César González,cineasta, escritor y poeta autodidacta, estuvo preso de los 16 a los 21 años:

“Lo que me salvó fueron otros seres humanos”

Tengo 36 años. Nací en una villa miseria de Buenos Aires. Hace tres meses me cambié de barrio. Me separé, tengo una hija y un gato, Timoteo. Terminé la secundaria en la cárcel. En Argentina hay injusticias muy obscenas y grandes bolsas de pobreza , y cuanta más miseria más violencia. Creo en algo superior. (Foto: LV.)

¿Qué implica criarse en una villa miseria?

No tener agua corriente ni luz eléctrica, y techo de chapa: cuando llovía, llovía dentro.

¿Era infeliz?

No, era lo que conocíamos. Lo que más me lastimaba es cómo nos trataban fuera del barrio o la policía, que vienen del mismo lugar que nosotros.

¿Le insultaban?

Desde muy chiquito me han llamado negro de mierda. Pero la vida en la villa miseria la recuerdo con alegría y felicidad.

¿Madre presa?

La encerraron cuando yo tenía 6 años , estuvo tres años por robo. Me tuvo con 16 años.

¿Padre alcohólico?

Muy alcohólico y muy violento, pero mi mamá se defendía, lo sacó de casa a puñetazos. Yo me crié en un matriarcado: mamá, abuela y tía. Soy el mayor de nueve hermanos, el heredero al trono.

¿Cuándo cometió su primer robo?

A los 12 empecé el camino de la delincuencia y a los 15 ya era un ladrón reputado con mis cadenas de oro y mis zapatillas de marca.

¿Esa era su ambición?

Yo sacaba excelentes notas, pero el resentimiento anidó en mí cuando veía a un niño que a 20 metros de donde yo vivía lo tenía todo y yo no tenía nada. Una avenida dividía el subdesarrollo del desarrollo.

¿Se llevó algún disparo?

Unos cuantos a los 16 años. El primero fue en el abdomen, estuve al borde de la muerte, entré en el hospital con paro cardiaco, y durante la cirugía, que duró 9 horas, tuve otro. A las dos semanas ya estaba robando de nuevo.

¿Por qué?

Para mí la vida no tenía valor, pero me rechazaba hasta la muerte. A los dos meses recibí otro balazo, me curó una enfermera travesti del barrio, y a los 4 meses cuatro balazos en la otra pierna en una persecución de la policía.

¿Qué le llevó a la cárcel?

Un secuestro, en una hora nos encontraron. Las bandas de secuestradores en América Latina están involucradas con la policía y con el crimen organizado; si no, no sobrevives. Tenía 16 años y pasé 5 años en la cárcel.

¿Y qué tal la cárcel?

Todo lo horrible que uno se imagina multiplicado por cien, lo más terrible era tener que estar todo el rato peleando con tus semejantes. Es el infierno en la Tierra.

¿Qué le salvó?

Personas en el mundo carcelario que me humanizaron, que me sacaron de la categoría de monstruo; en especial un docente que daba un taller de magia y que nos hablaba de arte, de literatura y nos traía libros. Conseguí acabar el bachillerato gracias al amor de las maestras, porque yo no quería hacer nada, me sentía solo en el universo, así que lo que me salvó fueron otros seres humanos.

¿Conoció otro mundo?

Cuando uno nace en la miseria sabe que el arte y la literatura no son para él, la gente quiere salir de ahí pero no lo consigue por más voluntad que tenga, pero el aliento de esos maestros fue determinante; solo, no hubiera salido nunca.

Los funcionarios estarían contentos.

Cuando empecé a salirme del rol de delincuente y me vieron estudiar y leer me reprimieron. Incluso algunos psicólogos y trabajadores sociales en lugar de apoyar mi renacimiento me boicoteaban, me rompían los libros y lo que escribía, me trasladaban repentinamente, y tenía sentido que fuera así.

No tiene ninguno, menudos cretinos.

Había un modelo: tenías que salir, romperte el lomo trabajando, pedir perdón eternamente. Pero yo, gracias a la lectura, empecé a tomar conciencia de mis errores pero también de las causas económicas, culturales y sociales, y no les gustaba.

¿Qué les decía usted?

¿Quién le pide perdón a ese niño que fui, cagado de hambre y de frío? Eso de si son pobres es porque quieren es muy doloroso.

Salió de la cárcel con 21 años.

No ha sido fácil. La vida me ha enseñado que hay que luchar constantemente. La vida es hermosa, pero lo que hacemos los humanos con ella es cada vez más horrible, y también tengo claro que si uno quiere un mundo mejor tiene que hacer algo para ello.

Parece que la cárcel le regeneró.

Sucedió en la cárcel, pero si me dan a elegir volver a nacer y no atravesar la experiencia carcelaria, ser un anónimo y no un escritor, lo elijo. El grado de oscuridad, violencia y miseria de la cárcel es terrorífico.

¿Qué cuenta en su cine?

En Argentina el mundo de la pobreza ha estado representado por miradas ajenas a esa realidad que lo caricaturizaban y simplificaban; el neorrealismo italiano también fue contado por burgueses, pero bien contado.

¿Y usted intenta contar la realidad?

Sí, ni somos los malos y violentos ni el ejemplo del buen trabajador. Sin embargo, cualquier personaje de clase media es complejo.

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