Juan Manuel García,experto en comunicación no consciente:

“Los pies dicen lo que la boca calla”

Tengo 49 años. Nací en Cuenca y vivo en Madrid. Casado, dos hijos. Oposité a la Guardia Civil y me especialicé en Ciencias del Comportamiento. Me formé con los Mossos d’Esquadra, la Policía Nacional y el FBI. Los políticos se apoyan en el miedo y hablan solo para los suyos. Les falta autenticidad. Soy agnóstico. (Foto: Arnau Oliver)

¿Qué le enseñaron en el FBI?

Como tratar incidentes críticos: secuestros, suicidios, atrincherados, rehenes y análisis de conducta, técnicas que luego extrapolé a otros ámbitos. Estuve 18 años en la Guardia Civil, en la unidad central operativa.

¿Qué aprendió allí sobre las personas?

A entender cómo funciona el cerebro cuando presionas a alguien, a analizar sus respuestas no controladas para obtener información y a usar la neurociencia y la comunicación para generar confianza, persuadir.

¿Y eso cómo se hace?

Conociendo los gustos, ideología y creencias de la persona, con ello voy a poder utilizar sesgos cognitivos para generar alguna conexión. Después adapto mi comunicación verbal y no verbal: preguntas abiertas, escucha activa, asentir, parafrasear, repetir palabras, usar el cuerpo.

¿Qué son los sesgos cognitivos?

Atajos del cerebro para ser más eficiente, pero que pueden sesgar decisiones, por ejemplo el sesgo de confirmación: acepto solo la información que confirma mis creencias.

Póngame algún ejemplo para utilizarlos.

Si alguien dice “llevo 40 años trabajando a destajo y estoy agotada”, yo cierro lentamente los ojos y respondo: “es normal que estés tan cansada”, así le estoy diciendo a su cerebro, que su emoción me importa. Otro ejemplo: al saludar elevando las cejas, el cerebro del otro lo lee como: “qué bien verte”, es un refuerzo positivo inmediato.

¿Qué le enseñaron los criminales y los sospechosos?

A buscar puntos de ruptura emocional. Un suicida, por ejemplo, puede mostrarse frío, pero al hablar de su hija pequeña hace un gesto emocional mínimo. Ahí está su vulnerabilidad. Puedo usarla para persuadirlo: “si te quitas la vida, tu hija sufrirá”. Es información que la persona da sin querer, con un parpadeo, una microexpresión.

¿Hablamos más con lo que callamos que con lo que decimos?

Lo importante está en lo que no se dice. Si se contiene es porque es relevante. Por ejemplo: respuesta breve y gesto de “boca en ostra” (labios apretados hacia dentro), esa persona sabe más de lo que dice.

¿Los gestos son universales?

Las reacciones fisiológicas (huida, protección) y las emociones básicas en el rostro, sí. Otros dependen de la cultura. En occidente el pasado se ubica a la izquierda, miramos hacia allí para recordar, y el futuro a la derecha; en lenguas semíticas es al revés. Incluso una sonrisa puede variar según la cultura.

¿Cómo leer a alguien en sus gestos?

Provocando reacciones no controladas con preguntas abiertas y escucha activa. Lo consciente engaña; lo involuntario, no. La asimetría facial es clave: la parte izquierda del rostro­ suele delatar más las emociones contenidas.

¿Podemos influir en el comportamiento de otros con el cuerpo?

Si entro en una sala, sonrío y elevo las cejas, la otra persona percibirá señales positivas y confiará más en mí.

¿Y usarlo en uno mismo?

Si me observo y detecto estrés (acariciar manos, tensar cuello, encoger hombros), puedo corregirlo. El cuerpo modifica la mente: propriocepción e interocepción.

¿Se puede corregir la tristeza o el carácter cambiando gestos faciales?

Sí. Sonreír, aunque sea forzado (poniendo un bolígrafo en la boca), activa músculos que engañan al cerebro. La postura expansiva también transmite confianza.

¿Qué errores comunes cometemos al interpretar a los demás?

Juzgar un solo gesto fuera de contexto o sin línea base. Si alguien siempre se toca la nariz, no significa nada; si solo lo hace en un tema concreto, sí importa.

¿En qué parte del cuerpo conviene fijarse para entender a alguien?

En todo, pero sobre todo en la orientación corporal y los pies. Los pies son honestos: apuntan hacia la salida si queremos irnos, o hacia la persona que nos atrae.

¿Qué dicen las microexpresiones faciales?

Muestran emociones básicas: ira, tristeza, asco, miedo, alegría... Son milisegundos incontrolables, como un pequeño gesto de asco en el labio superior aunque sonrías.

¿Cómo entrenar la calma mediante gestos ante alguien que nos hiere?

Primero, siendo consciente del propio botón rojo (lo que me dispara). Existen técnicas como la esquiva verbal, la respiración, la sofrología o los anclajes (asociar un objeto o gesto a la calma). Deportistas y políticos lo usan: Nadal se tocaba las orejas.

Albert Rivera se cogía el dedo meñique.

Lo que no debemos hacer es interpretar a otros desde nuestros valores y prejuicios. La persona puede estar librando batallas invisibles. Mejor comprender que prejuzgar. Yo en un conflicto siempre aconsejo hacer pausas, pero las tememos.

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