Alexander Batthyány,neurocientífico, psicólogo y catedrático de Psicología:

“La lucidez terminal es un fenómeno inexplicable pero real”

Tengo 53 años. Nací en Budapest y vivo en Viena, donde dirijo el Instituto Viktor Frankl. Casado, tenemos dos hijos y un perro, Otelo. Lo preocupante hoy es cómo tratamos al que piensa distinto: ahora se desprecia al que disiente. Tengo mis creencias, pero las mantengo al margen de mi trabajo científico. (Foto: LV)

¿Cuál es su campo de estudio?

Como científico me dedico a estudiar la conciencia humana, y uno de los fenómenos más misteriosos que he encontrado en 15 años de investigación es la lucidez terminal.

¿Qué es la lucidez terminal?

Personas con demencia muy avanzada o alzheimer, que ya no reconocen ni hablan, que viven en un estado de desconexión, de repente recuperan la conciencia. Hablan, agradecen, se despiden... y mueren al poco tiempo, en cuestión de horas.

¿Es frecuente este fenómeno?

Es un fenómeno raro, ocurre en entre el 6 y el 10 por ciento de los casos. Insistimos mucho en eso: no hay que crear expectativas falsas. Pero cuando sucede, es impactante. En muchos casos la persona vuelve, literalmente. Recupera su carácter, su lenguaje, su lucidez.

Recuperan su identidad.

En entre el 80 y el 85 por ciento de los casos la persona vuelve a ser quien era antes de la enfermedad. En otro pequeño porcentaje, entre el 5 y el 10 por ciento, además hablan de cosas que nadie ve: dicen haber estado con seres queridos ya fallecidos y dan detalles.

¿Cómo interpretan esos casos?

En mi equipo hay posturas diversas: algunos creen que son alucinaciones, otros que son visiones reales. Lo único cierto es que esas personas, que el día anterior no sabían ni a quién tenían delante, de pronto recuerdan nombres, detalles, relaciones...

¿Su grupo de investigación colabora con la Clínica Mayo?

Sí, y es fantástico porque ellos también recogen muchísimos casos en el hospital. Nosotros tenemos documentados 450 casos desde hace 15 años.

¿Se estudia en más países?

Hemos recopilado informes en India, en Japón y en África, lo que demuestra que no es una cuestión cultural, sino universal y médica. Forma parte de la naturaleza humana.

¿Qué explicación científica tiene esto?

Hay una paradoja inmensa: la neurociencia nos enseña que la mente depende del cerebro. Pero en la lucidez terminal, eso no encaja. No hay regeneración neuronal, no hay milagro biológico. Y, sin embargo, la persona vuelve.

¿Qué hipótesis manejan?

Es como si la conciencia no dependiera únicamente del cerebro, como si pudiera replegarse y, en ese momento límite antes de morir, regresar.

¿Es el morir el hecho diferencial?

Creo que la muerte podría ser una condición límite, como ocurre en física con la relatividad. Hay fenómenos extremos que ponen a prueba los modelos conocidos. La muerte sería uno de ellos.

¿Han recogido pruebas audiovisuales?

Vídeos que realizan las familias de los enfermos que tratamos donde se ve claramente que el paciente está ausente y, de pronto, emerge. A veces incluso piden volver a casa, y mueren esa misma noche.

¿Cuál es su conclusión personal?

Hay algo que todavía no entendemos. Pero no es trivial. Lo veo ahora con claridad, aunque hace años dudaba.

¿Qué propone?

Creo que debemos abrir la mirada. Ser más receptivos. Hay una parte de la conciencia humana que no desaparece, solo se esconde.

La persona sigue estando ahí.

Sí, y eso también nos obliga a mirar con más respeto y dignidad a las personas con enfermedades degenerativas, porque quizás, incluso en su silencio, siguen ahí.

¿Pero cómo es posible que resurja la conciencia en cerebros deteriorados?

La neuropsicología dice que el cerebro y la mente están estrechamente relacionados. La lucidez terminal es un fenómeno que contradice todo esto que la neuropsicología dice.

...

Sabemos a ciencia cierta que el cerebro no se reconstituye mágicamente, las neuronas no se reconstruyen antes de la muerte. Entonces, ¿qué es ese fenómeno si no es una recuperación neuronal?

Cuénteme un caso paradigmático.

A una señora mayor se le diagnostica alzheimer, dos años después ha perdido todas sus facultades, ya no reconoce a nadie, no habla, etcétera. Llega el día en que el personal hospitalario llama a la familia y le dice por ejemplo que el corazón está empezando a fallar.

Y les invitan a despedirse.

Cuando llega la familia la anciana es capaz otra vez de reconocerles, de mantener una conversación lúcida, les da instrucciones y les da las gracias. La familia no sabe muy bien qué hacer con esa situación.

¿Y los sanitarios sí?

Es un momento de mucha incertidumbre, ni siquiera el personal hospitalario tiene un protocolo que seguir. Hay veces que todo apunta a que esa persona podría incluso volver a casa porque está bien. Pero lo tratan con cautela porque saben por experiencia que le queda poco.

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