En la cima del mundo
Es hijo del hombre que junto a Edmund Hillary alcanzó la cima del mundo en 1953, aunque en Occidente nadie conoce el nombre de Tenzing Norgay. Norgay llevó al alpinista neozelandés hasta la cumbre del Everest y su éxito fue tan celebrado en India y Nepal que se convirtió en símbolo nacional, lo que le permitió ayudar al pueblo sherpa. Cuarenta y tres años después, su hijo, que se llama como su padre, fue tras sus pasos. En Más cerca de mi padre (Capitán Swing) narra la ascensión de su padre y la suya propia; de hecho narra su reencuentro en la cima: “Allí estaba mi padre, junto a una roca desnuda de hielo y me dijo: ‘Jamlin, no tenías que haber llegado tan lejos, no tenías por qué escalar esta montaña para estar conmigo y hablarme’”. Pero el libro narra también la vida de los sherpas, los verdaderos héroes de la ascensión, y cómo la entienden.
Su padre es una leyenda.
Sí, porque fue el primero, junto a Edmund Hillary, en ascender a la cima del mundo en 1953.
Todos conocemos a Edmund Hillary y pocos a su padre.
Es la forma de pensar de los occidentales, con suerte citan a “Hillary y su sherpa”.
¿Cómo era su padre?
Un hombre sencillo y humilde. Un pionero que viajó a través del Himalaya como no lo hizo nadie en su época. Fue una inspiración para millones de personas.
¿Qué hizo cuando volvió?
Conseguir fondos para las comunidades que viven a los pies del Himalaya, para las viudas de los sherpas que morían en las escaladas, para educar a sus hijos y proteger el medioambiente. Hillary también colaboraba.
Usted subió al Everest 43 años después.
Fue la primera y última gran montaña de mi vida, fui el guía de la expedición que rodó la película para IMAX Everest (1996). Teníamos que subir una cámara de 22 kg y rollos de película muy pesados. Nunca se había hecho.
¿Qué significó para usted?
Mi padre era mi héroe y quería ser como él. Para mí fue una peregrinación, algo místico, una manera de comprender a mi padre, que entró en la montaña como entró en el mundo, de una forma inocente. “Cualquiera que ataque la cima con agresión, como un soldado en batalla, fracasará”, decía.
¿Ha cambiado mucho?
Hoy llegan en helicóptero, van rápidos, suben, hacen las fotos y bajan; se pierden lo que significa subir el Everest.
El Everest se llama Chomolungma.
Los tibetanos y budistas creemos que en las montañas residen los dioses y las diosas, es un lugar sagrado. El Everest se llama Chomolungma en honor a la diosa que vive en su cima, y la veneramos desde hace siglos, es la madre del mundo.
¿Hoy, para los sherpas, subir al Chomolungma es un negocio o un viaje espiritual?
Los sherpas somos un grupo étnico que migró del Tíbet hace 500 años, cruzamos el Himalaya y nos asentamos en el lado nepalí. Cuando llegaron los ingleses necesitaron porteadores y recurrieron a mi pueblo, adaptado a la altura y a movernos ágilmente.
Son realmente los héroes.
Cuando mi padre escaló el Everest se le dijo al mundo que había sido una expedición británica con un sherpa cualquiera, pero la realidad es que los sherpas lo hacen todo: las rutas de escalada, las vías, organizan el campamento, cocinan, cargan y cuidan.
¿Pero para los sherpas sigue siendo un viaje espiritual?
Escalan porque tienen que alimentar a sus hijos, pero mientras están escalando también es un viaje espiritual de conexión.
¿El turista va detrás del sherpa?
Sí, un 99 % de las expediciones no tendrían éxito sin la ayuda de los sherpas, son ellos los que alzan a otros hasta la cima del Everest.
¿Cómo guían a los miles de turistas?
El sherpa lleva una cuerda, la gente se coge a ella y él tira de ellos. Detrás hay otro sherpa que los ayuda a seguir, y les llevan todas las botellas de oxígeno, toda la carga.
Así cualquiera sube.
Los sherpas arriesgan su vida, cada vez mueren más en la montaña.
Nárreme su llegada a la cumbre.
Hice ofrendas a la diosa, le agradecí que me hubiera permitido alcanzar la cima del mundo. Mi padre siempre quiso mantenernos alejados de las montañas, pero cuando llegué a la cima lo vi, me sonrió, estaba orgulloso.
…
Y, cuando llegué a casa, mis tíos me dijeron que mi padre siempre había dicho que sería yo el que llegaría a la cima.
También ascendió con el hijo de Hillary.
Sí, con Peter, fuimos parte de la expedición del National Geographic, pero lo conozco desde hace más de 30 años; su familia y la mía siempre han estado unidas, trabajamos juntos de guías y en muchas fundaciones.
Usted se educó en Estados Unidos, ¿que le sorprendió?
Les gusta mucho el dinero y creen que lo pueden comprar todo.
¿Subir al Everest debería ser peregrinaje?
Sí, deberías volver con algún aprendizaje. Antes de escalar esta montaña yo no era budista, la montaña me enseñó humildad y se despertó en mí el deseo de mantener vivas las tradiciones.
Su padre y el Dalai Lama eran amigos.
Muy cercanos. El simple hecho de estar con él despierta sentimientos muy profundos de paz. Me encanta cuando viene a casa.
¿Qué debemos aprender de su cultura?
Ya están aprendiendo; la mayoría de los occidentales vuelven a sus casas entendiendo quienes son los sherpas, gente servicial, que siempre ayuda, que dejan el ego de lado.
El pueblo sherpa es budista.
Sí, y somos uno con la naturaleza, no matamos animales, no hacemos daño al prójimo. Ayudamos y rezamos por todo ser vivo.