Las reservas somos todos
Nuestros abuelos aprendieron que debíamos someter a la naturaleza para sobrevivir; nuestros padres pasaron a creer que debían conservarla en grandes santuarios y reservas, y nosotros ya hemos aprendido que confinar especies para que sobrevivan es igual que encerrarnos a nosotros mismos, porque somos naturaleza. A menudo las fronteras, que durante siglos fueron coloniales y de explotación y sumisión, no sirven a ese ecosistema que somos y por eso solo organismos internacionales como la Unesco pueden trascenderlas para mejorarlo y con él, la vida de sus habitantes. Los casos de Bantayán, Isla Prín-cipe, Castronovo o las plantaciones que fueron de cocaína y hoy son de cacao no detienen la degradación del plane-ta, pero son un buen principio. El turismo desaforado degrada la vida de los locales; el bien gestionado la mejora.
¿Qué hace y dónde la Unesco con la Fundación Abertis?
Colaboramos por ejemplo en la isla de Bantayán, que tenía destrozada su flora, fauna y corales.
¿Por quién y por qué?
Por los locales, que eran pobres y no sabían gestionar sus recursos. Al disminuir la pesca por sobreexplotación se extraían los peces que quedaban dinamitando los arrecifes de coral... y cada día había menos peces.
¿No tenían tradición de conservar el coral y no abusar de la pesca?
La población crecía y no sabían relacionarse de forma sostenible con el medio. Así que logramos que escucharan a los científicos y que les explicaran cómo lograr que, sin dejar de pescar, volviera la vida a los arrecifes de coral y al ecosistema.
¿Funcionó?
En menos de 10 años se ha restaurado el sistema natural y social de la gente de la isla y para el arrecife la restauración es más rápida gracias a los conocimientos que tenemos hoy de cómo surge y se mantiene el coral. Al ser más eficiente la pesca, se ha diversificado la economía y realizan otras actividades.
Actúan en otras islas?
En la isla de Príncipe, antigua colonia portuguesa, en el 2008-2009 vivían 6.000 isleños descendientes de esclavos y hoy dedicados al monocultivo del cacao...
¿Vivían bien?
No. La deforestación de la isla y el monocultivo habían depauperado la tierra de sus menguados 140 km de superficie. La pérdida de biodiversidad e identidad cultural era galopante…
¿Cómo recuperarla tras 400 años de explotación de plantaciones portuguesa?
En la Unesco apostamos por el turismo a pequeña escala.
¿Turismo como solución sostenible?
Insisto: a pequeña escala. Queríamos que los visitantes fueran pocos y valoraran la naturaleza y la cultura locales sin pervertirlas.
Pues entonces pocos turistas, sí.
Pero debía ser un modelo competitivo también, porque en el mercado turístico la competencia es feroz. Así que logramos que la isla reuniera los requisitos para ser reserva de la biosfera.
¿Qué puede ver el visitante en la isla?
Especies únicas endémicas de tortugas, flora y fauna autóctona y un cruce de culturas africanas y europeas singular.
¿A qué precio?
Hemos convencido a inversionistas para que apuesten por el turismo de calidad selectivo: no más de 40 habitaciones por hotel y no más de 400 en toda la isla. La experiencia que ofrecemos al visitante es vivir como un isleño en vacaciones.
¿Funciona?
Ha recuperado la economía de la isla y la agricultura, que ya no es de subsistencia, y de ser la isla de la que todos huían ha pasado a recibir inmigrantes que vienen a trabajar. Ahora son ya diez mil habitantes y han duplicado su salario.
¿En Europa tienen algún proyecto?
En Castroverde, Portugal, tenemos una reserva de la biosfera musical que es patrimonio mundial. Hemos trabajado con los colegios para que incluyan en su currículum la asignatura de música con instrumentos locales y hoy esa música ya está generando empleos.
¿Y en Latinoamérica?
Estamos cambiando el cultivo de la cocaína por el de cacao: el trabajo es el mismo.
¿Cómo lo intentan?
Con mucho diálogo, capacitación, dando alternativas y mucho trabajo con las autoridades. Lo importante es no decir nunca “no”; que es lo más fácil. Si dices “sí” es complicado, pero proporciona alternativas de futuro.
¿Dónde están esas explantaciones de cocaína hoy de cacao?
En Guatemala, Honduras y El Salvador: una zona transfronteriza en la zona del narcotráfico. Los ciudadanos deben tener garantizada su percepción y conciencia para decidir.
¿Proponen crear más reservas medio-ambientales?
No debemos confinar la biodiversidad porque somos parte de ella: somos naturaleza. Por eso creamos el programa MAB “Hombre y Biosfera” para generar modelos de gobernanza y dinamizar el desarrollo local, asegurando identidad, sostenibilidad y alternativas económicas para la prosperidad.
¿Para eso no están ya los gobiernos?
Las fronteras a menudo no sirven a los habitantes de los territorios. En la Unesco estamos muy conectados con científicos y políticos y utilizamos nuestros programas de forma interdisciplinar y transnacional.
¿Ayudar a descontaminar regiones?
El problema es que no tenemos recursos para lograrlo, porque contaminar es lucrativo, pero descontaminar es carísimo: podemos ayudar a las comunidades que quieren y pueden mejorar su relación con el ecosistema, y así sus vidas.