El cine no cabe en un bolsillo
Laparra asegura que el cine es un muerto que goza de buena salud. Y nos referimos a la sala oscura en la que otros humanos lloran y ríen ante la misma película que te emociona a ti. Son y serán hospital y refugio de nuestra atención hoy sometida a una hipersaturación de estímulos visuales. Todos llevamos una pantallita en el bolsillo; pero nunca igualará la experiencia compartida de una buena película en un cine. Y como prueba esgrime la cada vez más inmensa minoría que llena las salas de la filmoteca, incluso cuando la peli es muy exigente; y la que acude a los cada vez más numerosos festivales de cine. Surgen, además, nuevas experiencias inmersivas en imagen a caballo entre la sala de exposiciones y la de proyecciones que desafían los límites de lo archivable. Nos queda, pues, cine para rato, porque la vida es cine y los sueños cine son.
Ustedes atesoran todo el cine hecho en Catalunya: ¿Qué pelis nos recomienda?
Custodiamos todo el cine hecho en Catalunya y el mejor del que no se hizo aquí pero sí se proyectó desde la invención del cinematógrafo hasta hoy. Barcelona era una capital clave en la distribución del cine internacional en Europa.
¿Sus films favoritos de los archivados?
Me doctoré en la Universidad de Nueva York (NYU) con una tesis sobre cine militante, así que me interesan especialmente las películas de los 60 y 70. Y estoy muy orgulloso de la colección de cine antifranquista rodado en Barcelona en aquellos años por Helena Lumbreras, Llorenç Soler, Pere Portabella...
¿Y de entre ellas cuáles recomienda?
O todos o ninguno; Vuelta del grito; y El sopar de Portabella en el que un grupo de exprisioneros políticos montan una reunión clandestina en la noche en que se ejecuta a Salvador Puig Antich.
¿Alguna memorable de otros periodos?
La primera estrenada en catalán durante el franquismo: Maria Rosa de Armand Moreno, una adaptación de Àngel Guimerà que se logra estrenar en catalán en 1966.
En 1964, TVE emite La ferida lluminosa de Josep Maria de Sagarra.
Era televisión: pero entonces la censura franquista tenía mucho miedo al cine, porque era muy popular.
¿Qué está pasando ahora? ¿Se mueren los cines? En mi barrio no queda ni uno.
El cine es una experiencia única que hoy compite con multitud de estímulos de pantallas ubicuas en una hipersaturación de oferta visual.
¿Por qué pagar por ir al cine si tengo Netflix y demás en casa a cualquier hora?
Ver pelis en una sala con gente es insustituible: los cines no morirán. Es una experiencia cada vez más demandada. El cine es el mejor refugio de nuestra atención. Por eso, cada vez hay más festivales.
¿No será porque cada vez hay más subvenciones?
En la filmoteca siempre tenemos un centenar de personas en cada pase y a menudo para películas muy exigentes. Nuestro público se deja sorprender, porque busca lo opuesto a esas plataformas cuyo algoritmo hace previsible lo que te van a ofrecer. Y cada vez se crean más festivales porque hay una necesidad creciente de demanda social de contenidos de calidad.
¿El cine es un muerto con buena salud?
Un muerto muy vivo. Se dijo que el cine moriría con el sonido, con el color, con los videoclubs… Pero hoy vemos que es un arte que no morirá y tiene futuro.
¿No será solo un cine de minorías?
Aumenta un abanico ya muy grande de propuestas: desde las alternativas que sobreviven gracias al apoyo de las entidades públicas hasta operaciones capitalistas extremadamente rentables como Barbie .
¿Ustedes archivan solo películas? ¿No custodian otros formatos, como TikTok?
Pensamos en ellos, porque convivimos con ellos; pero no nos corresponde a nosotros archivarlos, como tampoco archivamos formatos televisivos.
¿Cómo define hoy “una película”? ¿Y cuándo merece ser archivada?
Solo son películas los materiales que han sido pensados para ser exhibidos en público.
¿Y las filmaciones caseras?
Solo si son cine amateur, que ya tiene un montaje, una intención, una voluntad de hacerlo circular socialmente. Pero el formato evoluciona con el tiempo. Ahora muchos artistas trabajan en la frontera entre el cine de sala y la sala de exposiciones, como Albert Serra con Els tres porquets . Y hemos incorporado a nuestra colección la obra de Mari Chordà de los años 60 y 70.
¿Qué te gustaría preservar para siempre?
El presente del cine catalán; no esperar a que un cineasta ya no esté entre nosotros para darnos cuenta de que unos borradores de un casting o unos cuadernos de rodaje son importantísimos. Hay que archivar en tiempo real y con el artista aún vivo.
¿Y si esa filmación al cabo no merece su archivo? ¿Cómo distinguir al clásico?
Hay que correr el riesgo y elegir y archivar, pero sin dejar de ser muy selectivos.
¿El cine en digital se conserva mejor?
El material fotoquímico se degrada; pero el digital también. Los materiales digitales son extremadamente frágiles.
¿Más que los viejos rollos de película?
Si una película en formato fotoquímico llega a nuestras instalaciones, le podemos dar una esperanza de vida más larga que un fichero digital. Generamos digitalizaciones, pero preservando las fuentes originales.
¿Cuántas películas tiene la filmoteca de Catalunya?
Doscientas mil bobinas están preservadas en nuestras naves de Terrassa. Allí cabe hoy toda la historia del cine catalán y del cine universal en Catalunya.
