su trabajo.

¿Y a usted no le parece suficiente?

Hoy ya no. Los fact-checkers como PolitiFact o el de TheWashington Post ...

Lo entrevistamos aquí el mes pasado.

...Creemos que, cuando la noticia refiere un solo hecho, el periodista y su equipo deben contrastar ese hecho; y, si es falso, demostrar al lector por qué con datos concluyentes. Y en este caso, además, el lector aprendería así con nosotros sobre cómo se calcula el PIB americano.

¿Por qué le interesa el fact-checking ?

Cuando nos lanzamos a promoverlo en EE.UU., era innovador e interesante: un puñado de periodistas bien formados que se lanzaban a desafiar las falsedades e inexactitudes de la clase política.

No es habitual y cada vez menos.

Porque los medios dependemos cada vez más de que los partidos políticos y los millonarios que se benefician de la política subvencionen nuestros medios y, por tanto, nuestros sueldos.

¿Nadie llama mentiroso a quien le paga y demostrar que lo es sale muy caro?

Por eso, en EE.UU. y en muchas otras democracias –y no digamos en los países que no lo son– los periodistas no suelen jugarse su sueldo y su carrera llevando la contraria a los políticos y empresarios que subvencionan su medio.

¡Qué remedio!

Por eso, a menudo recurren a exponer simplemente las dos o más versiones sobre un hecho o unas declaraciones.

Es menos arriesgado.

Pero los fact-checkers van a la yugular del mentiroso al decir simplemente a todos: “Eso es falso”... Y demostrarlo.

¿El fact-checking no es solo una moda?

Creo que no desaparecerá, pero tal vez no goce en adelante de la atención que le han dispensado estos años de campañas de Trump, el Brexit o las guerras: la UE y la ONU se interesaron vivamente por la tendencia del fact-checking .

¿Quién paga al fact-checker ?

Algunas tecnológicas, como Meta, se interesaron por la tendencia y también en España hubo verificadores para sus plataformas.

¿Se va a consolidar la tendencia?

Era muy saludable para la opinión pública que se contratara a profesionales independientes para verificar los hechos que se daban por ciertos en las redes. Ya veremos.

¿Y tras la victoria de Trump?

Nuestro temor es que las grandes plataformas pierdan su interés por verificar cuanto en ellas se vehicula como cierto.

Trump miente miles de veces y gana: ¿de qué sirve verificar lo que dice?

Esa es una gran pregunta, pero no es nueva. Siempre ha habido folletos, mítines, diarios de partido donde se mentía y, aunque el mentiroso llegara al poder, valía y vale la pena demostrar que lo es.

¿Por qué le ha sido tan rentable a Trump mentir en estas elecciones?

Porque nuestro anticuado sistema electoral hace que la victoria pueda depender tan solo de un puñado de votos en los estados clave. Y eso hace que unas pocas mentiras a tiempo en una campaña puedan ganar los votos que deciden.

¿Para qué sirve pues el fact-checking ,si no es para evitar que gane el mentiroso?

Que no logres evitar que gane no quiere decir que no valga la pena intentarlo. Y el periodismo o es la búsqueda de los hechos y la verdad o es mera creación y gestión de contenidos. No llame periodismo a todos los contenidos ni a los gestores, periodistas.

¿La política sí funciona con mentiras?

Lo evidente es que el coste de mentir se ha abaratado en todo el mundo para los políticos. Y es un peligro. Hannah Arendt nos advirtió después del nazismo de que el primer requisito para el totalitarismo es que la verdad pase a ser solo cuestión de quien puede imponerla.

¿La digitalización facilita la mentira?

Lo ha demostrado Donald Trump. En realidad, pocos ciudadanos leen prensa de calidad que contraste hechos y datos. La mayoría se limitan a seguir la actualidad por redes sociales y plataformas gratuitas pla­gadas de fake news y mentiras.

¿Son gratis, pero nos saldrán caras?

Son una invitación a los políticos, ya sin control de la prensa independiente de calidad, a que mientan y ganen.

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