Francesca Giannone,escritora:

“Albahaca, piñones, aceite, ajo, sal, pecorino, mortero y... ¡machaca!”

Tengo 43 años. Nací en Lecce y vivo en Milán. Soy escritora, comunicadora, cineasta. No comparto mi estado civil, discúlpenme. Convivo con dos perros, llamados Lila y Baboo. ¿Política? Izquierda, progresismo. ¿Creencias? Agnóstica. Compartiré hoy con ustedes la mejor receta de pesto. (Foto: Llibert Teixidó)

Poco sabemos de las bisabuelas.

Y todos tenemos cuatro.

Usted sí sabe de una suya.

Anna Allavena, se llamaba, y he novelado su historia.

¿Qué supo de Anna?

Que fue la primera mujer cartera de Italia.

¿Repartía cartas a domicilio?

En Lizzanello (Lecce), pueblecito del Salento, en Apulia, en el sur de Italia. Eran los años 30. Y eso supuso un escándalo.

¿Por machismo local?

Claro. Soy bisnieta de aquella revolucionaria contra el patriarcado. Eso me inspira: como ella, yo hago lo que toca hacer.

¿Qué hizo Anna Allavena?

Anna era del norte de Italia, del Piamonte, y con Carlo, su esposo, decidieron radicarse en el sur, para recibir una herencia.

¿Encajaron bien en Lizzanello?

Anna, con más iniciativa que las mujeres del sur, e ideas más avanzadas, acepta el trabajo de cartera. Al principio genera rechazos, pero acabó ganándose a la gente.

¿Cómo lo hizo?

Con su delicadeza y escucha, con su gentileza: Anna sabe leer y escribir entre mujeres analfabetas, y muchos hombres. Anna les lee las cartas y les ayuda a escribirlas.

Y se lo agradecían.

Y encima cocinaba bien. ¡Y el buen vino del sur ayudaba! Fue cartera medio siglo, y se convirtió en toda una institución.

¿Cómo sabe que cocinaba bien?

Encontré una caja con correspondencia de ella y su familia, y viejas fotos.., ¡y la riquísima receta de su pesto casero! Todo me empujaba a investigar y a novelar.

Francesca: ¡la receta del pesto casero!

La transcribo en La cartera , mi novela.

¡Tomaré nota, démela!

En un mortero de mármol introduzca lo siguiente: albahaca ligur húmeda, sal gorda, piñones, quesos parmesano y pecorino, aceite y ajo. ¡Y a machacar! En genovés, machacar en mortero es pestare .

¡Ah! De ahí...

Hasta quedar una pasta cremosa: ¡el pesto de mi bisabuela! Un modo de cuidar al otro es cocinarle: era para la mujer un modo de dar amor y conquistar corazones.

¿Y dónde queda aquí el feminismo?

Anna se dijo “yo puedo” sin saber que eso era feminismo. Italia entera era machista. Las mujeres no entraban en el bar del pueblo. Hemos mejorado, ¿no? Las nuevas generaciones son mejores.

¿Qué clase de niña fue usted?

Dibujaba y diseñaba y coloreaba... y leía: La casa de los espíritus de Isabel Allende.

Y ahora vende usted 650.000 libros.

Ha gustado que cuente una historia verdadera. Eso fascina. Una historia que no busqué yo, que vino a buscarme a mí.

¿Con qué materiales se documentó?

Testimonios orales de ancianos, viejos periódicos, archivos postales, biblioteca comarcal, cartas...

¿Qué pasaje es su favorito?

Cuando Anna explica a los suyos que ha decidido optar al puesto de cartera. Y no le sienta bien a Carlo por el “qué dirán”. ¡Pero la ama! Y por ella aguanta lo que sea.

¿Conoce usted bien ese pueblo?

Pasaba largas temporadas siendo niña, con mis padres y abuelos. ¡Y yo era “la bisnieta de la forastera”!

La “forastera”...

Pese a vivir en el pueblo durante medio siglo, Anna siempre fue allí la “forastera”. Así son los pueblos.

Muchos añoran la vida de pueblo...

Y les entiendo. La vida en comunidad, las puertas abiertas de las casas, las cocinas, el pan reciente, la buena comida...

Buena pasta: no veo italianos obesos.

Será por el vino local: mi abuelo hacía su vino en casa. También se consumían saludables verduras y legumbres.

¿Esa nostalgia es benéfica o nociva?

Puede ser nociva en esas pulsiones de alejarse de la Unión Europea con la ensoñación de recuperar un mundo idílico. Asoma en opciones políticas aislacionistas.

En España pasa también: algunos añoran la autarquía de los días de Franco.

Pues entonces ya sabe de qué hablo, son cosas de nuestras penínsulas.

¿Había publicado antes otras novelas?

Sí, un par, sin esta repercusión: La cartera ha merecido el premio Bancarella, concedido por votación de los libreros italianos, desde abajo. Es importante.

¿Ha sabido más cosas de Anna?

Ya publicada la novela, en una firma en Milán, una persona vino a contarme personalmente que mi bisabuela le llevó cartas a su casa hasta el final de su vida. Y se las leía, puesto que él era un aldeano analfabeto. Me emocionó escucharle.

¿Convivieron siempre Anna y Carlo?

Convivieron durante setenta años de matrimonio. Lo último que ella dijo a su nieta, mi madre, fue: “no quiero ser olvidada”. ¡No lo serás, bisabuela, está hecho!

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